Juan Guaidó 28 de julio de 2019
@jguaido
Durante
décadas Venezuela fue tierra de acogida de millones de inmigrantes, pero en los
últimos años hemos pasado a ser más que un país de emigrantes a un país que
expulsa a su población, no como consecuencia de un desastre natural, sino de
las acciones deliberadas de un régimen opresor que nos ha arruinado como
sociedad.
Este
ha sido para Venezuela un proceso inédito y muy doloroso, con centenares de
miles de familias separadas por la violencia o el desastre económico. Según cifras
de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), al menos cuatro millones de
venezolanos se han regado por distintas regiones del mundo en busca de
oportunidades de trabajo o para iniciar una nueva vida; esa cifra puede aún ser
mayor si tomamos en cuenta a nuestros compatriotas que han podido salir con
pasaportes de otros países, por ser a su vez hijos o nietos de inmigrantes que
un día llegaron a Venezuela y jamás pensaron que a sus descendientes les
tocaría repetir esa experiencia.
También
hay que contar a todos aquellos que en condiciones desesperadas cruzan todos
los días los 2,219 kilómetros de frontera entre Venezuela y Colombia, sin
ningún tipo de documentación oficial.
Por
los pocos años en el que ha ocurrido, y por su cantidad, este desplazamiento de
la población que no tiene precedentes en el continente americano, los
venezolanos estamos muy agradecidos con la acogida que nos han dado, en
particular nuestros países vecinos, por su apoyo y solidaridad.
La
inmensa mayoría de los que componen la diáspora venezolana lo han hecho en
contra de sus deseos. Son venezolanos que jamás pensaron abandonar la tierra
donde nacieron. Este ha sido un proceso muy doloroso; más que una emigración es
un exilio forzado.
En
la visita que hace meses hice a Buenos Aires, Argentina, una improvisada pero
importante concentración de venezolanos que viven en esa ciudad gritaban una
frase que ha quedado grabada en mi mente: “queremos regresar”. Esa expresión
resume muy bien el sentimiento de la inmensa mayoría de los venezolanos que se
han ido, pues sueñan y trabajan para regresar a su país.
Ese
compromiso, ese sentimiento, donde quiera que estén, es sumamente importante
para la causa de la libertad y la democracia en Venezuela.
Ustedes
son los mejores embajadores que podemos tener para explicar y denunciar ante el
mundo la magnitud de la catástrofe provocada por la dictadura en Venezuela.
Sostener el apoyo de la comunidad de naciones democráticas es crucial para
nuestra lucha, pues en este mundo globalizado el mal y la defensa de las
dictaduras también se han globalizado.
No
podemos dejar que la opinión mundial desvié sus ojos de lo que ocurre en
Venezuela o se deje confundir por la propaganda del régimen y de sus aliados
internacionales.
Venezuela
es otro ejemplo de que la democracia y la libertad no están garantizadas en
ninguna parte del mundo y siempre hay que estar atentos para defenderla. Lo que
ocurre en nuestro país es una advertencia para las democracias.
El
exilio venezolano ha entendido eso y su compromiso es muy importante para
nosotros dentro de Venezuela, pero también para la causa de libertad en el
mundo entero. Pero además, el exilio venezolano también es una oportunidad para
la tarea que tenemos por delante: reconstruir a Venezuela. La experiencia acumulada
al estar en contacto con otras culturas y realidades nos será de una utilidad
invaluable.
Estoy
convencido que pese a lo duro de esta experiencia que como sociedad hemos
vivido en estas dos décadas, renaceremos como un mejor país y ellos, los
venezolanos que se ha visto obligados a emigrar a distintos lugares del mundo,
darán un aporte fundamental, tal como lo hacen hoy al no olvidar a Venezuela.
Juan
Guaidó es el Presidente encargado de Venezuela y Presidente de la Asamblea
Nacional de Venezuela.
Juan
Guaidó
@jguaido
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