Ramón Rivera Notario 27 de mayo de 2018
Escaparon de la violencia y el desastre
económico venezolanos y en poco tiempo han logrado posicionar sus negocios como
proveedores de restaurantes y hoteles. Queso llanero, pie de parchita y
chuletas ahumadas están entre sus especialidades.
Proveniente
de Caracas, César Ochea (39) se instaló en Chile con su mujer Eurelis (34) hace
un año y un mes. El embarazo de Eurelis detonó su partida de su país, ya que
temían tener a su primer hijo en el alicaído sistema de salud venezolano. Ella
es ingeniera y él profesional en comercio exterior. Antes de decidir venirse a
Chile, al visitar familiares que ya vivían en nuestro país, César notó que
faltaban productos ahumados como los que disfruta en Venezuela. Así que al
emigrar a Chile, el caraqueño ya tenía pensado que pondría un negocio para
explotar ese nicho. Y así nació "La Chacinería".
Con
este emprendimiento abastecen de distintas carnes ahumadas y embutidos, como
tocineta, morcilla, chorizos parrilleros, hamburguesas y chuletas ahumadas, a
restaurantes y minimarkets venezolanos y hoteles, además de poseer un "
food truck " en el strip center Portal Colina. Este camión les ha
permitido dar a conocer sus productos a los chilenos. César Ochea señala como
su valor agregado un proceso de ahumado "más artesanal" y "menos
químico", en el que usa aserrín de raulí y roble, "respeta los
tiempos" de la carne y aplica una mayor variedad de especias que lo que
acostumbra la cocina chilena. De preparar en un inicio 5 kilos a la semana, en
13 meses pasaron a 150 en la actualidad. Así, César se declara contento de
"luchar porque los venezolanos tengan un poquito de su tierra aquí",
y agradece el apoyo del Centro de Negocios de Colina, y su proveedor de carne,
Productos Galdames.
Como
ellos, son varios los venezolanos migrantes que se han dedicado a la
gastronomía en Chile, en principio para sus compatriotas, pero cada vez más
también para los mismos chilenos.
Mariana
Salazar (26) y su novio Jean (26) llevaban tres años con un emprendimiento de
pies y pasteles en Mérida, en el oeste de Venezuela. Pero luego de que
secuestraran a uno de sus clientes y fuera asaltada su cafetería, decidieron
venir a Chile. "A nosotros nos saca de Venezuela la inseguridad",
explica Mariana. En los tan solo seis meses que llevan en Chile -señala- han
logrado el nivel de negocios que les costó tres años en Venezuela.
"Porque
siempre he vendido algo, cualquier cosa. En el colegio vendía caramelos. Ahora
tengo una empresa en miniatura", indica Mariana. Estudió ingeniería, pero
se retiró a mitad de la carrera. Entró en una escuela técnica de hotelería y
servicios en Mérida, y se especializó en aprender cocina. "Siempre quise
hacer negocios, pero no sabía qué". Lo clave fue encontrar un nicho donde
no había mucha competencia. Y lo encontraron, junto a Jean, en la producción de
pies , con "La Piezería", mismo nombre que hoy usan en Chile.
Mariana
señala que hoy producen unas 15 tartas a la semana, contra tres de sus inicios.
En ellas también incluyen ingredientes chilenos, como su nuevo cheesecake de
pululos (forma de maíz tostado, popular en el norte de Chile). "Ahora
queremos probar haciendo una de huesillo". ¿Lo que más vende? Pie de
parchita, más conocida en Chile como maracuyá. Su producción va de momento
principalmente destinada a restaurantes venezolanos, aunque también reciben
pedidos a domicilio a través de Instagram.
¿Por
qué Chile? "Leíamos que había muchas oportunidades, que tomaban en cuenta
a los emprendedores, que era un país en pleno desarrollo. Apostábamos a que iba
a ganar Piñera y que eso iba a abrir más las oportunidades. Y de verdad, no nos
equivocamos". La emprendedora detalla también que a los chilenos les
gustan los pasteles un poco más dulces que a los venezolanos. Lo descubrió
gracias a degustaciones que improvisó en los parques Bustamante y O'Higgins de
Santiago -explica- antes de decidirse a aumentar su producción.
Irance
López (34) lleva dos años y tres meses en Chile, pero recién en enero comenzó a
producir quesos. Es contador, pero trabajaba en Santiago como administrativo,
cuando notó que la oferta de quesos venezolanos en Santiago no era mucha y
había poca competencia.
"Era
una necesidad que el venezolano tenía. El desayuno, la cena, se hace con
queso", dice. El más popular es el queso llanero, que se usa rallado sobre
pasta, arepas, pabellón y pastelitos, entre otros platos, detalla. Con su esposa
y primos, el natural de Maracay, en el estado Aragua, decidió probar suerte y
ofrecer afuera de la Vega Central cuajada, un producto parecido al queso
fresco. Resultó, y pasaron a vender queso a través de internet. Para ello,
arrendaron en un fundo en el sector de Melipilla tanto el lugar como la
maquinaria necesaria.
Una
característica que diferencia los quesos venezolanos de los que se comen en
Chile es que los últimos saben relativamente más dulce. Por eso decidieron
llamar a su emprendimiento "El Salaíto". Irance explica que buscaron
la forma de que el queso supiera "lo más parecido al original" que
tienen en Venezuela, pese a que el alimento, los cuajos y hasta las vacas son
diferentes.
Venden
su producto a restaurantes venezolanos, pero buscan expandirse al paladar
chileno, especialmente con el queso tipo paisa, que hacen en una versión menos
salada que en Venezuela. Empezaron con 15 kilos a la semana, y ahora están
produciendo tres veces más. "Chile nos ha recibido muy bien, con grandes oportunidades,
y no las hemos desperdiciado", concluye.
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