María Fernanda Arreaga 11 de diciembre de 2018
Estilistas de la tierra de las “misses”
asesoran a los ecuatorianos. Los hombres ahora se preocupan más por sus
cabellos y las cejas, mientras que ellas por las uñas.
No
usan gorras o chompas con distintivos, no venden arepas o jugos en las
calles ni se paran en los semáforos a pedir dinero.
Los
venezolanos Divinson Ortega, Jéssica Castillo, Jesús Mateo, Ángel Sarmiento y
Jéssica Ruiz trabajan para embellecer a los guayaquileños, a los turistas y a
sus paisanos. Ellos llegaron a Ecuador hace menos de un año debido a la
situación económica que atraviesa Venezuela, donde ya estaban inmersos en el
mercado de la belleza.
Jesús
Mateo pasa la máquina para cortar cabello por el costado izquierdo a un cliente
hindú en las calles capitán Nájera y Eloy Alfaro. Hace lo mismo del lado
derecho para dejar más volumen.
La
técnica se denomina fade o degradado, uno de los estilos más requeridos. Es el
look de David Beckham y Cristiano Ronaldo.
El
estilista, de 29 años, lleva cuatro meses en el país, pero antes pasó por
Brasil y Colombia, donde laboró como barbero. Dejó el estado Vargas (Venezuela)
para buscar nuevas oportunidades.
Jesús,
con 13 años de experiencia, corta el cabello y a la vez da consejos en la
materia. “El estilo da presencia a un hombre”.
Sin
embargo, reconoce que algunos regresan a destiempo. “Los ecuatorianos se cortan
cada dos meses o a veces hasta más”. Lo deben hacer dos veces al mes.
En el
mismo salón labora Jéssica Castillo, de 30 años, quien pinta las uñas de los
pies a una adulta mayor. Lo suyo es manicura y pedicura. Ella inició cuando era
adolescente en Táchira (Venezuela).
Hace
20 días ella subió a un bus y tras cinco días arribó a la ciudad puerto. A los
ocho consiguió trabajo en este salón donde la mayoría son sus
compatriotas.
Ella,
que proviene de la tierra de las “misses”, recomienda a las clientas que se
retoquen cada 15 días. “Los hombres se enamoran de una mujer por los pies
y manos”, comenta con picardía.
Observa
que cada vez más aumenta el interés por acudir a los salones. “Me piden
distintos diseños que los realizo con mucho gusto. Gracias a este trabajo
mantengo a mi familia, pues mi esposo no tiene empleo”.
En
cambio, Divinson, de 21 años, trabaja para Barber Shop The Elegance, al norte.
Él hace estilos (de clásicos a modernos) y cambia looks.
Para
él, que está desde hace seis meses en el país, el mercado va creciendo. “Los
hombres, como las mujeres, necesitan estilista. No somos peluqueros sino
barberos”.
Ángel,
su colega, atiende a un adolescente en el mismo salón. Le hace un corte clásico
y le baja el volumen con máquina. Termina tras el lavado de cabello y su
secado.
Otro
joven le enseña una foto de Cristiano Ronaldo y le dice que quiere algo
parecido.
Ángel,
oriundo de Valencia (Venezuela), posee casi un lustro de práctica. En su país a
la gente le gusta estar bien arreglada. “El cabello da presencia”, comenta.
Él
también “esculpe” las cejas. Los costos de ese trabajo van desde $ 3 a $ 5.
El
cliente Julio Moreno, que acudió con su hijo José, de 13 años, asegura que la
atención de los venezolanos es buena. Los foráneos -acota- ofrecen tips acerca
de lo que va con la edad del usuario. “Cuando hay dinero aprovecho para que me
apliquen mascarillas”.
Jéssica
Ruiz es otra venezolana que encontró un nicho laboral en la belleza. Ella
hace medio año comenzó vendiendo arepas y hoy es manicurista en un gabinete y
atiende a domicilio.
Para
la caraqueña hay ecuatorianas bellas ocultas. Y ellas las ayuda a descubrirse
con uñas acrílicas. “Son un boom”. Ella ahora las asesora y así ayuda a
su familia. (I)
Tomado de: https://www.eltelegrafo.com.ec/noticias/sociedad/6/venezolanos-look-guayaquilenos-cortesdecabello
Tomado de: https://www.eltelegrafo.com.ec/noticias/sociedad/6/venezolanos-look-guayaquilenos-cortesdecabello
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