miércoles, 21 de febrero de 2018

Silencio cómplice, por @manueligomez



Manuel Ignacio Gómez Lecaro 20 de febrero de 2018


Finalmente, casi todos los gobiernos de la región se han parado firmes ante el gobierno criminal disfrazado de democracia en Venezuela. Perú, Chile, Colombia, Brasil, Argentina, Paraguay, México, Costa Rica, Panamá; en fin, el barrio entero está unido para denunciar los abusos de Nicolás Maduro.

Nosotros no. Somos el vecino cómplice. Ecuador no se mete en temas “internos” de otros países. Un gobierno responsable de múltiples asesinatos, miles de exiliados, presos políticos, hiperinflación, enfermos sin medicinas, escasez de alimentos, abusos políticos y una corrupción escandalosa, no merece nuestra condena. Solo en los últimos tres meses habrían venido a Ecuador unos doscientos mil venezolanos que huyen de su país. Y nosotros, calladitos.

Con su silencio cómplice, Lenín Moreno aprueba los abusos de Maduro. Cada día que pasa sin decir nada nos está demostrando que su corazón socialista está por encima de elementales principios democráticos. La mayoría de asambleístas socialistas, los correístas y los morenistas, son iguales. Ellos se unieron al silencio cómplice bloqueando la propuesta de resolución de solidaridad con Venezuela. Entre socialistas se protegen.

Moreno ha lanzado alguna tibia declaración para criticar a Maduro. Alguna vez lamentó “la cantidad de presos políticos” en Venezuela. Pero en lo de fondo ha continuado la política cómplice de su antecesor, ese para quien la violencia en Venezuela nunca venía del Gobierno sino de la “derecha fascista”.

¿Qué tiene que hacer Maduro para que nuestros socialistas del siglo XXI denuncien sus abusos? ¿Disparar contra su gente? ¿Meter presos a todos los políticos de oposición? Maduro es un dictador, un criminal que debería estar preso. Pero para nuestros socialistas correístas-morenistas es un amigo incómodo de quien mejor no opinamos.

En el encuentro de los cancilleres y representantes de 14 Estados reunidos en el Grupo de Lima, la canciller peruana indicó que la presencia de Maduro “no será bienvenida” en la VIII Cumbre de las Américas del próximo 13 y 14 de abril. Hace años, desde la época de Chávez, debieron excluirlos de foros internacionales y denunciar sus abusos. En demasiadas fotos sonrientes, con manos estrechadas, han aparecido Chávez y luego Maduro. Demasiada hipocresía en tantas sonrisas. Ahora, finalmente, a medida que los gobiernos de la región se van librando de tanta idiotez socialista, dictadores como Maduro ya no podrán seguir jugando a demócratas.

Lenín nos ha sorprendido ya algunas veces en su corto tiempo en el poder. ¿Será que finalmente toma la postura sensata, coherente y ética de condenar frontalmente los abusos de Maduro y unirse para rechazar su presencia en la Cumbre de las Américas? De nuestra canciller poco se puede esperar. Su fanatismo socialista le impide aceptar la realidad venezolana. Lenín debería empezar por cambiarla. Y luego dar el paso que se espera de un demócrata: dejar de ser cómplice de las violaciones a los derechos humanos en Venezuela y decir las cosas por su nombre.

Hasta que eso no suceda hablar de correísmo y morenismo será hablar del mismo fracasado socialismo. Ese que lleva alabando por más de medio siglo la dictadura cubana y que ahora calla ante los atropellos de la dictadura venezolana. Ese que aparentemente nos sigue gobernando.


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