Antonio Carmona 19 de febrero de 2018
El
título no pretende ser un epitafio, sino evitar tener que escribir un epitafio
más… más allá de los que registran en vivo los medios de comunicación de casi
todo el mundo, contrastando lo que fue Venezuela para la América Latina y lo
que es hoy: Un capítulo de terror que se puede signar con la ya universal
fotografía de un venezolano ardiendo en llamas… por la represión de una
protesta, como tantos, en esa tenebrosa y criminal inquisición asesina y
fratricida.
Me
tocó vivir el nefasto Golpe de Pinochet muy lejos y muy cerca. Participaba del
Festival de Teatro Internacional de Caracas, donde grupos de teatro de toda la
región y parte del mundo participábamos de un encuentro artístico, de debate y,
sobre todo de hermandad, dirigida y confraternizada por los dueños de casa.
Desde que se supo la lúgubre noticia, los colegas chilenos tuvieron especial
atención para la de los dueños de casa para la comunicación con sus parientes,
así como apoyo a discreción mientras estuvieran condenados al exilio
pinochetista.
No
cabe duda que, en la práctica, la Venezuela de Maduro, la Venezuela de hoy se
parece más a aquel Chile de Pinochet con su cruenta asonada, que a aquella
Venezuela democrática, fraterna, de puertas abiertas para los exiliados, en los
tristes tiempos de las dictaduras continentales.
Los
países democráticos hoy deberíamos hacer memoria, de este triste exilio como el
de tantos venezolanos.
La
alianza de los 14 está dando ese buen ejemplo, con la declaración de la
ministra vocera del Gobierno del Perú, de los países hoy reunidos dirigida a
Maduro. "No podrá entrar al país andino ni tampoco sobrevolar su espacio
aéreo".
Paraguay
ha sido un país señero en esta causa. El mismo Maduro apenas segundón de Chávez
en aquel entonces, tuvo un rotundo no de los militares paraguayos, y de la
población mayoritaria, cuando trató de "ordenar" un fujimorazo contra
el Congreso Nacional.
Más
allá de eso, mucho antes, fueron muchos los exiliados paraguayos que tuvieron
asilo allí… en aquella Venezuela democrática, aunque algunos beneficiarios de
esa hospitalidad de antaño ya se han olvidado y hoy vitorean a la dictadura
madurista cuando entonces eran exiliados de la dictadura estronista; olvidados
de las críticas al dictador y a los entonces militares represores; notable y
cínica y acomodaticia posición; lo que criticaban del estronismo no lo ven hoy
en el chávez-madurismo. No hay peor ciego políticamente hablando, que el que se
quiere acomodar.
Expresó
la ministra… Es una buena consigna para demostrarle a esta gavilla de
delincuentes, que sigue arruinando a su país, su riqueza, no sólo la millonaria
del petróleo, la de tantos recursos naturales, la de tanta gente capaz y
generosa que no se ha prestado a su masacre proclamada con amenazas grotescas y
peroratas hitlerianas.
El
mensaje de la ministra peruana es un buen símbolo que tomar en este momento
como bandera solidaria: que estos suelos y estos cielos ya no están para esas
aves rapaces, sino para los ciudadanos que los han hecho grandes, contra sus
dictadores; como tantos venezolanos que hoy, como en los tiempos del vilmente y
aplicado y mal llamado Plan Cóndor, más bien plan de carroñeros, que sufren la
prolongación del Plan Carancho, sangrientamente chavista, hoy bajo las botas de
su guardaespaldas, a quien le nombró para prolongar el negocio de la claque en
el poder a costa del pueblo venezolano.
El
gobierno paraguayo ha mantenido una posición señera y firme dentro del grupo y
del continente, incluso cuando el genocidio estaba apañado por los gobiernos
"bolivarianos", "progresistas del atrasismo" de la región.
Argentina
está aplicando una frontera abierta y una acogida modelo para estos
venezolanos, de la Venezuela que también tuvo asilados argentinos bienvenidos,
huyendo de la criminal dictadura militar, como el Uruguay, como Chile, como
tantos otros.
Es
cierto que este exilio masivo y desordenado por las trabas puestas en su país,
incluso para el éxodo libertario, condenándolos a una penosa diáspora, sin
siquiera papeles para identificarse, crea dificultades, pero es de esperar que
puedan superarse, como veo que se está haciendo en Argentina.
Es
vital que la región asuma la consigna peruana, pero al contrario: hay lugar
para los venezolanos sobre estos suelos y bajo estos cielos latinoamericanos.
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