Por Rocío Arango Giraldo, 17 de octubre
de 2017
El Día de la Raza o la conmemoración del
descubrimiento de América a manos de Cristóbal Colón, 12 de octubre, me
recuerda a mi mamá. Porque todos los días por la mañana declamaba lo que le
hicieron aprender en el colegio, 50 años atrás, para la izada de bandera de ese
día. Hasta que yo por fin abría los ojos y ella gritaba “tierra a la vista”.
Pero este año a ese recuerdo tan bonito,
tan chistoso, le sumé la imagen tan triste que he visto últimamente no solo en
Medellín sino en varias ciudades de Colombia. ¡Una cantidad cada vez más grande
de venezolanos y venezolanas que llegan con “el encapillao”, como dirían los
abuelos! Buscando cómo ganarse la vida en los semáforos, como vendedores
ambulantes, en los restaurantes, en las peluquerías y hasta debajo de los
puentes.
Según la Asociación de Venezolanos en
Colombia, se estima que entre legales e ilegales hay más de 1.200.000 de ellos
que residen en el país. ¡Ninguna de estas personas está aquí por voluntad!
Están obligados a salir de su país por una dictadura que arrojó el país al
hambre. Aunque muchos de ellos cuenta con estudios profesionales y con estudios
de posgrado.
Lo que más me impresiona es que los
inmigrantes legales o ilegales provenientes de Venezuela, son personas de clase
media, que otro día tuvieron una realidad muy parecida a la que nosotros
tenemos a mediodía cuando almorzamos. Además nuestro país se ha convertido en
un destino para nacer para los cientos de bebés venezolanos que llegan al mundo
en suelo colombiano. Desde el año pasado es creciente el arribo de mujeres
embarazadas del vecino país que están llegando a tener sus hijos en Colombia,
frente a la precariedad que viven los hospitales del vecino país.
Las venezolanas, famosas por ganar cuanto
certamen de belleza global hay en el mundo, solo se les ve las curvas en las
areperías.
Pensar en ellos me llevó a reflexionar y
hoy le invito a cuestionarse, porque antes que cualquier otra distinción como
la nacionalidad, y otros tantos inventos y parafernalias sociales y económicas.
¡Antes que nada somos miembros todos de la especie humana! ¿Dónde está nuestro
sentido de la compasión?
La situación venezolana cada día se pone
más difícil e insoportable para sus habitantes. Nuestro gobierno está pasado de
tomar medidas más fuertes y cerrarle el paso al régimen de Nicolás Maduro.
¿No somos pues una misma raza?
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