Oscar Medina 07 de julio de 2024
Apenas
arranca oficialmente la campaña electoral y ya María Corina recorrió buena
parte del país llamando a votar por Edmundo González. En medio de una agenda
apretadísima, sin embargo, abrió un espacio para responder, risueña pero con
seriedad, algunas preguntas tontas y otras no tanto
uede
que ella se relaje un poco, pero su agenda no. Está dispuesta a responder
preguntas tontas, alguna que otra necedad advertida previamente, a tomarse la
cosa con soda. Pero rápido, eso sí. Porque María Corina Machado siempre está
corta de tiempo en medio de una campaña intensa, porque tiene que contestar
unos mensajes, porque está a punto de llegar el candidato Edmundo a reunirse
con ella. «Si viene en el Volkswagen les tenemos que hacer una foto juntos», le
suelto a ver si la pego. «No, no, no», dice riéndose. Y apura el paso: «Vamos a
empezar la entrevista pues».
-¿Te has dado cuenta de que la campaña te está repotenciando físicamente, que estás como… más en forma?
–(Pone
«cara»… voltea un poco los ojos, se queda pensando…y se ríe) La verdad
es que no. No creo que sea la campaña, es la intensidad de la vida en general.
Pero no… La verdad es que no he pensado en eso… (Se ríe… a partir de
ahora lo pensará).
-¿Entiendes
que aunque me de un poco de pena, de alguna manera te estoy diciendo que te ves
más buena ahora en medio de la campaña?
-¿Qué
te puedo decir? Serán los ojos del amor. Debe ser que ahora me quieres más…
-¿Cuántas
franelas blancas tienes para la campaña?
-Menos
de las que necesito (se ríe otra vez).
-¿Eso
de usar franelas y camisas blancas es algo como esotérico, un asunto de
comodidad o de conciencia de estilo?
-Sabes
que no sé cómo empezó, pero me encanta vestirme de blanco. Toda la vida. Y creo
que hizo conexión con mi estado de ánimo y con mucha gente. Y además así no
tengo mucho rollo con los partidos políticos (nuevamente se ríe).
-Pero
tu partido tiene un color…
-Claro.
Y me encanta también. Y lo uso muchas veces.
-¿No
es más complicado lavar y blanquear esas franelas?
-Todo
lo contrario. Imagínate, ¿sabes cuántos tonos de azul, de amarillo, de verde
hay? Blanco solo uno.
-Esto
no es para que respondas como Valentina Quintero y te metas en un problema:
¿qué es lo más feo que has visto en tus giras por el interior del país?
–(Lo
piensa un poco y baja la voz) Los pueblos fantasmas. Lugares que
alguna vez fueron centro de actividad cultural, económica, familiar… Y están
absolutamente abandonados, vacíos. Me lo dijo una mujer una vez en la carretera
de Falcón al Zulia: “somos los pueblos olvidados”. Duele.
-¿Y
qué es lo más bonito que has visto?
–(Piensa
un par de segundos y el tono de voz tiene un matiz diferente) La gente
bajo la lluvia. Me conmueve cuando caen los palos de agua y la reacción es
estoica. Esto es una bendición, ¿sabes? De alguna manera te da una conexión con
la vida, con la tierra, unos con otros, empapados bajo la lluvia. Esos momentos
son mágicos.
-Y en
los momentos con todos los celulares prendidos en la noche te debes sentir como
Coldplay…
-No,
porque los celulares me recuerdan al que está del otro lado de la llamada. Creo
que es un momento profundamente emotivo. Yo lo he hecho: llamar a mis hijos
desde allí. Cuando tú dices que en La Fría había 15 mil personas, en realidad
eran más… mucha gente tenía a su vez a un hermano, a los hijos, conectados. Es
muy profundo.
-¿Cuando
llamas a tus hijos en medio de los actos de campaña es para contarles lo que
está pasando en los lugares que visitas o los pones en video para que vean?
-Los
llamo para que ellos sean parte de esto, porque esto está uniendo a las
familias. Para hacerlos a ellos parte y para unir también a mi familia, que es
lo que cada quien está haciendo en ese momento. Es un ritual. Quisiera que tú
lo vivieras. Ver los videos, las fotos, emociona a mucha gente. Pero no es lo
mismo verlo que estar. Desde que yo pongo el pie en Táchira y arranca la
tendida, Coloncito, La Fría… seguimos subiendo y llegamos a Copa de Oro casi a
las 12 de la noche, no paró el acto. No hice diez actos, fue una sola dinámica
que no paró. Y todo el camino con miles de motos acompañando. Es muy, muy arre…
no, no pongas esa palabra…
-¿No
te parece que ya es una ganancia, de alguna manera, que en su campaña el chavismo vaya
detrás de ti? Es decir, adonde tú vas, ellos vienen después. Es como
que los haces salir de Caracas a ver lo que han hecho en el interior del país y
el abandono de esos pueblos fantasmas como te dijo la señora de Falcón…
-Yo
creo que es una confesión. Ellos se saben perdidos, van detrás…
-¿Pero
tendrán la conciencia para darse cuenta y pensar “esto es lo que hemos hecho
con el país”?
