Giuseppe Platania 28 de diciembre de 2017
Wakü
nace de una inspiradora historia de superación personal y, con solo seis meses
en la capital española, ya ha logrado abrir su segundo local con altas
perspectivas de crecimiento.
“Nunca
nadie nunca logró nada espléndido fuera de quienes se atrevieron a creer que
algo dentro de ellos era superior a las circunstancias”. La historia detrás de
Wakü, restaurante que se ha especializado en una variada oferta de tequeños,
hace honor a la frase del reconocido escritor norteamericano Bruce Barton.
Pocos imaginarían que la grave enfermedad que padeció Roberto Achikar en 2006
terminaría inspirando un negocio familiar basado en la reinvención culinaria de
la gastronomía venezolana. Sin embargo, el optimismo del joven caraqueño hizo que
una tragedia se trasformara en una oportunidad empresarial.
Cuando Roberto
Achikar padeció su enfermedad, los médicos venezolanos le pronostican
unos pocos años de vida. En su cuerpo, los coágulos de sangre habían alcanzado
un gran número de órganos, lo que empeoraba su situación. Su familia decide
invertir sus ahorros para ingresarlo en un hospital de San Diego
(Estados Unidos), para lo que también fue necesaria la ayuda económica de
sus amigos, de algunos colegios de la capital y de su propia universidad. Si
bien la ciencia logró recomponer su estado de Salud, Roberto tenía en mente una
forma de devolver el dinero que había recibido para
salvarse: comercializar tequeños de sabores.
La
debilidad de su estado de salud le impide estar en las trincheras del proyecto,
donde es la familia la que toma las riendas. En el caso de Madrid,
la responsabilidad es asumida por su hermana Miriam quien, junto
con su esposo Anselmo Afonso decide continuar con el sueño de
Roberto. De ahí que nazca Wakü. “Al inicio todos seguían las
indicaciones y, sin darse cuenta, se fue convirtiendo en una receta familiar.
Esa que nosotros mantenemos y de la que cuidamos hasta el más pequeño de los
detalles”, afirma Afonso.
Primer
contacto con la cocina
La
formación profesional de Miriam y Anselmo son ajenas al mundo culinario.
Mientras que ella se formó en Comunicación Social en la Universidad
Santa María, él se graduó en Economía. Justamente los dos
ámbitos que fusionaron en su primera aventura como emprendedores: una
productora audiovisual. “Cuando decidimos mudarnos a España, lo que
intentamos fue trasladar esa empresa al mercado local, pero nos dimos cuenta en
solo seis meses que había sido un error”, afirma el cofundador de Wakü. Una
situación que le llevó a trabajar en un Burger King, mientras que
su esposa estaba en un Hamburguesa Nostra.
Afianzados
en el sueño de emprender, el matrimonio venezolano comenzó a buscar una nueva
ventana para invertir. “Pensamos que la idea de vender los tequeños podía
ser una buena opción. Sin embargo, como no estábamos seguros, empezamos a
vender a través de Instagram. Cada vez que teníamos un pedido lo
preparábamos, congelábamos y los llevaba yo en el Metro”, recuerda
Afonso. Una época en la que podía hacer una media de cinco o seis viajes
diarios, algunos hasta Alcalá de Henares.
Antes
de la inauguración, ambos tuvieron que destinar cerca de 100.000 euros para
dar el gran salto. “Normalmente, las inversiones para un local de estas
dimensiones oscilan entre los 50.000 y 80.000 euros, pero si
quieres hacer las cosas bien hay que subir un poco más el listón”, precisa
Afonso. La apuesta les ha salido bien, no solo por el número de clientes que
les visitan a diario, sino por los acuerdos que han cerrado con otros locales
de comida venezolana, como son John La Arepa; La
Sanducherie; y con Ávila Burger, que abrirá en breve en la
capital española.
“La
receptividad que estaban teniendo los productos nos hizo plantear la opción de
abrir una tienda y, con el apoyo de un abogado, empezamos el proyecto
en Chueca”, afirma. En muy poco tiempo lograron conquistar una buena cuota
de clientes, llegando a sumar una media de 80 a 100 personas al día,
“de los que un 60 por ciento son venezolanos, pero el otro 40 por ciento
españoles”, matiza el cofundador. Muchos de ellos impulsados por algunos de los
tequeños más solicitados entre los que, además del tradicional de queso, se
encuentran otros como el de Nutella, jamón, beicon, plátano, chistorra
o salmón.
El
éxito de Wakü les ha permitido dar el salto a su segundo
local, esta vez en el Centro Comercial La Vaguada, bajo un modelo
de sociedad empresarial. Con una plantilla de una decena de personas, el matrimonio
venezolano descarta la opción de convertirse en una franquicia, “para
poder cuidar de la receta familiar”. No obstante, ya saben cuáles serán sus
próximos objetivos: la apertura de su tercer local en Madrid e
“incorporar el tequeño entre las opciones de tapas en España”.
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