POR RODRI GARCÍA
A CORUÑA / LA VOZ 29/09/2017
En Venezuela «los libros se
han ido al cielo». Esto decía ayer en A Coruña,
con una sonrisa, el poeta y ensayista venezolano Rafael Cadenas (Barquisimeto,
1930) antes del recital que ofreció en Afundación. El lunes estará en
Compostela con su último libro En torno a Basho y otros asuntos (Pretextos).
«Hablo muy lentamente. La palabra me da mucho trabajo, no soy un potentado
verbal. Mi lentitud es conocida», decía, antes de referirse al régimen
venezolano: «Tiene rasgos fascistas, como por ejemplo los grupos armados de
civiles, la represión brutal de las manifestaciones, las detenciones. Tenemos
muchísimos presos y a veces hay órdenes de que determinados presos sean puestos
en libertad y la policía política se niega a obedecer esas órdenes.
-¿Usted reside en Venezuela?
-Sí, sí, como no.
Con el temor de todos los venezolanos, porque otro de los problemas es la
delincuencia.
-¿Ve alguna luz, una solución?
-Es muy difícil
porque se habla demasiado de diálogo pero el Gobierno no cede en cuanto a lo
que pide justamente la oposición, fundamentalmente reconocimiento de la
Asamblea Nacional, libertad de los presos políticos, el canal humanitario...
Eso refleja la crueldad del régimen: la oposición pide que se permita la
llegada sobre todo de medicamentos. Hay un libro de Fernando Ramírez cuyo
título lo dice todo: Democracia o barbarie. Ese es el dilema en el
que nos encontramos. Pero es justo decir que en Venezuela todavía quedan
espacios de libertad, amenazados, pero se mantienen. Hay mucha actividad
cultural a pesar del esfuerzo que se necesita para publicar revistas, libros,
periódicos. Las universidades autónomas se mantienen, muy aporreadas por la
hostilidad que tiene hacia ellas el régimen, pero están en pie.
-¿Se venden allí sus libros?
-El último libro de
mi autoría, En torno a Basho y otros asuntos,se vende en España a
15 euros. En Venezuela es incomprable por el problema de la inflación: en el
período democrático para adquirir un dólar se necesitaban cuatro bolívares; hoy
se necesitan 20.000 y eso afecta a todas las clases sociales pero especialmente
a las más bajas y, por supuesto, golpea a la cultura.
-¿Le preocupa el lenguaje?
-Estoy escribiendo
y publicando Contestaciones y Dichos. Hay un texto de Alphonse Daudet que me
interesa mucho: «Cuando un pueblo es hecho esclavo, mientras conserve su
lengua, es como si tuviera la llave de su prisión». Yo digo que a pesar de lo
mal que anda la nuestra, por el daño que le han causado los carceleros
poniéndola a su servicio, aún se mantiene gracias al principal antídoto de que
dispone: la lectura.
-¿Qué ha ocurrido con la lengua?
-En Venezuela se
habla incluso de una neolengua porque el régimen ha cambiado la lengua que
existía. En Cuba se
dice Libreta de Racionamiento; eso en Venezuela se llama Tarjeta de
Alimentación Segura [risa]. Ese es un ejemplo pero está la utilización para
todo de términos militares: mando, comandante, batalla, brigada... Es como si
se quisiera convertir al país en un cuartel. A veces hay denominaciones
absurdas como Estado Mayor de la Electricidad, eso significa el ministerio de
Energía. Las expresiones recuerdan la novela de Orwell 1984.
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