domingo, 18 de febrero de 2018

El periplo eterno en ómnibus de un joven venezolano hacia Buenos Aires, por @danilozanomadri ‏



Daniel Lozano 17 de febrero de 2018

George Peñaranda acaba de empezar la mayor aventura de su vida: recorrer los 8000 kilómetros que separan Villa del Rosario, en la frontera entre Colombia y Venezuela, de Buenos Aires. Si todo va bien, anoche ya habría culminado la primera etapa hasta Bogotá, tras 14 horas de viaje por tierra, y seguiría el recorrido por las rutas colombianas para buscar la frontera con Ecuador.

Este joven de 19 años, nacido en San Cristóbal (capital del estado fronterizo de Táchira), sueña con empezar dentro de ocho o nueve días una nueva vida en la Argentina, sobre todo tras recibir las buenas noticias hechas públicas anteayer por el gobierno de Mauricio Macri. "Solo puedo decir gracias a la Argentina, es una gran ayuda para nosotros, los venezolanos, muy chévere", reseña el antiguo ferretero, que contó con la ayuda de su tía, especialista en embellecer pestañas y uñas, que ya vive en la capital porteña. De hecho, ya tiene una primera cita en marzo para obtener su documentación.

"Mi tía, que ya lleva siete meses allá, me dice que es un país bueno, interesante y muy lindo, con la calidad de vida que no tengo aquí. Que hay muchísimo trabajo, que venden muchas cosas. Además, yo soy de Boca y de Carlos Tevez. Bueno, después del Real Madrid, mi equipo, claro está", bromea el joven, mientras pregunta si es verdad que en la Argentina se vive el fútbol con tanta pasión. Tardará muy poco en confirmarlo.

¿Y qué piensa del gobierno del presidente Nicolás Maduro? Peñaranda tuerce el gesto. Su abuelo cree que una invasión puede acabar con la pesadilla. "Que se vayan todos y no vuelvan jamás", sentencia el joven. "Venezuela se convirtió en un problema para medio mundo", añade.

Despedida

La familia acudió ayer en pleno a despedir a Peñaranda en la línea de ómnibus situada a 200 metros del Puente Simón Bolívar. Estaban su madre, sus abuelos, su tía y su pequeña hermana. No tuvieron que esperar muchas horas para el cruce, como otros viajeros que llevan incluso días.

La Cruz Roja, Naciones Unidas y el gobierno colombiano habilitaron una vieja escuela para dar cobijo a las familias que viajan hacia el sur. Allí pueden dormir, comer y ducharse. Los mismos organismos ya preparan otro albergue con capacidad para 2000 personas.

El vehículo va lleno. La mayoría de los migrantes va con destino a Bogotá y a Ecuador; una pequeña parte, a Lima, y solo dos o tres hasta Chile y la Argentina. Eso sí, varios de los viajeros confiesan que el objetivo es llegar al Cono Sur por etapas, porque los 360 dólares a Santiago y los 490 dólares a Buenos Aires son inaccesibles para sus bolsillos, salvo que cuenten con ayuda exterior, como en el caso de Peñaranda.

El conductor imparte las instrucciones necesarias para una buena convivencia, contra los mareos, incluso con Wi-Fi "solo para celulares". Una docena de ómnibus saldrán desde esta misma estación, una de las cinco instaladas en las cercanías de Cúcuta, siempre rebosantes de gente. Las valijas y los bultos llenan las bodegas de los vehículos. Todo está preparado, comienza la gran aventura...

Llega la despedida, las lágrimas, los besos, los consejos y los abrazos. Y la esperanza.

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