Por José María Ruilópez, 13/10/2017
GIJÓN, España.- ¿Cómo pagará
Venezuela a sus pensionistas? El modelo político de Nicolás Maduro en Venezuela
parece que se desmorona. A pesar del relativo silencio informativo de los
últimos meses, los números de la economía venezolana no cuadran. Según el
diario El País, hay unos 8000 pensionistas con nacionalidad venezolana que
viven en España, que han trabajado allá toda la vida y que no cobran la pensión
desde 2015. Hay un convenio bilateral de 1990 para el pago de las pensiones.
En la última visita de Maduro a
Putin en la capital rusa, según este mismo diario, estuvieron negociando el
pago de la deuda que Venezuela tiene con Moscú, que asciende a 17 000 millones
de dólares, muchos de ellos empleados en la compra y modernización de las
fuerzas armadas venezolanas, acuerdos que proceden ya de la época de Chávez.
Una vez que éste rompió relaciones con los EE.UU.
La bajada del precio del petróleo,
fuente importante de ingresos para Venezuela, que pasó de 100 dólares a 35 y
ahora ronda los 55, fue un duro golpe para su economía. Hay una ley no sé si
escrita, que dice que hay que guardar cuando estén las vacas gordas para cuando
lleguen las vacas flacas. Hablando de animales, podríamos decir también que al
perro flaco todo son pulgas. La bajada del precio del petróleo, los entresijos
de los Países Exportadores de Petróleo “OPEP”, la crisis financiera
internacional, la mala gestión económica, la situación política llena de
ambigüedades y desatinos, con enfrentamientos entre gobierno y oposición, las
carencias alimentarias tan enormes que sufre la población y la presión
diplomática (suave) internacional, el bloqueo financiero de los EE.UU., ante la
deriva absolutista de Maduro, han llevado a un país rico, como es Venezuela,
donde iban los españoles a buscar trabajo y fortuna a principios del siglo XX,
lo mismo que los venezolanos vienen a España ahora huyendo de las perentorias
necesidades actuales que hay en su país, a convertirse en un estado de
bancarrota económica y social de grandes proporciones.
No hay más que mirar la inflación
desbordada que padece el país, alrededor de un 10 por ciento semanal, cuando en
los países europeos anda por el 2 o 3 por ciento anual. Un salario medio está
entre 200 000 y 350 000 bolívares al mes, es decir, de 6 o 10 dólares, donde va
incluido lo que “regala” el Estado, que llaman la cesta ticket, como en Cuba le
llaman la canasta básica, o en España, en la post guerra civil, la llamaban la
cartilla de racionamiento. Y según sube la inflación baja el salario en la
misma proporción. Un kilo de patatas cuesta 20 000 bolívares, una docena de
huevos 36 000, un kilo de carne 37 000, un kilo de azúcar 35 000, un kilo de
tomates 28 000. Eso en provincias, en Caracas más caro todavía. De modo que el
turista o visitante extranjero cambia 500 dólares y le dan una tarjeta por
valor de 17 millones de bolívares, con la que va pagando, porque es imposible
manejar esa cantidad de billetes, puesto que serían 1700 billetes de 10 000
bolívares cada uno.
Este desfase inflacionista parece
que es la causa de la suspensión de las pagas a los pensionistas. El cambio
establecido para esos pagos era de 11 bolívares por euro, pero el cambio actual
(mercado paralelo) está alrededor de 34 000 bolívares por euro, porque el
cambio oficial no lo maneja ni el Estado. Esto ha llevado al Senado español a
buscar una solución para los pensionistas afectados, que ahora viven de la
caridad, o de la asistencia de la Cruz Roja.
¿Cómo pagará Venezuela a sus
pensionistas residentes fuera del país? No se ve respuesta próxima. Ahora
Maduro confía en la respuesta afirmativa de los rusos, y, desde hace unos días,
también confía, es un decir, en la “indemnización histórica” que reclama a
España por “la masacre de los Borbones” en Latinoamérica, según gritó luego de
la celebración en España de la fiesta nacional del 12 de octubre. Una
celebración, sobre todo, a favor de la Constitución y nunca en contra de nadie.
Para este señor no pasa el tiempo. Quinientos años después no sabe asumir la
historia, como tiene la obligación de hacer todo político que se precie, que no
es el caso, y tomar lo bueno y desechar lo malo de los hechos pasados y de cuya
responsabilidad no son los responsables políticos actuales, como es obvio. Esto
suena a gato enrabietado, hambriento, acorralado y sarnoso, que es capaz de
saltar con las uñas en ristre sobre su propio pueblo con tal de salir de su
atolladero. ¿Cómo pagará Venezuela a sus pensionistas? Un secreto a voces. Tal
vez haya que decir, que, lamentablemente, de ninguna manera, o, quizás,
solamente con protestas y reclamaciones absurdas como forma de disimulo.
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