Omar Lugo 18 de marzo de 2020
@omarlugo
Mucho
tiempo antes de la pandemia mundial de coronavirus, y de la cuarentena,
Venezuela era el peor lugar para padecer una emergencia sanitaria de esa
escala. Ahora esta quebrada economía petrolera recibe un balazo de gracia en la
nuca
Venezuela
muestra el peor desempeño económico en el mundo. Cuando parecía que las cosas
no podían ir peor, ocurre una emergencia sanitaria por el coronavirus con una
cuarentena indefinida que paraliza lo que quedaba en pie de la producción y el
comercio.
Hasta hace pocas semanas varios analistas económicos
coincidían en que el cuadro de la economía venezolana y la situación de la
vasta mayoría era equivalente a las secuelas dejadas por una guerra, por un
terremoto o un tsunami.
Ahora las metafórica artillería en este conflicto
llega en forma de una pandemia. Esto ya hace más difícil la vida, especialmente
para los más pobres, los más viejos y los más jóvenes
Una empresa petrolera en terapia intensiva
En términos médicos, la economía venezolana ya estaba
en terapia intensiva y con un pronóstico reservado.
Ahora todos los indicadores económicos y sociales van
a empeorar, coinciden algunos expertos consultados por El Estímulo y se
desprende de la data económica disponible hasta ahora.
En medio de la ya existente “emergencia humanitaria
compleja” del país, se ceba la crisis económica mundial desatada por el
coronavirus y el desplome de los precios del petróleo.
El crudo, casi la única fuente legal de divisas en
Venezuela, ha perdido más de la mitad de su valor en los mercados mundiales en
las últimas semanas.
Hay una drástica caída de la demanda mundial de
energía provocada por la crisis del coronavirus, y la paralización del
transporte aéreo y terrestre en las principales economías, así como de la
actividad industrial en países enteros.
No hay expectativas de que los precios en caída libre
se recuperen en el próximo trimestre.
Este escenario negativo para los pequeños productores
como Venezuela ocurre en medio de una guerra de precios entre Arabia Saudí y
Rusia por el control de mayores volúmenes en el mercado.
El crudo marcador WTI de Estados Unidos, referencia en
América, sigue en barrena y sus contratos para entrega en abril se cotizaban
este miércoles 18 de marzo en torno a $22,7 el barril, según reportes de
Bloomberg.
El otro marcador, el Brent, referencia en Europa,
estaba en torno a $25 para entrega en mayo.
El barril venezolano, pesado y de enormes costos de
producción, suele cotizarse en unos 10 dólares por debajo de esos precios de
referencia.
Precariedad en los servicios públicos
La crisis global acelera un estado de precariedad
general en los servicios públicos, la infraestructura y la calidad de vida de
los venezolanos.
Queda además en evidencia un sistema sanitario donde
la mitad de los hospitales no tienen ni agua corriente. El Estado en bancarrota
por años de corrupción y pésimos manejos de las políticas públicas, no tiene
como financiar los gastos de salud más apremiantes.
En términos económicos, Venezuela ya estaba como una
mujer de 80 años, sola en su casa, con la despensa vacía. Solo cuenta con
algunos parientes, se le ha fracturado el cuello del fémur, y vive en un
vecindario donde hay farmacias y comercios de alto costo, o con anaqueles
vacíos.
Esa mujer vive de la pensión. En su casa se va la luz
frecuentemente y el agua potable solo aparece en los grifos de cuando en
cuando.
En el abasto de la esquina, en el propio barrio, no
puede comprar gran cosa porque no le alcanza su ingreso diario.
Inclusive en los comercios por Internet, donde sus
nietos les hacían algunas compras, hace tiempo no tiene límite de crédito, ni
puede ordenar nada porque sus medios de pago internacionales están bloqueados.
La economía informal pone en riesgo la cuarentena
Para que una economía se levante de la cama y ande,
hacen falta al menos tres tratamientos obligatorios, según la literatura
económica: gasto público e inversión privada, crédito y consumo.
Esas posibilidades ya habían sido eliminadas antes de
la actual cuarentena y están ausentes en Venezuela.
Ahora
el nuevo escenario obliga a revisar para peor todas las perspectivas.
