TULIO CASAL 05 de octubre de 2019
@tulio_r
En
entrevista con DIARIO LAS AMÉRICAS, el intelectual venezolano dice no tener
dudas de que estamos viendo el final del chavismo y el madurismo. Asegura que
en términos de geopolítica, La Habana, EEUU, Rusia, China e Irán juegan un
papel muy importante en este conflicto.
Acercarse
al conflicto venezolano y a la compleja crisis que vive el país sudamericano no
es cosa fácil. En un entorno de desconfianza generalizada, de opacidad y de
intereses globales y particulares, descifrar el caso venezolano o al menos dar
luces sobre lo que ocurre y lo que pudiera ocurrir es un riesgo.
Moisés Naim, periodista,
escritor, analista político venezolano, lo asume con naturalidad y claridad
discursiva en entrevista con DIARIO LAS AMÉRICAS. Para el reconocido
intelectual no hay duda de que “estamos viendo en Venezuela el
fin del chavismo y del madurismo”, pero aclara: “lo que podemos discutir es
cuándo”.
Intentemos ubicar el momento en que se encuentra la
crisis política venezolana. ¿En qué punto se encuentra: camino a un desenlace,
hacia una transición o aún muy lejos de ella?
En este caso los conceptos de cerca y lejos son
difíciles de precisar. ¿Cuánto tiempo es lejos, 10 años, 20 años, una
generación, un año? Para los padres que tienen hijos que se les están muriendo
por falta de medicinas y alimentos, un día es muy lejos. Es muy complicado
hablar en esos términos. Lo que sí está claro es que los países con tiranías no
salen hacia la democracia instantáneamente. Normalmente los procesos tienen
avances y retrocesos, tropiezos y éxitos. Medias vueltas, regresos, en fin, es
un proceso complejo pero es muy normal que la población de Venezuela esté
desesperada, y que tanto fuera como dentro de Venezuela quieran que haya una
salida de Maduro ya.
Y sobre lo que está sucediendo, esta semana tiene dos
buenas noticias para la oposición en Venezuela, la firma del TIAR (Tratado
Interamericano de Asistencia Recíproca), y el anuncio de que la USAID, la
agencia del Gobierno de EEUU va a hacer una entrega importantísima de fondos
para apoyar la operatividad del gobierno de Juan Guaidó.
¿En términos de geopolítica, qué factores están
jugando en el conflicto venezolano?
Cuba de primero, EEUU de segundo, Rusia de tercero,
China de cuarto e Irán de quinto. Luego el Grupo de Lima y la Comunidad Europea
que son otro factor importante.
¿Sobre ese papel de Cuba que menciona de primero,
hasta qué punto la resolución del caso venezolano pasa por La Habana?
No tengo dudas de que La Habana tiene que jugar un rol
importante. Ellos van a seguir saqueando al país tanto como puedan, no solo
sacando petróleo sin pagar sino también estando involucrados en actividades de
importación y exportación de todo tipo de cosas y ciertamente tienen vínculos
con los grupos que operan en Venezuela. Cuba va a estar allí y va a haber que
negociar con Cuba, así como con todos los factores que tienen el poder de
trancar o facilitar la transición a la democracia.
¿Se están dando esas negociaciones?
No formalmente, hay intentos, pero para Cuba es muy
difícil negociar porque van a saquear hasta el final. Venezuela no se puede
entender sin explicar que es un país ocupado por una potencia extranjera y esa
potencia es Cuba, que paradójicamente es una isla quebrada en el Caribe pero
que ha logrado, gracias a Chávez y a Maduro, saquear a Venezuela durante 20
años.
¿Retomando el escenario internacional, no cree que sea
un obstáculo que exista una fragmentación, a veces natural, de las iniciativas
sobre el caso venezolano con todos los grupos que se han formado para atender
la crisis?
Yo no lo llamaría fragmentación, yo diría que hay
muchos grupos interesados en la crisis venezolana y sería malísimo que no
existieran todos estos grupos. Yo prefiero que haya una proliferación de grupos
que representan a la comunidad internacional, que están interesados, activos,
informados y comprometidos con la transición en Venezuela. Como hay tantos es
difícil coordinarlos, a veces tienen visiones encontradas, a veces las
burocracias hacen lentos los procesos, pero en general yo creo que hay que
darle la bienvenida a todos estos grupos, de tantos países que tengan la
disposición de ayudar a la transición en Venezuela.
