miércoles, 25 de abril de 2012

La culinaria latina en Japón


Por Nelson Izquierdo, 22/04/2012

Una amable lectora me ha pedido escribir sobre la presencia gastronómica latinoamericana en Japón. Como posiblemente sea conocido, los latinos en esta nación provienen mayoritariamente de países como Brasil y Perú, territorios donde a principios del pasado siglo llegaron muchos japoneses en calidad de inmigrantes. Las churrasquerías brasileñas, en el más puro estilo de las que existen en Sao Paulo o en Porto Alegre, pueden encontrarse hoy en varias ciudades de este país. Por su parte, varios establecimientos de la rica gastronomía de la nación incaica han hecho también su aparición desde hace años en la tierra del sol naciente. Puede que me equivoque, pero no sé de ningún establecimiento de comida venezolana y dudo que exista alguno. Esto no significa que no se conozcan o que no puedan saborearse algunos de nuestros manjares nacionales. Si bien la comunidad venezolana es muy pequeña en Japón, se realizan de vez en cuando muestras gastronómicas con el apoyo de organizaciones japonesas que promueven el intercambio cultural internacional. También existen eventos similares patrocinados por la embajada venezolana. En actividades como estas participan por lo general los estudiantes extranjeros en Japón y es por tanto una ocasión también para los estudiantes y otros ciudadanos venezolanos de hacer saborear a sus colegas nipones algunas de las delicias de la mesa criolla.

No es una tarea fácil, sin embargo, ya que pocos ingredientes autóctonos de la mesa venezolana se encuentran disponibles en el mercado japonés. Por ejemplo, sería imposible plantearse hacer un sancocho de jurel, elaborar un pisillo de cazón o preparar una catalana frita. Mientras tanto, para cocinar arepas se puede conseguir la tradicional harina de maíz precocida, aunque con alguna dificultad. No obstante, los rellenos "criollos" disponibles son bastante limitados. Por ejemplo, una "reina pepeada" no estaría al alcance de muchos presupuestos, sobre todo, de los estudiantiles. Se convertiría en un lujo, ya que un aguacate, por lo demás muy pequeñito, puede costar más de 2 dólares. Así que lo más probable es que se recurra a una arepa rellena con otros productos como la carne molida, el jamón o el queso amarillo. Se consiguen aquí muchos quesos madurados, tanto nacionales como importados, pero no existe la posibilidad de conseguir quesos frescos, mucho menos de tropezarse con la maravilla de un queso telita o guayanés. La carne mechada se puede preparar, pero probablemente habrá que preferir como relleno al pollo mechado o a un lomo de cerdo, ya que por lo general la carne de res es más costosa que las carnes blancas.

Hace algunos años, cuando me encontraba estudiando en la Universidad de Fukui, celebrábamos uno de estos eventos de intercambio. Estudiantes coreanos, vietnamitas, taiwaneses, tailandeses, chinos, nigerianos, hindúes, argentinos, brasileños, venezolanos y de otra media docena de nacionalidades, nos ocupamos en preparar platos nacionales para ofrecer un poco de nuestra cultura culinaria al público japonés. A pesar de las dificultades para conseguir los rellenos más emblemáticos para nuestra arepa, los venezolanos logramos reunir algunas opciones en el rincón de nuestro país dentro de la feria culinaria de entonces. Ese día, muchas personas se acercaron y probaron las arepas rellenas con gran curiosidad. Pero nuestra gran sorpresa ocurrió cuando un señor japonés no muy conforme con las combinaciones de relleno ofrecidas para las arepas, y las que ya había probado todas, pidió que le dieran una arepa "viuda", es decir una arepa sola. Una vez la tuvo en sus manos, agarró un frasco de salsa de soya del puesto vecino de comida coreana, se la echó encima a su arepa y la saboreó con gran placer. El sujeto le encontró un mucho mejor gusto a la arepa venezolana aderezada con salsa de soya, creando de paso una nueva variedad de nuestro manjar criollo, una especie a la que podríamos denominar quizás "la arepa nipona".

Pero volviendo a la presencia culinaria latinoamericana en Japón, me gustaría comentarles acerca de la cocina peruana en este país. De un par de décadas a esta parte, se produjo una gran movilización de ciudadanos peruanos hacia el Japón. Muchos de estos inmigrantes son descendientes de japoneses en segunda o tercera generación, es decir peruanos de padres o abuelos japoneses quienes a su vez habían emigrado al Perú durante el siglo pasado. Junto a la mayor presencia de ciudadanos provenientes de esta nación hermana, comenzó a aparecer en el mercado la sabrosa comida peruana. Como podrán imaginarse mis lectores, hoy por hoy la oferta gastronómica en Japón es muy amplia. La ciudad de Tokio es ya de por sí una gran meca de la gastronomía. Como dato curioso, la guía Michelin le ha otorgado recientemente a la capital japonesa la distinción de ser la capital gastronómica mundial. En ese puesto, Tokio desplazó nada más y nada menos que a la ciudad de París. Cuenta Tokio hoy con 11 restaurantes de tres estrellas Michelin. Pero no es solo en calidad sino en cantidad. Los 160.000 restaurantes establecidos en la capital nipona superan a los 60.000 de la metrópolis francesa. Pero lo más interesante es que un tercio de los establecimientos en Tokio no son de comida japonesa, sino que son restaurantes de comida internacional. Dentro de esta categoría de establecimientos se encuentran los restaurantes peruanos, los que pujan por agradar cada vez más al consumidor japonés y por posicionarse favorablemente en este segmento del mercado. Ya hace tiempo que es posible disfrutar por estas tierras de las delicias de la culinaria peruana, incluyéndose al famoso cebiche. Esto es algo muy significativo, tomando en cuenta que el Japón es un país donde se conocen y aprecian grandemente los platos con frutos del mar.

Los dueños de restaurantes peruanos en Japón se han dedicado a trabajar para comprender mejor el mercado. Han logrado ir adaptando su oferta culinaria a los gustos del comensal japonés, especialmente en la presentación y la calidad del servicio, elementos importantísimos en la buena mesa nipona. Por ejemplo, en vez de servir grandes porciones, como lo harían en su país, han creado ofertas de degustación con pequeñas porciones, lo que le permite al cliente conocer dos o más platos del menú. De igual manera, se han esmerado en incluir nuevos platos según la estación, intentando sorprender al cliente con novedades en la carta y con productos de temporada. Son técnicas que ponen en práctica sus competidores de comida japonesa y a las que están acostumbrados los consumidores en esta nación.

Siendo la comida peruana tan rica, apreciada y reconocida en nuestro continente, el lograr imponerse en el gusto de los paladares nipones no parece ser el mayor reto al que se enfrentan los establecimientos de comida peruana en Japón. El reto mayor para ellos estaría en lograr competir, en los mismos términos de calidad de servicio, con sus pares japoneses. Igualmente, necesitarán atraer mucho más al exigente consumidor japonés, con mayor promoción y mercadeo, tanto de su oferta culinaria como de la oferta cultural de la nación incaica. A muchos japoneses no le resultan extraños paisajes naturales y sitios turísticos como los de Machu Picchu, el Cuzco o las líneas de Nazca. Se hace necesario que los japoneses puedan asociar esos lugares con la buena comida y es allí donde falta trabajo por hacer. La cocina peruana, que junto a la mexicana, es una de las gastronomías más ricas y variadas de la cultura hispanoamericana, podría convertirse en unos años con esfuerzo y buen criterio empresarial en la abanderada de nuestro continente en el Japón. Esperemos que así sea. Salud y buen provecho!

twitter: nizquiermo

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