“A
Maduro se le plantea un reto enorme. Con la baja de los precios del petróleo ya
se le había puesto la cosa apretada. Ahora siente que queda arrinconado. Es
obvio que sus aliados no vendrán al rescate, por eso apunta al FMI”, dice Félix
Seijas, un connotado experto en opinión pública, estadístico y director de la
firma Delphos C.A.
“En pocos días la gente se va a desesperar. Más de la
mitad del país depende de una forma u otra del mercado informal. Si no sale no
genera ingresos”, recalca, coincidiendo con las palabras de los vendedores
ambulantes de Petare, en las barriadas del este de Caracas.
Menos cajas del Clap
El hambre en los hogares es atenuada con la entrega
periódica de las cajas “Clap” de alimentos racionados por el partido de
gobierno y sus organizaciones comunales.
“Ya medimos que los Claps no estaban llegando estos
últimos dos meses con la regularidad acostumbrada. Lo cierto es que en esa
situación los agarró está coyuntura del coronavirus”, explica Seijas.
En diciembre pasado, el 70 por ciento de los hogares
recibía esta asistencia del partido, en marzo pasado la cifra había caído a
50%. Esto explica la ira acumulada en los barrios, constatada por periodistas
de El Estímulo esta semana en Caucagüita, Petare.
“En
algún momento la tensión crecerá. El Gobierno debe seguir este pulso y tomar
acciones. Esto va a tensar la cuerda. Es posible que haya brotes de saqueos. Es
una posibilidad, el Gobierno tendrá que tomar previsiones para que no ocurra”,
dice Seijas.
“Hay
tres cosas que generarán tensión: el mercado informal no generando recursos
(afecta a más de la mitad de los hogares del país), la baja capacidad de
mantener stock en las neveras a largo plazo y la sensación de escasez que se
comenzará a generar pronto”, advierte.
Sus estudios indican que muy pocos hogares pueden
mantener reservas en las neveras para más de cuatros días.
Pdvsa con números rojos
El petróleo ha caído entre 50 y 60 por ciento en un
mes. Todo hace pensar que el escenario de recuperación de los precios está
lejos de ocurrir, señala el economista Luis Oliveros, profesor universitario.
“Son niveles por encima de los costos de producción en
promedio (de Venezuela), lo cual suma un factor adicional muy preocupante”,
señala.
“Esto es una pesadilla económica que tiene su
origen en el mal manejo de la bonanza petrolera y las malas políticas de los
últimos años”, agrega.
Ahora vienen tres factores externos: el coronavirus,
la guerra de precios del petróleo y las sanciones económicas que podrían
complicarse el 22 de abril, cuando vence el plazo dado por Estados Unidos a la
petrolera Chevron y a cuatro empresas de servicios para seguir operando en
Venezuela.
Si ese plazo no se renueva, la producción venezolana
tendrá más presiones a la baja, advierte Luis Oliveros.
Las
sanciones están dejando a Pdvsa sin mercado para colocar su petróleo, “eso
lejos de generar que Maduro renuncie o llame a elecciones, va a generar
más pobreza y muchos más problemas para los venezolanos”, apunta.
Años de depresión económica
Esta ex potencia petrolera padece una de las peores
crisis de hiperinflación registradas en la historia económica mundial.
También una depresión económica que, en seis años de
la era chavista bajo el puño de hierro de Nicolás Maduro, ha liquidado
las tres cuartas partes del Producto Interno Bruto (PIB) o suma total de
riquezas que produce una nación.
Los cálculos son de economistas independientes, del
Banco Mundial y del FMI.
La cuantiosa deuda externa del país, de unos $150.000
millones, está en default, moratoria total. Esa situación incluye a $60.000
millones en bonos de deuda que circulan en los mercados financieros.
El riesgo país, que mide el peligro de invertir en
papeles venezolanos cerró el 17 de marzo en 12.546 puntos. Eso significa
que si un gobierno venezolano saliera a pedir prestado en los mercados
financieros, tendría que pagar una tasa de interés superior 125% anual.
La vecina Colombia cerró con un riesgo país de 384
puntos ese mismo día. Es decir, pagaría solo 3,84% por encima de lo que
pagan los bonos de la Reserva Federal de EEUU, considerados papeles de cero
riesgo.
Un país sin financiamiento
El país tiene cerradas todas las fuentes
internacionales de financiamiento. Esto ocurre en parte por las sanciones
impuestas por Estados Unidos al régimen chavista. Desde la Casa Blanca se acusa
a los principales personeros del gobierno de atentados a la democracia.
