jueves, 7 de junio de 2012

Alejandra Oraá, la venezolana que nos despierta con un buen café en CNN


El olor de la guasacaca, una empanada de cazón y una cachapa con queso telita derretido hacen suspirar a esta chica, quien no renuncia a sus raíces y asegura que si pudiera, se llevaría una maleta con todos los recuerdos de su infancia a Atlanta.

Por Mercedes París, 18/05/2012
Revista Sala de Espera, Venezuela

Se describe como una mujer con mentalidad de 40 años pero en el cuerpo de una jovencita a quien la vida hizo madurar drásticamente. Ella y su familia vivían en Tanaguarena cuando ocurrió el deslave de Vargas en 1999. Asegura que lo perdieron todo, estaban en shock y tuvieron que mudarse a Caracas, pero sólo pasarían seis meses para que la vida les diera otra oportunidad. El padre de Alejandra aceptó una propuesta de trabajo en la ciudad de Miami y la familia se embarcó en un nuevo reto que pasaba por aprender otro idioma, hacer nuevos amigos, adaptarse a la cultura y, sobre todo, comenzar desde cero.

Alejandra confiesa que los tres primeros años fueron muy duros para ella y su familia, pero estaban convencidos que había una razón por la cual tuvieron que dejar Venezuela y estaban dispuestos a encontrarla juntos.

- ¿Qué te trajo a Venezuela en esta oportunidad?
- Vine a renovar mi pasaporte, es una visita 100% familiar y personal. Tenía 6 años que no venía a Caracas y al estado Vargas desde la tragedia en 1999.

- ¿Caracas es la ciudad que recordabas?
- En Caracas he visto ciertos cambios, pero en La Guaira no, está exactamente igual. Soy de Tanaguarena y en este viaje tuve la oportunidad de volver al lugar donde me crié, pero desafortunadamente son pocos los avances.

- ¿De qué manera la tragedia de Vargas marcó tú vida?
- Fue muy duro, mi familia y yo éramos fanáticos de vivir en Vargas. Yo era la niña más feliz del mundo; siempre me iba al colegio en bicicleta, iba a la playa una vez por semana, me la vivía comiendo cocadas, arepas y disfrutando de los carnavales. Era una ciudad tan alegre y un lugar tan bonito para vivir tú infancia. Creo que era el sueño de toda muchacha. En la tragedia mi padre perdió su empresa, mi madre tuvo que cambiar de trabajo y mi hermana y yo perdimos amigos. Todas nuestras referencias de vida se habían perdido de un sopetón.

- ¿Cómo encuentras tú camino en el periodismo?
- Cuando llego a Estados Unidos, tengo 12 o 13 años y aunque suene irónico yo creo que la tragedia fue la bendición más grande de mi vida porque no estaría aquí sentada contigo hablando. Tendría una vida muy diferente, de eso estoy muy consciente. Vivir una tragedia tan grande como la que nos tocó vivir, conocer gente que falleció, empezar desde cero, hablar un nuevo idioma, me hizo tener un proceso de madurez tan rápido que a los 15 y 16 años no me sentía de esa edad. La tragedia me dio muchísima madurez, es por eso que en cuarto o quinto año ya yo sentía qué era lo que quería hacer, quería tener eso que pudiera llamar casa, recobrar identidad, quería encontrar quién iba a ser yo para poder tener mi hogar, poder identificarme, así fue que encontré el periodismo.

- ¿Cómo llegaste a CNN?
- Tenía un programa de radio matutino en Miami en el que estuve alrededor de dos años. También trabajaba freelance para otras cadenas de televisión como, por ejemplo, TV Azteca y Fox Sport en español. Pero fue a través del actual vicepresidente de programación, Eduardo Suarez, como llego a las noticias. Él me escuchaba en el programa de radio y no sabía que yo trabajaba para la cadena hermana de televisión; yo tampoco sabía quién era él. Un día me invitan a esa cadena y coincidimos en el programa, pues él era el director de programación, luego me lo tropiezo aún sin conocerlo y me dice: “¡Qué simpática eres al aire pero antipática en persona!”. Fue así como surgió una linda amistad y la idea de trabajar en el Mega TV y luego en el noticiero. Siempre quise trabajar en noticias, porque la realidad es que el entretenimiento y el deporte pueden ser un poco efímeros, ya la carrera de televisión lo es. Entonces uno tiene que encontrar un nicho que te guste para que puedas tener éxito y a donde puedas tener longevidad teniendo 40 o 50 años, así engordes, adelgaces o tengas tres hijos. En Mega TV estuve en vivo alrededor de un año y medio, luego hice un par de audiciones en CNN y quedé.

