Gonzalo González 02 de marzo de 2023
La
decisión de la Comisión Nacional de Primaria (CNP) de convocar formalmente,
para el 22 de octubre del año en curso, a todos los venezolanos inscritos en el
Registro Electoral Permanente (Rep.) a participar en la elección del candidato
(a) a presidente de la República por la unidad democrática es una excelente
noticia.
Antes
de entrar en los detalles centrales de estas notas, es conveniente recordar que
el contexto político actual es diferente al del 2012 cuando se realizó la
anterior primaria presidencial para escoger el candidato presidencial opositor.
El régimen chavista ha mutado de uno con un creciente déficit democrático a uno
dictatorial con las consecuencias del caso; por otro lado, a pesar de que el
deseo de cambio en la sociedad ha crecido hasta hacerse inmensamente
mayoritario las fuerzas democráticas han perdido capacidad de representarlo.
Una primaria exitosa sería una enorme contribución a la posibilidad del cambio político porque de ella emergería una poderosa movilización nacional y una coalición unitaria capaz de competir exitosamente contra los propósitos continuistas del régimen.
La
primaria puede fracasar por razones políticas. Ellas provendrían de la segura
acción del régimen para que fracasen sobre lo cual del lado contrario poco se
puede hacer salvo denunciarlo, no incurrir en sus provocaciones; pero también
del mundo democrático si la competencia entre los diversos precandidatos y sus
partidarios deriva en una especie de guerra civil llena de descalificaciones,
del cobro de viejas y nuevas facturas por supuestos y reales agravios e
inconsecuencias, por talantes divisivos que estimulen las tendencias
centrifugas siempre presentes en la competencia política. Un escenario como el
descrito desestimularía una amplia participación ciudadana en el evento. La
dirigencia democrática tiene la inexcusable e intransferible responsabilidad de
llegar a acuerdos para conjurar esos riesgos.
Del
mismo modo puede fracasar por la insuficiencia de medios y recursos logísticos
como de carencias orgánicas de los convocantes. Es un proceso formal abierto a
la participación de millones de ciudadanos, una competencia con carácter
vinculante por una representación político-institucional y no una consulta
ciudadana sobre temas políticos. Asunto que algunos no valoran en su justa
dimensión cuando deniegan cualquier colaboración de parte del CNE y proponen
votación manual.
Conviene
hacer algunas precisiones importantes: al CNE no se le está solicitando la
asunción de la rectoría del proceso (como algunos hacen ver de manera
interesada) sino colaboración en apoyo tecnológico, material para la
automatización del voto, la provisión de los locales para los centros de votación
y la seguridad de los mismos. Al día de hoy, no ha sido demostrado que
se puede hacer fraude con el sistema automatizado; no es cierto que el Chavismo
mediante el CNE puede influir en la decisión del electorado o en el resultado;
el régimen tiene otros medios para saber quiénes votan en la primaria; además
no le interesa contribuir a engrosar el número de votantes en la primaria. La
posible cooperación del CNE en los términos solicitados facilitaría el
desarrollo del proceso.
Por
otro lado, el voto manual y sin la participación del Poder Electoral supone que
la CNP provea los locales para los centros de votación, se encargue de
financiar, contratar, tramitar la impresión, almacenamiento, distribución,
recolección, resguardo de todo el material electoral para millones de
potenciales electores así como de la seguridad de los electores, miembros de
mesa y demás personal de apoyo. Me pregunto, dónde están esos
empresarios de los sectores gráfico, transporte, almacenamiento y seguridad
dispuestos a correr el riesgo, en la situación actual, de proveer los
servicios mencionados y las personas dispuestas a prestar sus inmuebles para
albergar los centros de votación a la CNP.
Las
fuerzas democráticas deben asumir sin complejos porque conviene la cooperación
del CNE en los términos solicitados y explicitados por la CNP. No se puede
descartar que al final el régimen impida por inconveniente a sus intereses la
cooperación referida. Por tanto conviene tener un plan B.
La
presencia de Observación Internacional el día de la votación puede ser una
contribución clave para darle relevancia mundial al proceso y elevarles los
costos a los eventuales promotores de operaciones de sabotaje. Hay que
solicitarle ayuda de los aliados internacionales para facilitarla.
La
mayoría nacional partidaria del cambio y la dirigencia político-social
democrática tienen en sus manos lograr la celebración de una primaria exitosa,
primera estación para acercar las posibilidades del cambio político. Los
primeros acudiendo masivamente a votar, los segundos relevando los intereses
generales por encima de los particulares.
Gonzalo
González
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