Eddy Reyes Torres 10 de noviembre de 2018
El
tema de la partida, huida, diáspora o emigración de los venezolanos ha sido
objeto de múltiples estudios estadísticos e investigaciones. El asunto también
ha sido tratado en varios libros. Todos esos trabajos son de gran interés
actual pero, además, serán de obligatoria consulta para quienes en el futuro se
ocupen de la materia en el campo histórico y político.
Florecer
lejos de casa es una obra reciente en formato digital, patrocinada por la
Fundación Konrad Adenauer, la cual acabo de leer. Como se señala en la
presentación de dicho trabajo, el proyecto ha buscado darle voz a la diáspora
de los venezolanos para que sean ellos quienes cuenten lo que les ha tocado
vivir o conocer. Con ese propósito se seleccionó a un pequeño grupo de
reconocidos periodistas y escritores nacionales para que hablen de sus
respectivas experiencias.
Las
crónicas fueron hechas por esa élite muy bien formada en el arte de la buena
escritura –lo que da al libro un intenso aire literario que hasta el más
exigente lector sabrá apreciar–, y en ellas se abordan las cuitas personales o
las que se han conocido directamente de otros compatriotas, así como aspectos
del fenómeno que pocas veces nos detenemos a considerar.
El
texto introductorio, elaborado por Ángel Arellano, coordinador del proyecto, es
un exquisito abreboca que nos prepara para lo que leeremos después.
Por
las limitaciones de espacio que esta columna tiene solo nos referiremos, de
forma somera, a tres de los catorce trabajos que integran el libro.
Carolina
Acosta Alzuro (1968) es la decana del grupo. Esta ingeniera en computación,
pero además magíster en Arte y Comunicación de Masas y, adicionalmente, doctora
en Comunicación de Masas por la Universidad de Georgia, es la autora de
Venezuela es una telenovela, entre otros libros. Actualmente es profesora
titular de la Universidad de Georgia. Ella se marchó del país en noviembre de
1993, cuando el clima político y económico comenzó a enrarecerse. Su plan
principal era doctorarse allá. Pero venía con frecuencia a reunirse con la
familia y a trabajar en sus investigaciones sobre la novela venezolana. En el
año 2013 empezó a sentir que todo cambiaba en el país. Se percató entonces de
que el motivo de sus estudios en Caracas comenzaba a declinar. Pero siguió
viniendo a Venezuela a pesar del avatar que afectaba hasta lo más simple y
cotidiano de la vida. En el ínterin ella y su familia obtuvieron sus green
cards. Once años más tarde les concedieron la nacionalidad norteamericana y, lo
más importante, esa circunstancia no les impidió mantener la venezolana. Lo demás
tienen que leerlo en su hermosa crónica que lleva por título “Afuera y
adentro”.
Eduardo
Sánchez Rugeles (1977) es un talentoso escritor, licenciado en letras y también
en filosofía, y además magíster en Estudios Latinoamericanos. Autor de exitosos
libros como Blue Level/Etiqueta Negra y Transilvania Unplegge, entre otros, fue
galardonado con el Premio Iberoamericano de Novela Arturo Uslar Pietri. Sánchez
Rugeles realizó una importante labor investigativa para abordar el fenómeno de
los emigrantes venezolanos en España, cuyo número es significativo. Entre otros
aspectos de interés resalta que los problemas de fondo de la sociedad española
pasan desapercibidos para los venezolanos que llegan allá. Sencillamente el
orden y buen funcionamiento de la vida social española resultan impresionantes,
lo cual brinda una sensación de bienestar. Curiosamente, ese mismo orden y buen
funcionamiento suelen ser inadvertidos por los propios españoles. Otro tema del
que se ocupa es, curiosamente también, el del idioma. Al respecto nos dice que
en España existe la tendencia a pensar que el castellano, el verdadero
castellano, es de propiedad ibérica, motivo por el cual muchas de nuestras
expresiones son consideradas allá como desviaciones del modelo original que es
el español de España. Inevitablemente el aprendizaje de la “nueva lengua”
termina siendo un proceso que se consolida con el tiempo. Al final –dice
Sánchez Rugeles– “se pierde el acento, se adopta el nuevo vocabulario; la
resignación a las circunstancias se afinca y se comienza a vivir con una
ilusión bicéfala y un pensamiento bilingüe”. Esto último es sin duda un asunto
del que no oímos hablar cuando leemos acerca de la emigración venezolana a
España y los demás países de habla hispana. En este trabajo no hay desperdicio
alguno.
Héctor
Torres (1968), escritor y promotor literario, autor de El amor en tres platos,
La huella del bisonte, Caracas muerde y La vida feroz, entre otras
publicaciones, es el único del grupo que vive en Venezuela y escribe sobre el
tema desde la atalaya del que no se ha ido pero reflexiona sobre el drama que
hoy arropa al país. Torres inicia su recorrido hablándonos de las olas de
extranjeros que llegaron a Venezuela en el curso del siglo pasado, en búsqueda
de una vida mejor. Entonces nuestra tierra ofrecía algo de su riqueza petrolera
y estabilidad política. Pasaron muchos años y el panorama se revirtió cuando el
populismo revolucionario hizo acto de presencia. Inmediatamente comenzó un
drama que nadie llegó a imaginar: el regreso de muchos de ellos y la partida de
los que solo conocían el tema a través de las noticias de prensa que leían de
otros países afectados por el terrible fenómeno. Con esa vena Torres se adentra
en la trama que hoy vivimos.
Hubiese
querido dedicarle también unas líneas al emotivo texto de Gisela Kosak
(novelista y ensayista) y a la maravillosa historia de Manuel Llorens
(psicólogo), así como a los impecables escritos de Paola Soto, Mireya Tabuas,
Heusli Rahn, Alexis Castillo, Jefferson Díaz, Salvador Passalacqua, María
Eugenia Rodríguez y Tamara Taraciuk Broner. Pero necesitaría de mucho más
espacio para hacerles justicia. A todos ellos mi más sincero reconocimiento.
Para
terminar quisiera insistir en la pertinencia de leer este libro y, además,
agradecer a la Fundación Konrad Adenahuer que lo hayan publicado en formato
digital para ser leído de forma gratuita a través de las redes.
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