ENRIQUE DELGADO COPPIANO 25 de julio de 2018
Doloroso
es para el ejercicio democrático que vive América Latina, desde México hasta
Argentina, lo que ocurre en Venezuela y Nicaragua. De una u otra manera, la
vigencia del sistema que recoge la voluntad mayoritaria de los pueblos ha sido
respetada en todos los países que integran la OEA, cuyos actuales dirigentes se
esfuerzan para que los conflictos, que nunca faltan, sean solucionados
siguiendo los lineamientos que la organización propugna y sostiene, siempre en
beneficio de la totalidad ciudadana.
Hoy el
país cuna de Bolívar y Sucre, y otros próceres cuya vida entera se entregó al
derecho a la libertad, confronta una tremenda crisis ante la vulneración de
todo derecho a la misma, por las medidas atrabiliarias que el denominado
chavismo, encabezado por el dictador Maduro, pone en vigencia en su empeño de
seguir gobernando a su antojo, sin ninguna planificación, lo que ya condujo a
Venezuela, gran productor de petróleo, a una crisis económica – social sin
precedentes, que empuja a más de dos millones
de venezolanos, varones, mujeres, niños a una masiva migración.
Y
queda atrás una patria herida, empobrecida, con elecciones amañadas y un
Gobierno que no trepida en lanzar estamentos armados para matar a miles en una
barbarie que no se sabe cuándo termine.
Este
es el resultado de un plan maquiavélico del comunismo emanado desde Cuba, cuya
cúpula dirigencial se regodeó del regalo petrolero que hoy lacera de muerte a
su país y a otro hermano, Venezuela.
Ésta
última con los mismos principios políticos de Maduro aplicados en la hermana
Nicaragua, produce en ella una crisis política y social que se veía venir y
antes se demoró en producirse; y lo peor de esta catástrofe es que el sátrapa
en el poder no ha tenido temor alguno, ante los brotes de protestas por la
situación social en que viven más de seis millones de habitantes, en seguir el
ejemplo de los Castro.
Y así
el dictador Ortega, con 20 años en el poder, poniendo como vicepresidenta a su
mujer, Rosario Murillo, emprende una represión a sangre y fuego. En principio,
juega con una tregua de diálogo y la mediación de autoridades de la iglesia
católica, gana tiempo para equipar a cientos de sus seguidores, del Frente
Sandinista, que provistos de armas de fuego letal, luego de aceptar un alargue de
los diálogos, a estos jenízaros armados los lanza contra estudiantes y
ciudadanos que son asesinados impunemente. En pocos días, 365 muertos forman el
saldo trágico de la protesta legítima que sufren los que combaten a terroristas
armados partidarios de la pareja gobernante, que a sangre y fuego no trepidan
en seguir disfrutando de un poder nefasto erigido sobre cadáveres.
Los
países realmente democráticos tienen que intervenir para evitar que se siga
asesinando a todo un pueblo que solo anhela una patria mejor en el futuro.
Tomado
de: http://www.eldiario.ec/noticias-manabi-ecuador/477732-antidemocracia-venezuela-y-nicaragua/
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