Desde que el chavismo desconoció el resultado práctico
de las elecciones legislativas de 2015 donde la oposición obtuvo mayoría
absoluta, se desató una nueva crisis política que terminó arrastrando a toda la
economía.
La nomenklatura del régimen de Maduro también es
acusada formalmente (inclusive ante la Corte Penal Internacional) de supuestos
delitos. Estos delitos van desde violaciones a los derechos humanos, asesinatos
de opositores, corrupción, lavado de dinero y hasta narcotráfico.
El régimen de Maduro atribuye la postración económica
a estas sanciones. Pero en realidad el colapso gradual comenzó en 2013, con una
caída de los precios del petróleo y se aceleró con el derrumbe de Pdvsa y la
drástica caída de su producción.
Petróleos de Venezuela (Pdvsa) está en quiebra y
altamente endeudada. Su producción de crudo equivale a la de hace 70 años.
Varios procesos por corrupción administrativa contra
gerentes de la estatal y sus filiales se siguen dentro y fuera del país.
Con los bolsillos rotos
El salario mínimo equivale a la fecha a unos cinco
dólares por mes y dejó de ser referencia para los sueldos de empleados en el
sector privado. Pero millones de jubilados y pensionados solo reciben ese
ingreso.
Millones de trabajadores del sector público también
reciben solo ese salario formal, además de varias compensaciones en formas de
bonos.
Otra gran parte está ocupada en la informalidad, vive
del día a día, sin ningún tipo de protección social. Lo que gana no le alcanza
para acumular inventarios de comida en casa.
Solo un puñado de afortunados tiene seguros
médicos privado. De ese total, solo algunos los tienen en divisas que
permitan pagar los costos de atención.
Al cierre de 2019, cuando el coronavirus todavía era
una lejana noticia que llegaba de China, la economía venezolana registraba una
caída del 35% respecto a 2018, con una bajada similar en el consumo.
La inflación remontaba al 15.000% anual, la
devaluación del ya casi inexistente bolívar fue de 7.500% y las importaciones
totales eran del 20% de lo que fueron en 2014 y las exportaciones 24% menos.
Estas cifras, recopiladas por The Economist
Intelligene Unit y la firma local Buniak and Co fueron expuestas recientemente
en un foro de perspectivas económicas 2020 en la Cámara Venezolano Americana de
Comercio e Industria (VenAmcham) por el economista Leonardo Buniak.
“Venezuela continúa en recesión y no pareciera que la
situación mejore en el corto plazo”, resumía el economista Buniak en su
presentación.
Pocos días después, el coronavirus con su Covid-19
desembarcaría en aeropuertos venezolanos.
Una economía sin crédito
Venezuela era la cuarta economía más poderosa de
América Latina, detrás de Brasil, México y Argentina, hasta la llegada del
chavismo al poder.
Pero con un tamaño del PIB que se acercaba a los
$61.000 millones antes del coronavirus, ahora es del tamaño de Guatemala
y va a ser superada por República Dominicana, según se deduce de datos del
Banco Mundial.
En el plano de la microeconomía, en Venezuela no
existe el crédito bancario. El límite máximo de las tarjetas de crédito no
alcanza ni para comprar una caja de aspirinas.
Las empresas privadas tienen acceso muy limitado a
créditos comerciales, de modo que en medio de la parálisis enfrentarán más
problemas de flujo de caja hasta para pagar las nóminas de los trabajadores que
se quedaron en casa.
Toda la cartera de crédito del sector bancario de
Venezuela, donde operan 31 bancos sumó apenas 219 millones de dólares en 2019,
comparado con $6.700 millones en 2014.
Esto se explica por la recesión económica, pero
también porque el gobierno mantiene un encaje legal de 97% de los depósitos.
Con ello, obliga a los bancos a esterilizar depósitos de los clientes en el
Banco Central y con eso financia el gasto público.
Los bancos, en cualquier economía son como un remedio
para ayudar a caminar a un enfermo. Sin embargo, los de Venezuela sufren esa
limitada capacidad crediticia, una alta rotación de personal capacitado y
complejidad para operar por deterioro de los servicios públicos.
Comparado con 2014, en el inicio de la depresión
venezolana, la banca otorga 97% menos créditos, tiene 58% menos activos, según
cálculos de la firma Buniak & Co sobre la base de reportes de la oficial
Superintendencia de Bancos.
