AICA 08 de marzo de 2018
La
Comisión Episcopal Pastoral Especial para el Enfrentamiento a la Trata de
Personas (Cepeeth) de la Conferencia Episcopal de Brasil (CNBB), tras finalizar
la “Misión frontera Venezuela”, realizada entre los días 1 al 4 de marzo, en
las ciudades de Boa Vista y Pacaraima, en el estado de Roraima señaló que “los
inmigrantes venezolanos viven “una realidad cruel y deshumana que reclama
respuestas rápidas, eficaces y articuladas de las Iglesias, del Estado y de la
sociedad en general”.
La
Comisión Episcopal Pastoral Especial para el Enfrentamiento a la Trata de Personas
(Cepeeth) de la Conferencia Episcopal de Brasil (CNBB), tras finalizar la
“Misión frontera Venezuela”, realizada entre los días 1 al 4 de marzo, en las
ciudades de Boa Vista y Pacaraima, en el estado de Roraima señaló que “los
inmigrantes venezolanos viven “una realidad cruel y deshumana que reclama
respuestas rápidas, eficaces y articuladas de las Iglesias, del Estado y de la
sociedad en general”.
Por
medio de una declaración, firmada por el presidente de la comisión, monseñor
Enemesio Lazzaris, obispo de Balsas, la Ceppeth denuncia situaciones
preocupantes, como “largas filas de inmigrantes y refugiados en busca de
documentación, transporte, alimentación y trabajo; niños desnutridos, enfermos,
sin escuela; juventud desocupada y sin perspectiva de futuro, expuesta a todo
tipo de vulnerabilidades; mujeres víctimas de violencia, explotación sexual y
laboral; personas inescrupulosas explotando la miseria de los hermanos
inmigrantes y refugiados en el trabajo y alterando los precios de los alimentos”.
La
comisión también pone de manifiesto “la falta de políticas públicas elementales
como alimentación, sanidad, higiene, seguridad, educación” manifestando su
profunda indignación al “constatar la ausencia y falta de compromiso de los
poderes constituidos en dar respuestas” al tiempo que subrayan con dolor “lo
mucho que nos falta para vivir el proyecto de Dios que nos hace a todos
hermanos y hermanas”.
Pero
en medio de esa situación –como escribe monseñor Lazzaris en la carta- la
Comisión pudo constatar también “muchas acciones fraternas y solidarias de
personas, familias, grupos, iglesias e instituciones de la sociedad civil”, así
como el apoyo de instituciones internacionales y de la Iglesia local que se
están dedicando al servicio a los inmigrantes y refugiados venezolanos de forma
prioritaria.
Las
comunidades eclesiales, en sus muchas expresiones (institutos religiosos,
parroquias, agregaciones laicales) están promoviendo actividades de acogida y
apoyo hacia los venezolanos, pero es necesaria una acción decidida del gobierno
para adoptar las medidas oportunas para gestionar un fenómeno migratorio de
tales dimensiones.
“Que
nos empeñemos firmemente en esta misión de acoger, proteger, promover e
integrar a nuestros hermanos y hermanas inmigrantes” concluye la Carta.
Según
datos de Fides el estado de Roraima, con 350 mil habitantes, ya acoge a 40 mil
venezolanos. Se estima que la cifra aumentará a 55 mil para el próximo julio.
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