Caritas 02 de julio de 2018
COMUNICADO
Directores
diocesanos de Caritas de Venezuela se pronuncian sobre la crisis y el irrespeto
a la dignidad de los venezolanos
Los
directores y delegados de Cáritas pertenecientes a la red de Cáritas de
Venezuela, en 28 Diócesis y Arquidiócesis del país, reunidos los días 19, 20 y
21 de junio, en la Casa Monseñor Ibarra de la Conferencia Episcopal Venezolana,
reflexionando sobre la grave crisis que afecta a todo el pueblo venezolano
especialmente a los más pobres, queremos dirigirnos a la opinión pública
nacional, como ciudadanos y cristianos comprometidos con nuestra gente, con el
anuncio del mensaje de nuestro Señor Jesucristo y con la inviolable dignidad
del ser humano.
Durante
este encuentro compartimos con preocupación la penosa situación que viven
nuestros hermanos, cómo sobreviven ante esta crisis económica y cómo la
diáspora de la migración aumenta cada día en nuestro país. Muy a nuestro pesar,
las coincidencias en el testimonio de todas las Diócesis tristemente nos
lleva a concluir que en este momento la dignidad humana está siendo agredida e
irrespetada, especialmente en aquellos que son los más vulnerables, en
los que se ha acentuado la fragilidad y dependencia por el déficit nutricional,
falta de medicamentos, el abuso de poder por parte del Estado y el deterioro de
servicios básicos indispensables como electricidad, agua, transporte,
carreteras, aseo urbano, gas doméstico, servicios hospitalarios, servicios
fúnebres, servicio de telefonía, acceso a internet, pérdida de un gran número
de medios de comunicación. La ruptura del orden social y de la
normalidad de la vida cotidiana es inocultable y está a la vista de todos los venezolanos.
Desde
Cáritas de Venezuela, pastoral social a cargo de la ejecución de la asistencia
y promoción del desarrollo humano, somos testigos presenciales de innumerables
expresiones que nos indican el recrudecimiento de la crisis.
1.- Aumenta el éxodo de venezolanos que, aún
sabiendo las dificultades en muchos países receptores, se ven forzados a partir
como la opción más viable para sobrevivir, trayendo un sin número
de familias desmembradas.
2. Incursión
en la minería ilegal, como oportunidad de sobrevivir y preservar calidad de
vida , con importantes daños inmediatos como la propagación de enfermedades
infecto-contagiosas (malaria entre otras), la esclavizante situación de trata
humana y, a largo plazo un notable impacto ambiental como la contaminación por
mercurio de ríos y desforestación de nuestras selvas.
3. Sentimos
dolor e impotencia al conocer tanto en zonas urbanas como en zonas rurales de
casos de intercambio sexual a cambio de dinero o comida, como forma de llevar
alimentos básicos a sus hogares, menoscabando todo valor social y humano.
4. Estamos
impotentes ante la reaparición de enfermedades prevenibles produce muertes y
afectan a niños y niñas en edades en donde los daños son irreversibles, ante el
deterioro de los avances que en seguridad social el estado venezolano construyó
por décadas.
5. Sufrimos
la situación violatoria a la dignidad en personas privadas de libertad,
retenidas en las comandancias y destacamentos de los cuerpos de seguridad
municipales y del Estado, quienes sufren enfermedad, desnudez, hacinamiento,
hambre e invisibilización.
Reconocemos
el trabajo que está realizando la iglesia católica unida en cada diócesis y
parroquias, en comunidades de vida consagrada, en movimientos de apostolado,
colegios y otras agrupaciones. Así mismo, con espíritu ecuménico, valoramos el
esfuerzo que llevan adelante diversas profesiones de fe y un gran número de
voluntarios de la sociedad civil a favor de los más afectados por esta crisis.
No
obstante ante la gravedad de las situaciones expuestas solicitamos al Estado
Venezolano la garantía de los Derechos a la Vida, Alimentación y salud tal como
está consagrado en la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela.
Así
mismo llamamos a toda la población a organizar o sumarse a tantas acciones de
solidaridad, así como a no perder de vista la perspectiva de derecho en cada
una de estas acciones, pues mientras aportamos trabajando por nuestra sociedad,
su valor, estabilidad y capacidades totales, exigimos el respeto de nuestros
derechos fundamentales y la posibilidad de seguir desarrollando toda labor de
acción social e intervención humanitaria, en pro del bienestar común y una
nueva dignificación de cada venezolano y venezolana.
Suscribimos
el llamado de la Conferencia Episcopal Venezolana a ser apóstoles de la
esperanza, perseverando en el mandamiento del amor y mirando en nuestro prójimo
el rostro de Nuestro Señor Jesucristo. Que el espíritu santo nos aliente con
fortaleza, entendimiento, caridad y sabiduría para seguir trabajando por el
bien de todos los venezolanos.
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