Orlando Viera-Blanco 30 de marzo de 2022
@ovierablanco
Hace
32 años caía el muro de Berlín, el declive del apartheid y la impronta de la
guerra fría. Nace la Red Informática Mundial y el mundo se une en
defensa de los niños y la infancia. Cómo evitarlo si el planeta había sido
testigo de un holocausto [II guerra mundial] donde murieron más de millón y
medio de niños.
No
sabemos cuál podría haber sido el destino de esos “pequeños bajitos” al decir
de Serrat. Médicos, maestros, ingenieros, científicos, líderes, es decir, vidas
truncadas que han podido salvar muchas vidas, enseñar a otras generaciones,
construir muchos puentes, escribir muchos libros o liderar muchas nobles
causas. Pero a veces los niños también mueren en vida y son criminalmente
ignorados por la humanidad, sobre todo, por las dictaduras.
Una
gran mayoría de padres y madres han crecido bajo gobiernos fallidos. Otros
crecimos en libertad. El legado de nuestros padres y abuelos fue construir un
país de oportunidades, permitirnos una vida amable, libre, con más
derechos. Nos toca ahora devolvérsela a nuestros hijos de la patria.
Niño, deja de j… con la pelota
Me
gusta mucho Serrat. Cada canción es un tributo a Machado, un poema ilustrado de
su niñez. Desde un Barquito de Papel hasta Esos Pequeños
Bajitos. Desde Soy del mediterráneo hasta “Esas pequeñas cosas”, el
verso de Serrat es historia viva de un pasado, de una infancia, a la cual debe
sus fortunas o pesares, sus virtudes y cantares.
“Niño
deja de joder con la pelota, niño que eso no se dice, que eso no se
hace, que eso no se toca”. Un sermón acompañado de satisfacción o si
acaso, de frustración…Es en la vida de un niño donde nace o muere todo. Al
decir del psicopedagogo Francesco Tonucci, «es durante esa etapa de la vida que
se cimientan los aspectos más importantes del conocimiento y la personalidad».
Por eso la educación infantil es más importante que la universitaria, hora
a hora.
Recientemente
leí una cita de una carta de un niño mexicano que podría haber sido escrita por
cualquier niño latinoamericano en la anomia. Más o menos decía así: “Nací en la
miseria, nunca conocí a mi padre y mi madre me dio lo único que me podía dar,
algunas caricias…Descargó en mí toda su frustración y mal humor. Declaró algo
que para mi es importante, no fui yo quien decidió nacer. Abandoné a muy temprana
edad un cuarto lleno de perfumes baratos y de malos olores.
Desesperado
de hambre aprendí a pedir limosna y también a robar. No encontré otro camino
para vivir. ¿Acaso ese es vivir en Libertad? Para olvidar mis penas, hambre y
miseria me oculté detrás de una mala compañera: la droga. ¿Es eso ser libre? Un
día encontré un niño indeciso frente a una vitrina que elegía qué muñeco
comprar. Yo seguí mi camino sin más distracción que el rencor que envenenaba mi
corazón, con mi soledad sin encontrar un sitio para dormir. ¿Qué es para mi
libertad?: Es elección o resignación; presencia o desesperación, ira o dolor,
amor o rencor, construir o destruir, vivir o morir…Quiero reconstruir mi
realidad, quiero buscar un sueño, un porvenir, una razón para querer y vivir,
una identidad. Dame-te lo suplico-educación y te prometo que aprenderé a
utilizar ese don que se llama libertad…”
Por
eso el futuro no son los niños. El futuro-según la Carta de
Miguel otro niño español que le escribe a su padre-somos los adultos, los
padres, quienes debemos darles a nuestros niños, a nuestros hijos, el amor, la
educación, las herramientas para tener una razón para vivir, un sueño que
perseguir, un puente que construir, una vida que salvar, una causa que liderar,
un árbol que sembrar, un libro que escribir. Libertad es j…con la pelota, es
decir, hacer o tocar lo que cada cuento cada noche bastó para soñar, así sea,
sobre un barquito de papel…
Nace
el tratado sobre los Derechos del Niño
Dirigentes
de numerosos países se reunieron [1989] para contraer un compromiso histórico
con los niños del mundo. Fue la Convención sobre los Derechos del
Niño, que ha conseguido reducir el número de niños que no asisten a la
escuela primaria en un 40%, disminuir en más de 100 millones, niños menores de
cinco años con retraso de crecimiento y desaparecer de la poliomielitis que
paralizaba o mataba a casi 1.000 niños todos los días.
Los
niños son la causa de la causa, por lo cual su primer derecho, es su identidad.
Sin ese derecho humano fundamental, el resto de los derechos esenciales no
llegan: educación, salud, ciudadanía, cultura, que es integración orgánica,
legal y cálida a la comunidad, al estado, a la vida. Sin identidad el ser
humano simplemente, no existe.
Gran
parte de la diáspora venezolana son niños. Muchos no han podido obtener una
C.I. que les permita un pasaporte venezolano. Esto ocasiona inmensos
problemas y privaciones. No pueden registrarse en el sistema escolar del país
donde hacen vida o ser atendidos en un hospital. No pueden trasladarse o viajar
libremente.
El
niño crea su identidad a partir de la relación con las personas que le
cuidan y con el resto de las personas que le rodean: familiares,
cuidadores, profesores, amigos, etc. Es urgente que nuestros niños vuelvan a
nacer, que gocen de su derecho a la identidad.
Los
rencores nacidos de conflictos políticos, apátridas como consecuencia de la
negación de la identidad, la anomia que es la nada en términos éticos
y sociales, comporta una grave violación a los DDHH de nuestros niños y sus padres.
Ello potencia riesgos de acoso, exclusión, violencia y vulnerabilidad, que al
decir del poeta transmiten frustraciones con la leche templada en cada
canción.
El
derecho a ser ciudadano, si no en mi país, en aquel que humanitaria me de
acogida y me concede una vida amable, es el derecho a hacer, decir y tocar lo
que dibuje, lo que, sueñe y escriba en mi almohada de papel…No olvidemos, no
ignoremos las cartas de los niños…sin identidad, sin libertad.
Orlando
Viera-Blanco
@ovierablanco
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