El Impulso 17 de septiembre de 2019
@elimpulsocom
Frente al Congreso de Colombia casi 300 pares “llaman”
a ponerse en el lugar de sus portadores, en
un intento para alejar la xenofobia que asoma en la política colombiana.
Algunos de los zapatos han recorrido miles de kilómetros desde que sus dueños
decidieron abandonar Venezuela.
Tenis, sandalias, tacones, botas, zuecos y alpargatas
permanecen en La Plaza de Bolívar de Bogotá. Cada par “representa una
historia, y cada una de esas historias cuenta el camino de una persona que tuvo
que dejarlo todo para tratar de cumplir sus sueños en Colombia”, dijo
Alejandro Daly, del movimiento Derecho a no obedecer.
El movimiento lideró la instalación del calzado en
respuesta a mensajes xenófobos de algunos aspirantes a cargos públicos
en las elecciones locales que se celebrarán en octubre en Colombia, principal
país receptor de los migrantes venezolanos.
Nuestro antídoto es “ponerse en los zapatos” del
otro, que es la única manera de “entender a una persona”, añade
Daly, un venezolano que llegó hace seis años a Colombia. Daly recogió más
de 500 ejemplares en fundaciones colombianas que atienden la
ola de migrantes que huyen de la peor crisis de la historia reciente de
Venezuela, agravada por la recesión, la hiperinflación y el desabastecimiento.
La mayoría de zapatos pertenecieron alguna vez a los
llamados “caminantes”, como se conoce a los venezolanos que
salieron de su país a pie ante la falta de dinero para pagar un transporte
aéreo o terrestre. Maltrechos y desgastados, dan cuenta del periplo de
algunos de los 3.6 millones de migrantes que según la ONU han abandonado el
país desde 2016.
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