-No
les importa… A esos, a ese nivel, no les importa. Obviamente que a muchísima
gente de los sectores medios y que alguna vez creyeron en esto, les duele en el
alma. Los que son más expresivos conmigo son gente que vino del chavismo y que
de alguna manera trata de transmitirme como una especie de excusa, una
explicación de por qué alguna vez creyeron… Y son muy lindas las reacciones.
Cuando nos terminamos abrazando es en llanto. Ambos. Es una especie de
redención del país. Lo que está pasando es muy profundo…
-Estás
viviendo constantemente momentos de altísima emotividad…
-Todo
el tiempo. Yo siempre he tratado de ser muy cuidadosa con mi vida privada e
incluso con mis propios sentimientos. Pero ha llegado un punto en el que la
gente se abre de tal forma y me abre su corazón de tal forma, que han abierto
el mío. Me doy cuenta de que estoy diciendo cosas que siento profundamente y
que nunca antes hubiera dicho en público. A nadie…
-La
experiencia te ha puesto en forma y también ha abierto tu corazón…
-Esta
es una dinámica que tiene mucho tiempo y que ha ido tomando más y más
intensidad. Tengo 20 años en esto…
-En su
campaña a Henrique Capriles le dieron tantas estampitas de santos que hasta
forró como tres paredes del comando con esas imágenes… ¿A ti qué te da la
gente?
-Amor…
Es amor y es increíble. Ustedes han visto los rosarios, que se han convertido
como en un ritual. El otro día vino un muchacho: “bueno, yo no creo mucho en
esto, yo nunca he rezado el rosario pero este es de mi mamá y te lo quiero
poner”. Se ha convertido en una conexión espiritual entre gente que ni siquiera
es muy religiosa. Esto sí nos ha dado una dimensión superior, porque de la
dimensión política o material, pasamos a una dimensión ética de esta lucha. Y
de la conexión ética hemos pasado a una conexión espiritual que para mí es aún
superior. Por eso la gente afuera no entiende nada. Y mucha gente en Caracas,
ciertas élites, tampoco entienden nada ni van a entender nunca.
-Ahora
que comienza la campaña formal en Caracas, ¿a lo mejor empiezan a entender?
-No me
refiero a que hayas estado o no en un acto. Son aquellos que todavía creen que
pueden decidir por el país desde sus oficinas. ¿Entiendes? Los que te dicen “el
mayor error que hemos cometido fueron las primarias”. No entienden nada. Aquellos
que pueden decir hoy en día “Maduro se va a quedar porque tiene el control de
los medios, o de la plata o de las armas”. No entienden nada.
-Algo
interesante que ha ocurrido durante tus giras de campaña es que las imágenes
ruedan a través de las cuentas formales de Vente
y de la Unidad, pero también son compartidas por muchos espontáneos. Pero llama
la atención que no aparecen –salvo excepciones- estos personajes famosos de las
redes, influencers, artistas, que antes al menos llamaban a votar…
-¿Cómo
que no, dónde me dejas a George Harris? ¿O a Gabriela Montero? Ya van a
aparecer otros… ¿Y Alejandro Sanz? (ríe, por supuesto)
-¿No
crees que son pocos? ¿Eso va a cambiar entonces?
-Eso
está cambiando… Fíjate, creo que por buenas razones hay un sector importante
del país que se sintió muy frustrado, muy decepcionado. Ahora es menos, pero no
te imaginas la gente que se me acercaba a decirme “me da miedo volver a creer”,
“no me quiero ilusionar porque no quiero otro desengaño, me pegó muy duro”.
Pana, yo te entiendo, también siento lo mismo, pero ¿qué vamos a hacer? ¿Qué
vamos a hacer? ¿Nos vamos a quedar lamiendo las heridas porque no funcionó,
porque alguien nos traicionó o le vamos a echar bolas? Y aprendamos de los
errores y hagamos las cosas distintas. Eso es exactamente lo que está pasando.
¿Qué
está ocurriendo con esto? Este proceso que estamos viviendo lo va a analizar la
historia como un case study único. Primero, esto no es una
elección, para los venezolanos esto es otra cosa mucho más profunda y
trascendente. En segundo lugar, nos dijeron “es imposible hacer una campaña sin
medios”. ¿Cuántas entrevistas mías han visto ustedes en televisión o en radio?
“Es imposible hacer una campaña sin plata”. ¿Tú sabes cuánta plata le pasamos
nosotros a nuestros equipos? Cero… “Es imposible hacer una campaña sin afiches,
sin volantes, etcétera”. ¿Sabes quién hace los afiches y los carteles? La
gente… La gente agarra su cartoncito, su papelito… y (susurra) escribe
lo que le sale del forro…
“Es
imposible hacer una campaña sin transporte, sin moverte en carros, sin
autobuses”. ¿Cómo se ha hecho la campaña? La gente agarra una moto… O van a
pie. ¿Viste lo que pasó en San Cristóbal? Reventaron la carretera de Rubio a
San Cristóbal y la gente caminó… ¿Crees que eso pasa en una campaña en
cualquier otra parte del mundo o que ha ocurrido en otro momento en Venezuela?
