João Fellet 08 de septiembre de 2018
Huyen
del colapso económico en su país, y ante las hostilidades en algunas ciudades,
centenares de venezolanos están buscando abrigo en comunidades indígenas del
lado brasileño de la frontera.
Este
movimiento ocurre mientras crecen las tensiones entre venezolanos y brasileños
en varios centros urbanos, que incluso terminaron en enfrentamientos en
Pacaraima, en el estado brasileño de Roraima, el pasado mes de agosto.
Líderes
comunitarios dijeron a BBC News Brasil que entre los venezolanos que llegaron a
las aldeas hay indígenas y no indígenas.
La
mayoría de los poblados queda a los lados de la carretera BR-174, que comunica
Boa Vista —capital de Roraima— con Venezuela.
Edinho
Macuxi, coordinador del Consejo Indígena de Roraima (CIR), organización que
representa a 237 comunidades indígenas del estado, afirma que los venezolanos
están durmiendo en las casas de los residentes, con quien negocian
los términos de la estancia.
Muchas
veces, dice, los inmigrantes se comprometen a ayudar con los trabajos en el
campo u otras actividades durante la permanencia, que suele durar varios meses.
Macuxi,
sin embargo, también afirma que muchos residentes están descontentos con la
llegada de venezolanos y con el impacto sobre los servicios públicos.
Temen,
además, que los venezolanos nunca dejen su territorio.
"Cuando
tienes una comunidad de 300 personas y de repente tienes que atender a 600, una
situación que ya no era buena se vuelve todavía más complicada", dice.
Protestas
contra la inmigración
El
pasado fin de semana, un pequeño grupo de indígenas protestó en la BR-174 en
Pacaraima, pidiendo un control más rígido en la frontera.
En
mayo, tres organizaciones indígenas de Roraima (Sociedad de Defensa de los
Indígenas de Roraima, Alianza de Integración y Desarrollo de las Comunidades
Indígenas de Roraima y la Asociación de Desarrollo de los Pueblos Indígenas
Taurepangs del Estado de Roraima) se declararon a favor de la propuesta de la
gobernadora del estado, Suely Campos, de cerrar temporalmente la
frontera.
La
posición, no obstante, no es unánime entre los indígenas del estado,
especialmente entre los que tienen vínculos con los indígenas
venezolanos.
Hay
tierras indígenas en prácticamente la totalidad de los 2.200 km del lado
brasileño de la frontera con Venezuela. La mayor de ellas, perteneciente al
pueblo Yanomami, tiene casi la misma extensión que Portugal.
Y el
desplazamiento de indígenas en regiones de la frontera es común desde
que las divisiones entre los países sudamericanos cruzaron los territorios de
esos pueblos.
De
hecho, en varios puntos del continente, las fronteras separaron etnias o se
interpusieron entre grupos que mantenían alianzas.
Solidaridad
y aprehensión
Uno de
los puntos de concentración es la comunidad de Três Corações, en el municipio
de Amajari, en Roraima.
En al
menos cuatro poblados (Sorocaima, Bananal, Samã y Boca da Mata), la mayoría de
los inmigrantes son indígenas de la etnia pemón, que habitan el lado venezolano
de la frontera y comparten lengua y costumbres con los
taurepang, del lado brasileño.
"Ellos
relatan que la situación del otro lado está muy difícil y no tienen más dinero
para comprar comida", dice a la BBC la activista indígena Telma Taurepang,
que estima que hay centenares de venezolanos en las aldeas.
Candidata
al Senado en Roraima por el Partido Comunista Brasileño (PCB), Telma afirma
que, a pesar de los lazos históricos con el grupo, las comunidades son sumamente
aprensivas.
"Nosotros,
los indígenas, no tenemos fronteras. No queremos expulsar a los hermanos
venezolanos, mucho menos a los familiares, pero los desplazamientos grandes y
no planeados provocan problemas", dice Telma.
Agrega
que las comunidades están molestas con la situación. Muchos temen que los
venezolanos porten enfermedades. Este año se registraron más de 200
casos de sarampión en Roraima, la mayoría entre venezolanos.
"El
clima puede empeorar si llegan más, porque puede convertirse en un caosen
la cuestión sanitaria", dice la activista.
Telma
reclama al gobierno federal que envíe más recursos para los servicios públicos
y la recepción de inmigrantes en Roraima, para desahogar a las comunidades.
Flujo
de inmigrantes venezolanos
Hace
dos semanas, 25 indígenas venezolanos de la etnia warao llegaron
al estado de Pará, donde fueron acogidos por una comunidad munduruku.
Y en
los últimos años, conforme crecía la crisis en Venezuela, centenares de
indígenas de ese grupo llegaron a ciudades del norte de Brasil.
La
Secretaría Especial de Salud Indígena (Sesai), órgano del Ministerio de Salud,
informó en una nota remitida a BBC News Brasil que los "servicios
prestados a la población indígena que vive en territorios indígenas se
mantienen de forma rutinaria".
La secretaría
informó que, desde el año pasado, notó un aumento del flujo migratorio en
los distritos sanitarios colindantes con Venezuela.
"El
impacto más significativo para los equipos multidisciplinares de salud indígena
se produce en la realización de la cobertura de vacunas y en la intensificación
de la vigilancia epidemiológica en esos lugares,
principalmente en las áreas más cercanas a la frontera", afirma el
organismo.
Crimen
organizado
El
director de la Federación de las Organizaciones Indígenas del río Negro (Foim),
Marivelton Baré, dijo a BBC News Brasil que las comunidades de la región están
preocupadas por el tránsito de personas vinculadas con el crimen organizado y
el aumento de robos y hurtos en las aldeas.
Según
Baré, el movimiento de extranjeros por tierras indígenas del río Negro aumentó
en el último año. Explica que muchos entraron por Cucuí, en el estado de
Amazonas, en la triple frontera entre Brasil, Venezuela y Colombia.
A
finales de julio, el ejército incautó media tonelada de marihuana en un barco
en Santa Isabel do Río Negro, también en la frontera con Venezuela. Se cree que
la carga iba camino de Manaus.
Baré
agregó que la Fundación Nacional del Indio (Funai), órgano federal responsable
de la protección de las tierras indígenas, no está logrando impedir el ingreso
de extranjeros.
"La
inseguridad es general", dice Baré. "Nuestras comunidades y
ciudades son muy vulnerables".
Contactada
por la BBC, la fundación no se posicionó sobre la entrada de extranjeros en
territorios indígenas.
"En
la región de la frontera, la actuación de la Funai también mantiene en
funcionamiento los flujos necesarios para que se pueda hacer frente a su misión
legal de proteger y promover los derechos de los pueblos indígenas que se
encuentran en territorio brasileño", dijo la fundación en una nota.
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