Yedzenia Gainza 26 de diciembre de 2017
En
Navidad es normal querer hacer regalos a los niños y esperar el momento en que
con sorpresa abrirán sus regalos. Los tíos por lo general están para malcriar a
los sobrinos, y las tías como yo para regañar con peor cara que los padres,
castigar sin piedad y comprar chocolate. Sin embargo, en este país no se piensa
en chucherías ni en juguetes, sino en prioridades, en sobrevivir.
En una
de esas tiendas que está liquidándolo todo porque los dueños también se van del
país, encontré cositas para niños. Poco, pues hasta el San Nicolás de la
entrada comenzaba a dar señas de no poder más.
Entre
lo que quedaba encontré un par de zapatos en casi doscientos mil bolívares (los
más accesibles, prácticamente un salario mínimo), y mirando a una amiga y dije:
“si esto cuesta un par de zapatos y el salario mínimo es prácticamente lo
mismo, ¿cómo hace una persona para dar calzado a un hijo sin dejar de darle de
comer?” Antes de la respuesta de mi amiga, la vendedora que estaba cerca
escuchando intervino: “uno deja de comer para que el niño coma y deja de
comprarse zapatos para no dejar de calzarlo. Yo tengo un niño de ocho años y me
vengo a trabajar sin comer para que mi hijo coma. Como solamente una vez,
cuando llego en la noche, pero así voy aguantando y mi hijo no pasa hambre.
Además, tengo suerte, una mis compañeras está de reposo por maternidad y hoy
nos pidió comida porque lleva tiempo pasando hambre, está débil y el bebé se le
está enfermando también. Así que me puse de acuerdo con las demás para
regalarle un paquete de harina y algo con qué rellenar la arepa, porque ayer
comió una sola vez, por la noche, una arepa sin nada”.
¿Qué
se le puede decir a una madre en esa situación? Y lo peor, ¿cómo ayudarla si la
mayoría del país está igual o peor? Es terrible tener que escoger a quién
ayudar, hacer un triaje en base a las posibilidades propias, la necesidad, la
urgencia y la relación con los afectados. Es desgarrador ver a una mujer con
notables signos de anemia diciendo que come una vez al día para que su hijo no
pase hambre. Aquí no hay Navidad para nadie, y ahora entiendo al San Nicolás de
la entrada, aunque no estoy segura de si está deprimido o se le cae la cara de
vergüenza no poder cumplir su labor.
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