- ¿Cómo es un día en la vida de Alejandra Oraá?
- Tengo dos opciones, o me levanto a las 3:15 o a las 3:33 am, no sé por qué a las 3:33 exactamente, tal vez porque creo me traerá suerte. Cuando entrevisté a Carlos Santana, fue mi primera semana en CNN en español y entre risas, hablando un poquito de su vida y su carrera, él me dijo que al despertarse siempre ponía el pie derecho en el suelo y se repetía que sería un gran día. Desde entonces, todos los días me despierto con el pie derecho y llego a la estación a las 3:45 de la mañana, ahí nos maquillamos y peinamos. A las 4:30 am desayuno -Alejandra sonríe- ¡Yo sé que es muy temprano y desayuno lo mismo todos los días! Soy una persona de muchos rituales en la mañana.

- ¿Qué desayunas?
-Una omelet de cinco huevos, un pan integral y tres tazas de café. El desayuno es lo más importante para mí. Probé al principio y no desayunaba o comía quizás una manzana o algo pequeño, pero no aguantaba al aire. En televisión requieres mucha energía física, tienes que tener todos los sentidos alerta.

- ¿Qué comidas extrañas de Venezuela?
- Una empanada de cazón, una cachapa con queso telita o de mano derretido. ¡Uhmm!

- ¿Un olor?
- ¡El olor a guasacaca me encanta y lo extraño mucho!

- ¿Después del programa, tienes otras actividades en CNN?
- Nosotros permanecemos en el estudio hasta el medio día por si ocurre alguna noticia de último minuto, si no, aprovechamos ese tiempo para producir el próximo programa, preparar algún tipo de reportaje, cuadrar alguna entrevista, leer.

- ¿Qué piensa tú familia?
- Mi papá es mi mayor fanático, siempre está súper pendiente de CNN en español, le da como una especie de orgullo. Cuando veníamos en el avión bromeó diciéndome: “Antes tú eras la hija del señor que tiene una reconocida empresa, ahora yo soy el padre de la periodista de CNN y tendré que acostumbrarme”. -Alejandra suelta una carcajada- fue un gesto súper lindo, mi familia en Estados Unidos está súper orgullosa y en Venezuela ni hablar.

- ¿Tres de tus cualidades y tres defectos?
- Soy extremadamente positiva. Yo no veo el vaso mitad vacío, lo veo mitad lleno; siempre pienso que el mundo está conspirando a mi favor, jamás pienso que esta conspirado en mi contra. Soy muy perseverante, si quiero algo no tomo un no como respuesta, y eso al tiempo puede ser un defecto. La tercera, soy muy curiosa y ser curioso en el periodismo es la clave del éxito. Los defectos, pues, ya te nombré uno que es también una virtud; lo otro es que soy impaciente y soy nocturna, entonces me cuesta dormirme temprano. Me encanta la noche, acostarme a las 2 o 3 de la mañana, y ahora me toca levantarme a esa hora.

- ¿Qué personalidades te gustaría entrevistar?
- Quisiera entrevistar a varios, pero me gustaría el Dalai Lama y de los políticos a los presidentes Barack Obama y Hugo Chávez.

- ¿Qué le preguntarías al presidente Chávez?
- ¿Cuál es el balance de tu gobierno, qué piensas que has hecho mal y qué has hecho bien?
Para despedir el encuentro, la pregunta final es sobre el corazón de Alejandra Oraá. Ella sonríe, aparece un gesto de pícara en su rostro y nos revela que su corazón está muy bien. Tiene novio, se comprometieron recientemente y se van a casar pero aún no tienen fecha. La noticia está recién salida del horno.

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