Mari Montes 04 de agosto de 2019
@porlagoma
Se
titularon campeones y ganaron el derecho de representar al Zulia y a toda
Venezuela en la Serie Latinoamericana de Béisbol, pero el viaje dependía de que
recibieran el apoyo económico para comprar los boletos para llegar a México.
Las
autoridades regionales del Zulia negaron los recursos, así que se aventuraron a
ir a Caracas para procurar que algún ente oficial asumiera los costos y los
niños, quienes ya habían cumplido su parte, acudiesen al torneo en
representación del país, de nuevo la respuesta fue negativa.
Por
varios días, el periodista deportivo Pedro Gutiérrez estuvo insistiendo e
invitando a otros comunicadores a sumarse a su campaña para encontrar a alguien
capaz de hacer ese aporte. Las voces se multiplicaron. Los campeones de la Liga
Cacique Mara merecían seguir tras su sueño. Era urgente ser atendidos. Se hacía
tarde, llegaba el fin de semana y comenzaba la competición.
En
Twitter e Instagram aparecían ellos, sonreídos y expectantes, ya parecía que el
viaje sería de regreso a Maracaibo.
Sin
embargo, apareció un pitcher, pero no en la acepción que dan algunos a quien da
dinero para alguna actividad, apareció un pitcher de verdad, uno de las Grandes
Ligas, el abridor de los Medias Rojas de Boston, Eduardo Rodríguez, para
apoyarlos con la compra de los pasajes, y luego se sumó otro pitcher, abridor
de los Cerveceros de Milwaukee, también zuliano como los niños, Jhoulys Chacín,
quien asumió el pago de los impuestos y el domingo, en el último vuelo posible
para estar en el estadio a la hora de play ball, los muchachos emprendieron su
viaje de alegrías. Un pitcher del Magallanes y otro del Caracas, creo que aquí
está velado un bonito mensaje.
La
aerolínea Copa también hizo su parte.
De
más está decir que esto no tienen que hacerlo los peloteros grandes ligas, no
es su deber. Lo hacen porque quieren, porque fueron niños y no les es difícil
ponerse en su lugar, no hace tanto pasaron por ahí. La mayoría de ellos tienen
fundaciones o apoyan fundaciones y causas, pero no es obligatorio que lo hagan,
también huelga decir que quienes deberían hacerlo no lo hicieron (apenas el
equivalente a cuatro boletos presionados por todo lo publicado en redes
sociales), pero como esta crónica es una celebración, no diré nada más, ellos,
los que no cumplieron, no importaron.
Anoten
sus nombres, guarden esta crónica, todos ellos merecen ser recordados por su
gran hazaña. Los niños a quienes se les había negado apoyo, terminaron
llamándose así,: el equipo “Venezuela”. Eso decía la pizarra en cada juego.
Ellos
son: Diego Fernández, Diego Gutiérrez, Jesús Chávez, Daniel Alaña, Jesús Terán,
Dorian Oviedo, Santiago López, Abraham Gutiérrez, Leobel Chan, Moisés Rincón,
Richard Morillo, Jesús Piña, Samuel Corredor y Eduardo Gutiérrez.
El
cuerpo técnico integrado por Jorge Sequera y Daniel Gutiérrez y el manager
Hebert Bohorquez.
Se
perdieron la ceremonia de inauguración el sábado, llegaron el domingo a la 1:30
de la tarde, el juego comenzó hora y media después, los buscaron en el
aeropuerto y de ahí al estadio. No almorzaron, tenían hambre de triunfo,
ganaron el primero por KO.
Y
así Venezuela siguió sumando victorias y Pedro Gutiérrez dedicado a informarnos
cómo iban y ya no era solo el país beisbolero regado por todas partes del
mundo, era todo el mundo pendiente de lo que iban haciendo. Alegrándonos con
sus fotos exhibiendo sus caras felices, disfrutando del entusiasmo de la barra
que estaba apoyándolos con cantos y banderas, mamás venezolanas que viven en México
y que por esos días los adoptaron, en un nada silencioso homenaje a Andrés Eloy
Blanco y convirtiendo a cada niño en sus “hijos infinitos”. Los apoyaron con
meriendas amorosas, regalos y útiles escolares. Ellas también son parte de este
cuento bonito. Lo mismo que los restaurantes que les brindaron ricos platos.
Videos
de los chiquillos bailando tambor y gritando “Viva Maracaibo” y todos nos
volvimos maracuchos, contentos porque lo estaban haciendo bien y porque a
Maracaibo, al Zulia y a Venezuela entera le hacen falta alegrías como la que
ellos nos hacían sentir con sus batazos y sus jugadas.
El
que no iba siguiendo acuciosamente el campeonato, preguntaba “¿Cómo les esta
yendo a los chamos que no iban a viajar?”. Entonces uno, que sabía, les respondía
más rápido que inmediatamente, porque estas cosas deben contarse cuantas veces
se pueda.
Así
llegó el viernes. Los campeones venezolanos enfrentaban a los campeones de
Curazao, quienes también habían tenido un torneo muy bueno, llegar a la última
instancia es cosa de los que lo han hecho mejor.
Pedro
Gutiérrez publico un video en el que Jhoulys Chacín les deseaba suerte. Ya eran
ganadores por haber llegado ahí, por su competencia y compromiso.
En
esta categoría, los juegos son de seis episodios, no es un trayecto corto, y
enfrente estaba un rival que exhibió muy buena pelota durante toda la contienda.
Por
la página de Facebook “De pelota en pelotas” pudimos ver el desafío. La emoción
era de séptimo juego de la Serie Mundial, pero mas profunda, jugaba Venezuela y
jugaban esos chiquillos que se convirtieron en los niños de todos.
Aunque
siempre tuvieron ventaja, el béisbol es este juego donde ninguna ventaja es
suficiente, así que hasta que no cayó el último out no nos atrevimos a celebrar
con ellos. La copa de ellos, el trofeo de ellos, la felicidad de ellos que
dieron lo mejor que tenían para convertirse en campeones de la Serie
Latinoamericana.
Y
quienes no pudieron seguirlo por el link de Internet, lo hicieron a través de
las redes y rapidito la noticia se regó, tanto como regaron sonrisas esos
muchachos, sus técnicos y sus padres.
“Los
héroes de San Miguel”, llamados así porque ahí juega la Liga Cacique Mara, solo
fueron a ganar. Ganamos 13-6.
Y
si una pregunta dio gusto responder montones de veces fue esa: “¿Quién ganó?”
¡Ganaron
los chamos! ¡Ganó Venezuela!
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