-No,
es una campaña donde ocurren cosas que no se ven en otras partes del mundo,
como este amedrentamiento contra los hoteles, los restaurantes, las vendedoras
de empanadas…
-Por
eso digo que esto solo lo entendemos los venezolanos, los que estamos aquí y
los que están afuera. Cuando te decía que esos no entienden
nada en Caracas no me refería al ciudadano como nosotros, yo me refiero a
aquellos que están espiritualmente derrotados. Están espiritualmente
derrotados… Y como están convencidos de que ellos están derrotados, quieren
jalar al país a la derrota, con ellos, acomodándose a lo que hoy hay. Y son todas
las tesis de la normalización, del apaciguamiento… que pasó por el “Venezuela
se arregló” o “aquí no va a haber primaria”. Ahora la nueva es que nosotros no
podemos defender nuestros votos y que no vamos a poder enfrentar el fraude del
régimen. Esa es la nueva.
Déjame
decirte que ya tenemos testigos en más de 98% de las mesas. Nunca antes, en
ninguna otra elección, teníamos esa estructura un mes antes. Y falta.
-Esto
que mencionas conduce a un hecho que de alguna forma determinó y marcó lo que
vino después en tus giras por el país: el asunto de la canoa. ¿Esa idea la
tenían planificada o apareció alguien y te dijo “mira, vale, vamos a llevarte
en esa canoa”? ¿De dónde salió eso?
-Algún
día vas a tener todos los datos, de todo lo que ha pasado cuando leas mis
memorias (suelta un par de carcajadas)… Ahorita no pongo a nadie en
riesgo… Pero si supieras las cosas que hemos vivido… hemos vivido situaciones
que superan todos los rumores…
-No se
trata de que digas nombres, ¿pero fue algo planificado o algo que surgió en el
momento?
-Las
dos cosas… Y también te falta allí la mano de Dios…
-En
esos recorridos tan largos, ¿qué haces en el carro? ¿Duermes, escuchas música,
lees, pides que te dejen tranquila?
-Eso
ha ido variando… A veces yo manejo. Me encanta manejar, me desahoga muchísimo y
siento que aprehendo más el recorrido cuando estoy al volante. Lo que pasa es
que ahora no hay trayectos largos sin contactos. A lo largo de la carretera
siempre hay gente. Incluso en la autopista… Pero sí… trato de pensar, de
escribir un poco. De llamar a mis hijos. Aprovecho de llamar a los chamos.
-¿Qué
cosa no puede faltar en tu maleta durante las giras?
-Mi
celular… (se ríe como diciendo «ni de vaina lo dejo») Hoy en
día, el protector solar…
-¿Tienes
algún amuleto?
–(Se
toca un crucifijo muy sencillo, de madera) Tengo mi cruz…
-¿Y en
la maleta, una cremita una cosa, el desmaquillante…?
-Obviamente
tengo todo eso, pero yo sobrevivo sin esas cosas, mira que yo soy colcha y
cobija. Que las tenga es una maravilla, pero si no las tengo, no me muero.
-¿Has
ido a Sabaneta de Barinas?
-He
hecho diez actos en Sabaneta de Barinas. Desde hace muchos años. Me aman…
Estuvimos en Sabaneta, creo que en febrero.
-¿Te
has planteado entrar a un restaurante de estos bien enchufaos a ver si le
aplican la misma medicina que a la gente humilde de Corozopando?
-No,
porque esa sería una acción cuyo propósito es hacerle daño a alguien y yo no
quiero hacerle daño a nadie.
-¿El
gobierno siempre manda a los mismos agentes a vigilarte o los va rotando? ¿Te
sientes vigilada constantemente?
-Obviamente
estoy vigilada: tengo una alcabala en la puerta de mi casa con cinco personas.
Y me siguen motos, carros, etcétera…
-¿Y ya
los reconoces?
-A
algunos sí. Lo importante es lo que ellos reconocen cuando recorren el país y
ven lo que está pasando…
-¿Es
que salen de Caracas contigo?
-Algunos
sí, otros no. Pero todo lo ven. Esto es una cosa tan monumental lo que está
pasando… Cuando me paran en las alcabalas… bueno, ya no me paran, es rarísimo
lo que pasó en Trujillo. Ya no me paran porque llegan los camiones y no sabes
lo que son (imita el sonido de cornetas de los camiones sin mucho
éxito, pero se entiende) y empieza a salir todo la gente y allí los
policías, los militares, escuchan y ven… y se conectan, porque es lo mismo que
ellos sienten. Ellos tienen esposas, madres, hijos, que anhelan lo mismo que
nosotros. Y ven que los mandan a que nos den la espalda y a alguno se le sale
una lágrima. O cuando me paran en una alcabala perdida en el fin del mundo
donde no hay nadie, me lloran. O se me cuadran…
-Tienen
su corazoncito pues…
-Tienen
su conciencia, igual que tú, igual que yo.
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