José A. García 28 de abril de 2019
Primera Vigilia Mundial por Venezuela,
realizada en Belgrado, Serbia para protestar por el reciente apagón que originó
un caos indescriptible y numerosos muertos.
Aunque
vivo en Madrid, visito Belgrado lo más que puedo. Me encanta esa ciudad, no es
la más bonita ni la más glamorosa pero es auténtica. Esta última vez se
celebraba la Vigilia Mundial por Venezuela, actividad organizada en 200
ciudades para protestar por el reciente apagón que originó un caos
indescriptible y numerosos muertos.
Quería
colaborar de alguna manera. Pero me enfrentaba a varios obstáculos:
Hay
pocos venezolanos en Belgrado, aunque es un pueblo amable y abierto la
burocracia complica la inmigración. Ya me veía solo, en el medio de la ciudad,
portando una pancarta y la vela.
La
protesta 1 od 5 miliona o Jedan od pet miliona (Uno entre cinco millones)
contra las políticas “autoritarias” del presidente de Serbia, Aleksandar Vucic
quien hizo un comentario acerca de las últimas manifestaciones, asegurando que
«aunque saliesen cinco millones a la calle» no cederá ante las peticiones de la
oposición: una reforma electoral y más libertad de prensa. Desde enero la gente
sale a protestar todos los sábados “para llegar” a los 5 millones y demostrar
su descontento, una actividad de ese calibre le restaría relevancia mediática a
una vigilia.
Desconocía
la normativa municipal sobre permisos a reuniones y manifestaciones. En España
hay que pedir una autorización a Delegación de Gobierno, con al menos una
semana de antelación para una reunión de más de 20 personas. ¿Me estaba jugando
un número para pasar una noche en una jefatura serbia?
El
exorbitante apoyo del Gobierno serbio al régimen de Maduro. De hecho, la
primera semana de marzo había ratificado a su embajador Danilo Pantovic ante
este último. El pasado comunista de Yugolasvia y su “socialismo
autogestionario” coincidía con los lineamientos del “socialismo del siglo XXI”
del finado comandante galáctico además del odio al imperio gringo. Amén de los
millones invertidos en su plataforma comunicacional que ponían a la Venezuela
revolucionaria como un edén Latinoamericano. Así que cualquier exyugoslavo
adulto que se respete admira ese pasticho ideológico. Pero el serbio puede
llegar a ser “efusivo” cuando lo contradicen, ya no sólo podía ganarme una
visita a la comisaría sino un “tatequieto” bien dado.
GUÁRAMO BELGRAZOLANO
Primero
conocí a la diseñadora y luego a la arquitecto. Ambas están casadas con
serbios. Típicas venezolanas, dulces, atentas, resueltas y resolutivas,
“echadas pa’ lante”. Hablamos lo típico: “¿Cuánto tiempo llevas fuera de
Venezuela, cómo consigues la harina para las arepas, cómo haces las hallacas?”
Luego pasamos al catálogo obligatorio que todo emigrante hace como ejercicio
catalizador de nuestro exilio, lo bueno y lo malo del país y su gente.
Afortunadamente son más los aspectos positivos que los negativos. Y finalmente
toqué el tema de la vigilia. En 5 minutos estaba arreglado: Pancartas, velas, convocatoria
de gente (la arquitecto), afiche, convocatoria de medios (este servidor).
El
sábado amanecí inquieto. La experiencia de haber organizado protestas y
performances en Madrid apenas me valía para esta ciudad. El punto de reunión
era la Fuente Delijska, en frente del Instituto Cervantes, en la calle Knez
Mihailova o calle del Príncipe Miguel, la principal arteria peatonal de
Belgrado. La marcha “1 entre 5 millones” empezaba a la misma hora que nuestra
vigilia y a escasos metros, todas las calles cercanas estaban cerradas, el
tráfico muy complicado. Había mucha policía.
EL “TITO” ARREAZA
Jorge
Arreaza es el canciller de Venezuela, que causalmente, estaba de visita en
Belgrado el día de la Vigilia. Se reunió en el Parlamento serbio justo esa
mañana.
Tito
fue el presidente de la antigua Yugoslavia. Hay un museo dedicado a su figura y
un mausoleo, La Casa de las Flores. El canciller tenía previsto ofrecerle una
ofrenda durante la tarde. Me debatía entre ir y hacerle varios comentarios o ir
a la fuente. ¿Me daría tiempo de ir, decirle lo que se merecía, sortear la
vigilancia policial e ir corriendo a encender mi vela?
En España se usa Tito como diminutivo
cariñoso de tío.
Decidí
ir a la vigilia y dedicarle este juego simple de palabras al canciller, que es
lo que se merece, por ahora. Empezó a llegar la gente. No sólo éramos
venezolanos, había gente de Ecuador, Perú, Argentina, México y hasta un
independentista catalán. Más tarde llegaron chilenos y un par de serbios que
estaban en la marcha de los millones. Y por supuesto “los parejos”. Me enteré
que había que pedir un permiso 5 días antes para reuniones mayores a 20
personas.
La
actividad transcurrió sin sobresaltos ni complicaciones. Sólo una señora se
confundió con el mensaje, me dijo, con lágrimas en los ojos: “¿Esto es por
Venezuela? Siempre rezo por Maduro y el comandante, espero que tu país salga
bien de ésta”. Otra mujer se encaró con la chica de Ecuador pero sin mayor
problema. De resto, mucha gente se acercó a preguntar, tomaron fotos y videos.
Lo más
conmovedor fue un niño de unos 10 años que venía con su abuelo. Vi como el
mayor le explicaba, pausadamente, lo que estábamos haciendo. “Él quiere saber
cómo puede ayudar”, me dijo el abuelo. Se me salió una lágrima. En ese momento,
antes apenas lo había intuído, comprendí que mis inquietudes eran necedades. No
pasaría la noche en la comisaría, ningún exyugoslavo me pegaría y sobre todo,
no estábamos solos. La comunidad venezolana era pequeña pero se reforzaba con
la presencia latinoamericana y serbia, en un momento llegué a contar 20
personas. “Así nos puedes ayudar”, le dije mientras le encendía una vela y se
la llevaba. Yo estaba emocionado y lo dije allí. Lo agradecí allí y lo hago de
nuevo por aquí, fue maravilloso ver la solidaridad, la colaboración y la
entrega. Del lado latinoamericano y del lado serbio. “Nuestro grupo es pequeño pero
potente”, me dijo la arquitecto. Como había previsto, no se apareció ningún
medio aunque mandé decenas de convocatorias ¡pero vino la gente! Me sentí bien,
conmovido, alegre. No se había realizado una actividad de protesta
anteriormente pero no será la última.
La
primera vigilia en Belgrado no sólo arrojó luz sobre la difícil situación que
vive nuestro país sino que me descubrió un camino repleto de nuevos corazones.
Gracias de nuevo.
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