¿Hasta qué punto hay un reconocimiento del mundo sobre
lo que ocurre en Venezuela?
Hasta hace poco la comunidad internacional no
reconocía el hecho de que Maduro era un dictador y que en Venezuela había una
dictadura que había conculcado los derechos más básicos de la ciudadanía. Había
tardado mucho la comunidad internacional en reconocer lo que venimos diciendo,
que esto es una dictadura y una dictadura sangrienta, que tortura a la gente,
que lo único que tiene de especial es su capacidad de esconder su naturaleza
autocrática, que se disfrazan de demócratas, pero son unos dictadores.
A la izquierda de Europa, de EEUU, de América Latina
le ha costado mucho reconocer que en Venezuela hay una dictadura. De hecho, hoy
en día Uruguay se abstuvo en la votación del TIAR, y vemos también a la
izquierda en México, a López Obrador, y la gente de su partido que todavía
aplaude y reconoce a Maduro. Es decir, han tardado mucho en reconocer que
Maduro es un dictador, pero fuera de estas excepciones, la gran mayoría de los
países del mundo sabe que en Venezuela hay una dictadura corrupta, sangrienta,
inepta e indiferente al sufrimiento de los venezolanos.
¿Cuál cree que es el mayor aprendizaje que ha dejado
al mundo esta crisis venezolana?
Bueno yo creo todavía están sacando las conclusiones
(…) La primera pregunta que se debe estar haciendo la comunidad internacional
es ¿cómo un país que tenía todo para ser exitoso está tan fracasado, qué pasó?
Y la segunda interrogante es parte de lo que mencioné antes: ¿cómo es posible
que esta dictadura se haya disfrazado por tanto tiempo de una democracia
benevolente y progresista, cuando en efecto estaban acabando con las
instituciones, aniquilando a los pobres de Venezuela y expulsándolos del país?
Y finalmente (la tercera pregunta): ¿cómo es posible que Maduro dure tanto? Y
ahí la respuesta que ellos no entienden es que esta es una dictadura que está
manteniéndose a sangre y fuego con la asesoría de los organismos de
inteligencia, seguridad y represión de Cuba. Los venezolanos no pueden hacer
más porque están siendo reprimidos y torturados por los esbirros del régimen
adiestrados, coordinados y supervisados por los cubanos.
¿Usted ha escrito numerosas columnas y un libro sobre
el poder en el mundo actual; quién tiene el poder en Venezuela en estos
momentos y qué tipo de poder es el que ejerce?
En Venezuela hay un caso muy interesante -mi libro
sobre el poder se llama El fin del poder-, y eso es lo que estamos
viendo en Venezuela; el fin del chavismo y del madurismo. Podemos discutir
cuándo termina, lo que no hay duda es que está terminando. El poder que tiene
Maduro hoy es mucho menor al que tenía cuando comenzó como sucesor de Chávez y
claramente es mucho menor al que tenía Chávez. Estamos viendo como todos los
días a Maduro se le cierra el círculo. También estamos viendo como Guaidó tiene
poder pero no lo puede ejercer en la medida en que las Fuerzas Armadas sigue
siendo la guardia pretoriana de Maduro y están dispuestos a asesinar a otros
venezolanos con tal de dejarlo en el poder. Ahí están tres polos importantes de
poder en Venezuela: el de Maduro y su régimen, el del gobierno legítimo de Juan
Guaidó reconocido por cerca de 60 países, y el de las Fuerzas Armadas.
¿Es Guaidó y su gobierno encargado una alternativa
real de poder democrático?
Yo estoy seguro de eso, estoy seguro de que Juan
Guaidó tiene un profundo temperamento democrático, también lo creo de Leopoldo
López, lo creo de los miembros de su gobierno que ha nombrado como sus
comisionados, creo que Julio Borges es un demócrata y los demás (miembros del
gobierno interino) también. Yo estoy convencido de que él entiende que su
mandato y su misión es que haya elecciones libres, transparentes y limpias tan
pronto se pueda para restaurar la democracia en Venezuela, y que esa es la
única manera de solucionar los problemas económicos del país.
