Anastasia Gubin 16 de agosto de 2018
Un grupo
de seis venezolanos, incluidos un bebé, fueron entrevistados en Colombia,
mientras caminaban hacia el Sur. Se han propuesto llegar a Buenos Aires,
Argentina.
“Ojalá
allá consigamos trabajo y nos den su apoyo”, dijo Keyler a La Nación, mientras
amamanta a su hijo. Es la única mujer.
Tienen
entre 21 y 24 años y forman parte del escenario del éxodo de venezolanos que
escapan de la miseria del régimen de Nicolás Maduro, y que según la Agencia de
la ONU para los refugiados (ACNUR), suman al menos 1,5 millones en el
extranjero.
“¿Te
imaginas qué se siente ser obligado a abandonar tu país quedando expuesto a la
explotación, la trata de personas, el abuso sexual, la discriminación y la
xenofobia?”, advierte ACNUR.
Es la
situación que quiere evitar la familia Leon, compuesta por: Johnoliver y José,
de 24 años, Keyler de 22, su esposo José Rojas de 23, el hijo Johnayker Rojas
de un año, y Marcos Reyes de 21. Son jóvenes y van cantando por el camino con
todas las ilusiones.
“Me
siento muy entristecido /
por lo
que está pasando /.
Veo
cómo en mi país hermano /
tienen
que matar la raza humana /.
En
Venezuela se está terminando el respeto a la vida”,
dicen
sus versos.
Partieron
de Barquisimeto, menos su allegado, Marcos, quien lo hizo desde San Felipe; y
luego se juntaron el 13 de julio en La Parada, un barrio colombiano de la frontera,
en los alrededores del Puente Simón Bolivar.
Desde
aquí comenzaron su caminata de 8000 km a la capital de Argentina, país en que
los venezolanos el año pasado alcanzaron a romper un récord de inmigrantes,
como la tercera nacionalidad de residencias otorgadas, según La Nación.
“Me
imagino un país hermoso”, declara Marcos al medio argentino, con mucha ilusión.
“Salí
no por temer, sino buscando una meta, buscando un trabajo, mejorar mi vida, un
futuro. Sé lo que mi familia está pasando. A veces pienso, porque yo he vivido
allá, sé lo que es la situación que está viviendo Venezuela. Mi familia es la
mejor, éramos 8 hermanos, dos murieron al nacer, soy el sexto. Llevaba una
cadena y tuve que venderla. Llevaba una pulsera y tuve que venderla, pero aquí
vamos”.
El 24
de julio ya habían llegado a Cali. No tienen dinero para alimentarse y menos
para un hospedaje, o un pasaje de autobús, por lo que sus destinos son
inciertos.
“Un
ratico a pie y otro ratico caminando”, dice Johnoliver. Quien dejó a su hija y
familia por no tener qué comer en Venezuela. En Buenos Aires, explica, tiene un
primo que les contó sobre posibilidades de trabajo.
“Mi
meta es conocer Buenos Aires. Vi por Internet la parte céntrica y un puente que
está como en el mar, se ve demasiado bonito”, agregó, sosteniendo que “el que
emigra de su país es el más trabajador, el que quiere salir adelante”. Con oficio
de repostero.
Su
hermana Keyser se alegra por su bebé que es “el único que come cuando quiere”.
Ella dejó a su otra hija de 4 años al cuidado de su abuela. “Pensé en traerla
también, pero iba a ser muy difícil”, lamentó. Algún día espera reencontrarla.
“Me da
mucha tristeza. Ya en Venezuela no se puede. Nosotros ya no podemos estar
allá”, dijo.
Los
padres viajan con un cochecito y en el camino aveces reciben ayuda solidaria.
“Hoy temprano nos dieron unas arepas, pan y agua”, explicó.
En
total 176.000 venezolanos pidieron las condiciones de refugiado de los últimos
3,5 años en algún país del mundo, un aumento en un 2,000% desde el 2014, pero
muchos no lo están solicitando. El proceso es lento. De acuerdo a ACNUR,
“cientos de miles de venezolanos permanecen sin documentación o permiso de
estancia legal en los países en que se encuentran”, en busca de una residencia
futura.
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