Esteban Pittaro 02 de febrero de 2019
Emerson tiene 44 años. Hasta
marzo de 2017, era fiscal octavo de Carabobo, en Venezuela. Hoy es un orgulloso
pastelero en Mar del Plata, Argentina, que con su familia conquista paladares y
corazones por igual. Pero el camino, tuvo sus avatares.
Emerson
tuvo que abandonar su exitosa carrera judicial en Venezuela agobiado por las
necesidades, pero sobre todo por las presiones gubernamentales que recibía para
ejercer con libertad sus responsabilidades. Con su esposa Diliana, también
abogada, tomaron la decisión de buscar nuevos horizontes.
Primero
Emerson viajó a Estados Unidos. Allí trabajó como cocinero unos meses, hasta
juntar el dinero para comprar el pasaje para su esposa y sus dos hijos,
Anastasia y Ramón. La historia de miles de profesionales venezolanos que
emigraron a Estados Unidos. Pero ya allí, una amiga de ellos les sugirió “Mar
del Plata”, una ciudad argentina de la que no habían oído hablar. En su país de
origen, era del puerto, y Mar del Plata, ciudad balnearia con puertos y playas,
además de ser una de las ciudades argentinas más pobladas, les encantaría.
A “La
Feliz”, como se la conoce a Mar del Plata, llegaron en mayo del año pasado. Las
primeras semanas, el horizonte laboral no parecía claro. Convalidar el título
de ambos, llevaría por lo menos dos años. Y en muchos trabajos, les decían que
estaban sobrecalificados. “Cuando uno llega a un país la prioridad es buscar el
bienestar de la familia. Dejar de lado toda una carrera hecha en el país y
buscar la forma de sacar adelante a la familia”, declaró Emerson a Radio Mitre
Córdoba. Y fue así que con Diliana retomaron ese viejo gusto hogareño, los
ponquesitos, que en la Argentina rápidamente reconocieron como los cupcakes.
Los
ponquesitos venezolanos no sólo resultaron ser una delicia para los argentinos.
El empeño, la sonrisa, y el amor que en cada venta han puesto, reflejada en la
cuenta de Twitter de Instagram @cupcakesconsaborvenezolano
Diariamente,
Emerson comparte selfies con los clientes de comercios de Mar del Plata,
describe las calles de La Feliz, relata las virtudes de esos negocios invitando
a conocerlos, y cierra con una frase que invita a la reflexión. Los posteos
recolectan likes y comentarios, todos agradeciendo el haber conocido a este
noble emprendedor.
Emerson
es un dignísimo pastelero y estupendo vendedor, y eso, aunque no sobre, permite
que el pan a la familia le alcance. Pero quiere a su país y en distintas
entrevistas expresó que sueña con volver. El 23E gritó con brío, y participó
desde La Rambla de Mar del Plata, frente al mar, de una manifestación de
venezolanos que reclamaron un gobierno de transición y elecciones libres en
Venezuela.
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