¿Y cómo percibe el liderazgo de Juan Guaidó nueve
meses después de haber asumido el enecargo de la presidencia?
Según todas las encuestas, Guaidó tiene un apoyo
popular que no lo tiene ningún otro líder político en Venezuela, ni de la
oposición, ni Maduro que está en el piso según todas las encuestas. Es decir,
Guaidó tiene una ventaja gigantesca de apoyo popular, eso le da un anclaje
importante y también le da una legitimad más allá de la que le otorga la
comunidad internacional.
¿Usted decía que es ingenuo pensar que en el tema
venezolano se pueda evitar indefinidamente el diálogo o la negociación entre
las partes, puede explicarnos esta aseveración?
Los chavistas y el pueblo que apoyó a Chávez y al
oficialismo no van a desaparecer de Venezuela y muchos de ellos seguirán siendo
factores importantes. Yo estoy seguro de que personajes como Tibisay Lucena
(directora del CNE), los hermanos Rodríguez (Jorge y Delcy), etcétera, no
formarán parte del futuro de Venezuela. Pero sí creo que va a haber gente que
estuvo asociada al chavismo que formará parte y que tendrá que ser parte de una
incómoda cohabitación que no le gusta a nadie, pero ese es el patrón mundial.
En este caso me gusta recordar algo que me dijo el
expresidente de Chile, Ricardo Lagos: que las negociaciones internas eran más
feroces que las que se daban con Pinochet. La democracia en Chile tuvo que
convivir, de mala gana pero por un tiempo largo, teniendo a Pinochet en el
poder como jefe de las Fuerzas Armadas. Pero eso no solo ocurrió ahí, también
ocurrió en Suráfrica y en otras partes del mundo, donde se comparte el poder.
No es deseable, es incómodo, es desagradable pero la evidencia internacional
demuestra que es lo más frecuente.
¿Eso es algo para lo que venezolanos están preparados?
No, no lo estamos. Los venezolanos vamos a estar
divididos por mucho tiempo, por una generación, entre la tensión que hay entre
la paz y la justicia. Los que quieren la justicia como sea y llevar adelante
una especie de revancha y de venganza contra quienes nos destruyeron como país,
que es un tema que apasiona y motiva a la gente. Eso está en tensión con la
posibilidad de tener la paz necesaria para reconstruir el país y volver a tener
una democracia vibrante, civilizada y una economía próspera. Esa tensión entre
quienes quieren la venganza, la revancha y la total exclusión del otro, de los
chavistas, va a estar enfrentada con quienes quieren una democracia en la que
se incluyan a todos, incluyendo a quienes nos mal gobernaron, con las
excepciones de quienes torturaron, violaron derechos humanos y robaron
cantidades inimaginables de dinero.
¿No le parece que ese debate ya comenzó, sobre todo en
las redes sociales donde se dan ataques muy duros?
Ese debate es un debate furioso, donde se llegan a
excesos muy fácilmente, y se pierden los estribos en redes sociales, ese debate
ya comenzó y nos va a acompañar por un tiempo muy largo.
¿En cuanto al tema económico, que usted maneja muy
bien entre otras cosas por haber sido ministro de Industria y Comercio,
director del Banco Mundial y del Banco Central de Venezuela, qué necesitaría
hacer el país para poner las bases de la recuperación económica?
Lo primero que hay que hacer es darle seguridad a la
gente que está en la calle, mientras no sea posible vivir tranquilamente en
Venezuela porque existan los peligros de la altísima criminalidad, sobre todo,
en ciudades del interior como Maracaibo, va a ser muy difícil que la economía
se recupere. Un factor no económico como la seguridad ciudadana es un factor
fundamental para la recuperación económica.
Las políticas económicas las conocemos y son más o
menos obvias, sabemos lo que hay que hacer y en Venezuela hay economistas muy
competentes que saben lo que hay que hacer para poner a Venezuela en marcha, el
problema está en las trabas que hay con las mafias que hay en el país, con los
grupos paramilitares y de otro tipo (de delincuencia), con la corrupción y con
la falta de seguridad ciudadana. Esos, que no son temas económicos pesan mucho
a la hora de decidir cómo va a funcionar la economía.
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