Íñigo Errejón |
Thays Peñalver 08 de noviembre de 2018
Gracias
a Chávez, tras haber sido un partido emergente pasaron a ser una coalición que
representa el pasado europeo más obstinado y arcaico. De ser los más jóvenes, a
representar las ideas más viejas
A diferencia
de mis coterráneos y muchos amigos españoles que me expresan su inmensa preocupación,
a mí, después de tragar grueso por la indignación, me parece estupendo que
políticos como Iglesias digan que le da “envidia” los que vivimos en Venezuela
o que ¡Chávez es Dios!. Celebro amigos que Errejón exprese que España “necesite
mucho” ese “cálido viento” proveniente de Venezuela y que en mi país la cosa
marche bien porque hacemos “tres comidas al día”. Trago grueso, pero no me voy
a poner a rebatir cifras en mano lo que cualquier español puede ver en un
telediario sobre mi país, o los millones que abandonan en gigantescas oleadas
el “estado de bienestar chavista” o rebatir que la culpa es de un bloqueo
yanqui, cuando es Donald Trump quien paga todo el dinero que tiene Venezuela y
que, cuando los chinos no quisieron prestar más, fue Goldman Sachs quien le dio
el dinero, entre otras cosas, para pagarle las cuentas a los asesores
españoles.
De
hecho, amigos, una vez superada la lógica indignación me atrevo a explicar que
lo que necesita España es precisamente eso, que no paren de hablar, que no
callen como lo hicieron aquí, porque ya en mi país lo hecho, hecho está, pero
esas palabras son estupendas para evitar que pasen como lo hizo Chávez,
engañando al planeta entero sobre sus verdaderos proyectos e intereses.
Tampoco,
y debo ser honesta, los voy a responsabilizar de que estamos así en Venezuela
por su culpa, pues a los que les ha ido mal es a ellos por haber aceptado el
corrupto y envenenado dinero de Venezuela, del que hoy -como toda buena mafia-
no se pueden escapar y están obligados a defender lo indefendible. Tampoco me
santigüé el día que nos enteramos que Juan Carlos Monedero había asesorado a
Chávez, porque cualquiera que lea sus libros pensaría de inmediato que “a este
le va a ir muy mal”, porque a fin de cuentas lo que pretendía Chávez no era
otra cosa que implementar sus críticas a la Alemania comunista. Así que
Monedero la tenía cruda, pues el destino de sus clientes no era otro que perder
toda la legitimidad, cuando incapaces de producir y causándoles pánico a los
cuatro gatos que trabajaban, terminaría “paralizado, estancado, carente de
movimiento”, mantenido “merced al uso exclusivo de la represión” (Monedero, en
1993)
Pero
Monedero dijo lo mismo que todos los anteriores asesores y lo despidieron,
teniendo que contratar a otros de menor calado y mayor amplitud, lo que bien
vale una explicación. Verán, el asunto que pocos conocen es que la
petrochequera convocó primero a los mejores pensadores rusos y de la RDA a
partir del año 99, quienes le explicaron
a Chávez que lo que pretendía hacer era una autentica salvajada. ¿Cómo podía
una nación que no producía ni un tornillo decir que era el futuro de la
revolución? Una cosa es que el venezolano siempre dijera que “no era suizo”
pero otra cosa -cercana al insulto- era tratar de decir que una nación cuya
mayoría vivía en casas de cartón, sin trabajo y con una educación media
equivalente a la de un niño de once años, podía alcanzar lo que no hicieron los
industrializados rusos y alemanes. En fin, que el insulto no podía ser más
evidente, cuando desde la jungla explicaban implícitamente que les darían una
lección a esos idiotas revolucionarios europeos.
Más
tarde y frente al portazo en la cara, el gobierno trató de contratar a las
mejores mentes de los satélites soviéticos, cortejando entre otros al mismísimo
Istvan Mezarosh, quien les contestó públicamente y en televisión que los que
hacen socialismo en países sin desarrollo “son unos loquitos (…), fue
inconcebible en la URSS o en una nación del tamaño de China. (…) Ese es un
pensamiento que lleva al desastre (…), tratar de implementar el socialismo
sobre la base de una economía extremadamente atrasada es terrible”.
Finalmente
llegaron, por descarte, los comunistas pirenaicos de menor calado, porque una
vez descartados a los del sentido común, siempre se puede encontrar en los
Pirineos a algún profesor de menor calado francés o español que por algunas
pelas -hoy eurillos- defienda las teorías de Idi Amín o Dos Santos de cómo
hacer revolución en el Tercer Mundo y le aplauda -como a Amín- los conceptos de
guerra económica o que aplaudan la “justa repartición de la riqueza” en Angola,
sin importar que posteriormente la hija de Dos Santos termine en la lista de
billonarios de la revista Forbes, en señal de cómo terminan en realidad las
teorías europeas en el Tercer Mundo y en especial la de las justas
reparticiones socialistas.
Pero
la suerte, si podemos llamarla así, es que nunca había ocurrido que esos
asesores conformaran un partido político, y eso es extraordinariamente
beneficioso para España, así que digan todo lo que tengan que decirle a los
votantes españoles, porque algo bueno hay que sacar de todo esto. Y es que
gracias a Chávez -entre muchas otras cosas y errores – esos mismos asesores
pasaron de tener el primer partido en votos (barómetro del CIS), aquel que
“lleno de energía transformadora” era una “gigantesca amenaza para barrer al
bipartidismo”, a un Frankestein de la política conformado por decenas de piezas
de cadáveres políticos. Gracias a Chávez, después de haber sido un partido emergente
con concepción propia, originado y apoyado en la indignación de millones de
españoles, pasaron a ser una coalición que representa el pasado europeo más
obstinado y arcaico. De ser los mas jóvenes, a representar las ideas más
viejas.
Así
que sigan hablando bastante del chavismo, porque es bueno para España; que no
se detengan, celebremos y publiquémosle todo lo que tengan que decir de las
“bondades” del chavismo y su revolución. Hablen, para que las bases
democráticas e independientes de Podemos entiendan bien el concepto de “Chávez
es Dios” y luego comparen al ver el estalinismo más recalcitrante en el seno de
su partido. Hablen, no se detengan, para que la base industrial y comercial
española vea su futuro reflejado en las industrias venezolanas arrasadas y
culpadas de hacer la misma guerra económica que señalaban Amín y Dos Santos.
Hablen, para que los medios de comunicación españoles sepan el futuro que les
depara la “libertad de expresión” que proponen. Hablen para que sepan cómo será
exactamente el futuro programa de “respeto a la oposición”.
Que
hablen, que no se callen, porque la mera existencia de esas ideas en Podemos
ayuda nada menos que a enterrar lo que había mal y rescatar lo mejor de la
política española. Porque el español, ese que sueña con un mejor porvenir, que
desea con fuerza progresar, no se conforma con hacer solo tres comidas al día,
importadas y entregadas por una caja de cartón -pagadas por Trump-. Por eso el
extremo de esos asesores parlanchines es precisamente lo que permite descubrir,
con autentica precisión, que parte del cuerpo político es el que proviene el
olor de ese “cálido viento” y hace que la aplastante mayoría de los votantes
españoles simplemente se tape la nariz.
Repito
que hay que celebrar esas palabras y sobre todo la suerte que tiene España, que
no es otra que los asesores de Venezuela y de Podemos -me disculpan el
sarcasmo- son los mismos.
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