domingo, 21 de octubre de 2018

Éxodo por crisis venezolana preocupa a Latinoamérica, por @Dialogo_es




Gustavo Arias Retana 20 de octubre de 2018

Naciones hospitalarias enfrentan grandes dificultades ante los miles de venezolanos que dejan su país a diario.

Miles de venezolanos emigran a países de Latinoamérica; escapan de la aguda inestabilidad generada por el Gobierno de Nicolás Maduro. De acuerdo con Eric L. Olson, director adjunto del Programa de América Latina del Centro de estudios Wilson, el éxodo ya está catalogado como la peor crisis migratoria en la región durante los últimos 50 años. Varios países enfrentan los desafíos de albergue, xenofobia y crimen organizado generados por la oleada masiva de nuevos colonos.

Según la Organización de las Naciones Unidas (ONU), 2,3 millones de venezolanos viven en el extranjero. De esa cifra 1,6 millones se han ido desde 2015, cuando la crisis empeoró bajo el mandato de Maduro. El principal destino de la emigración es Colombia, donde hay más de un millón de venezolanos, pero Perú, Chile, Ecuador, Argentina, Panamá y Brasil también reciben flujos importantes de personas.

El éxodo no es nuevo, según explicó a Diálogo Rafael Uzcátegui, coordinador general de la organización no gubernamental Programa Venezolano de Educación Acción en Derechos Humanos. “Se ha intensificado durante los últimos meses por los problemas económicos y sociales que vive el país”, aseguró.

“Las razones por las cuales las personas se van de Venezuela no son solo políticas, también la gente escapa de la inseguridad ciudadana y la crisis económica”, aseguró Uzcátegui. “Se han dado cinco oleadas migratorias: la primera de empresarios, la segunda de personas de clase media opositoras al Gobierno, la tercera de perseguidos políticos, la cuarta de personas de los sectores populares y la más reciente, bien particular, de exfuncionarios del oficialismo y de personas que fueron entusiastas del chavismo”.

La situación plantea en el resto de la región el desafío inmediato de hacerle frente al cobijo de los venezolanos y asegurarles el acceso a condiciones básicas de salud y protección. “Los países de la región han puesto en marcha distintos mecanismos de regularización para los venezolanos emigrantes, que les permiten tener acceso a los servicios básicos como salud, educación y trabajo”, dijo a Diálogo Olga Sarrado, vocera en Venezuela de la Agencia de la ONU para los Refugiados (ACNUR). “En este momento, más de 727 000 venezolanos cuentan con un permiso que regulariza su estancia en el país de acogida. Desde 2014 más de 336 000 venezolanos han solicitado la condición de [emigrantes] en el mundo”.

Colombia, Perú y Ecuador piden a los venezolanos pasaporte o un permiso especial para entrar y permanecer en esos países. Chile y Panamá solicitan una visa que se debe tramitar mediante un consulado y Brasil requiere solo una cédula de identidad, pero ya las autoridades brasileñas han evaluado limitar el ingreso de venezolanos.

Por su parte, el Gobierno de Maduro niega que exista una emergencia y ha organizado algunas repatriaciones con puesta en escena televisiva. A finales de agosto, Jorge Rodríguez, ministro de Comunicación de Venezuela, declaró a la prensa que la existencia de una crisis eran “fake news [noticias falsas] difundidas por gobiernos xenofóbicos y racistas”.

Expuestos al crimen organizado

Sarrado y Uzcátegui coinciden en que una de las preocupaciones más importantes que trae la emigración de venezolanos a la región es que existen redes del crimen organizado que se aprovechan de la crítica situación. Uzcátegui agregó que las irregularidades se presentan desde la obtención de un pasaporte para salir del país, ya que el mercado negro aprovecha las dificultades que existen para conseguirlo por las vías formales. “Salir sin documentos dificulta la llegada a cualquier país y hoy los venezolanos salen sin un pasaporte válido, porque debido a la cadena de corrupción no se consiguen por los mecanismos regulares y hay que comprarlos en el mercado negro por entre USD 800 a USD 1200”, dijo.

Una vez que logran salir del país, ya sea con o sin pasaporte, el acecho de los grupos organizados no se detiene. Sarrado explicó que ACNUR ha detectado redes ligadas a la trata y la explotación sexual que se aprovechan de la condición de vulnerabilidad de los emigrantes. “Los venezolanos, sobre todo aquellos que se encuentran en situación irregular se exponen a grandes riesgos como la trata de personas, la explotación sexual y laboral o al reclutamiento por parte de grupos irregulares”, aseguró.

Xenofobia y tensión social

Otro de los fenómenos que acompaña la diáspora venezolana es que su llegada a los países anfitriones desencadena expresiones y acciones xenofóbicas. La discriminación es notoria cuando el arribo se concentra en regiones que de por sí se encuentran deprimidas por su economía.

Un caso en particular se presentó en Brasil durante agosto de 2018. En el estado fronterizo de Roraima, zona por donde ingresan la mayoría de venezolanos, se produjo un ataque en contra de un campamento levantado por unos 2000 inmigrantes. La acción fue ejecutada por vecinos que afirmaban que un comerciante brasileño había sido golpeado y robado por cuatro venezolanos.

Otro ejemplo es Perú, donde se han multiplicado los casos de ofensas a venezolanos. La muestra principal de rechazo es el uso, tanto en redes sociales como en las calles, de sobrenombres despectivos para referirse a los emigrantes que llegan al país andino.

“Han sido respuestas que se han dado en situaciones similares, que se pueden mitigar si existen políticas de acogida para estos emigrantes, y una comprensión del por qué no pueden quedarse en sus países”, afirmó Uzcátegui. “Estos focos pueden contenerse si hay la suficiente información al alcance del ciudadano común sobre la gravedad de la emergencia humanitaria en Venezuela; información que despierte los sentimientos de solidaridad. Pero también los gobiernos de los países receptores deben ofrecer las garantías suficientes para que las ventajas de la inclusión formal sean mayores que las de permanecer en condición irregular, entre ellas la no devolución [de personas], documentos y el acceso a educación, salud y trabajo”, finalizó.


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