Y cuando pensamos que no podía ser peor…
La prestigiosa firma Ecoanalítica preveía una caída
del 10,8% en el PIB en 2020. Esta caída se sumaría a la de 40,2% de 2019.
Además, calculaba una cesta petrolera de 51 dólares el barril.
Ahora,
en medio de la crisis global por el coronavirus, el pesado petróleo venezolano
está por debajo de los $20, y por debajo también de los costos de producción.
“Ese
escenario hoy no existe. Este país totalmente cambio en 15 días sobre todo por
el impacto del colapso brutal del mercado petrolero”, advierte ahora el
economista Asdrúbal Oliveros, de Ecoanalítica.
“Esto
es otro juego, otro tablero. Estamos rehaciendo los números, lo cual no es
fácil en un país como Venezuela. Los números preliminares hablan de más
contracción de la economía, más inflación, caída en las importaciones, de las
exportaciones”, explica a El Estímulo.
Esto
cambia por completo la panorámica económica, social y política de Venezuela,
recalca Oliveros.
“Esto
tiene consecuencias en el colapso de los servicios público que para mí es el
eslabón más débil”, añade.
Este
colapso provoca un hueco, un déficit externo de $6.000 millones, una caída
demasiado grande y muy difícil de cubrir por el sector privado, advierte.
“El
margen de maniobra frágil que tenía Maduro desaparece porque la caída es
demasiado grande”, agrega.
El
otro tema grave es el de los combustibles. Las largas filas de hasta tres días
para repostar, tan comunes en el interior del país, podrán llegar a Caracas.
Ahora
el gobierno de Maduro vive la tensión entre la posibilidad de sostener una
cuarentena o enfrentar una crisis de salud, señala Asdrúbal Oliveros.
“La
cuarentena profundiza el drama económico, aumenta la tensión social. Pero si
relajas la cuarentena tienes una crisis de salud que en las condiciones
actuales del Estado, del sistema de saludo público y privado se vuelve una
situación calamitosa”, dice.
El coronavirus cambia la panorámica económica, social
y política.
Coronavirus también contagia la dolarización
La rampante devaluación apenas frenada porque el
gobierno liquidó el crédito bancario para que no se presione el mercado
cambiario, debía continuar este año. Se estimaba que el dólar alcanzara los 1,5
millones de bolívares al cierre de 2020, frente a los 70.000 a 80.000 de esta
semana.
Cerca del 27% de la población, según la firma Datos,
de estudios de opinión, tenía algún tipo de acceso a divisas extranjeras. Esto
incluye las remesas enviadas por familiares y amigos que huyeron del colapso
económico y que hoy están esparcidos por el mundo.
De hecho, ya el 64,3% de las transacciones en la
economía en promedio fueron hechas en divisas, lo que había inyectado una
aparente reactivación económica, que en realidad eran burbujas localizadas en
ciertos nichos de consumo.
«El comercio venía de una caída de 38 puntos en 2019 y
con un acumulado de 75 puntos en los últimos cuatro años», declaró una alta
fuente del comercio y los servicios.
«Nuestra economía ya estaba reducida a menos de un
tercio de su tamaño de hace cinco años. Sin embargo, ya había síntomas de
dinamización, que lógicamente irán al traste a causa del Covid-19», agregó.
Pero, con la recesión mundial que se avecina,
acelerada por el coronavirus, es previsible que en los países donde hoy residen
esos venezolanos habrá más desempleo, por lo que estas personas tendrán menos
condiciones de enviar dinero a Venezuela.
Un
país con hambre
El
consumo de proteínas de origen animal se ha desplomado vertiginosamente en los
últimos años.
Tras
una caída de 51% en 2018, la producción de carne de pollo se estabilizaría en
220.000 toneladas en 2019, lo que equivale al 17% de la producción de 2013, según
datos de Fenavi, el gremio del sector, recopilados por el departamento de
Agricultura de EEUU en un informe.
El
consumo de huevos per caída cayo a 64 en 2019, contra 188 en promedio en 2014.
Todo
eso antes de la cuarentena, del coronavirus, del nuevo derrumbe del petróleo, y
de la nueva quiebra de un país en crisis sobre crisis.
Tomado
de: https://elestimulo.com/elinteres/el-coronavirus-remata-a-la-postrada-economia-de-venezuela/
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