Julio Castillo Sagarzazu 07 de noviembre de 2023
@juliocasagar
Si
usted es manager de un equipo de béisbol y manda al cuarto bate a tocar la
bola, usted está equivocado. El único tema a dilucidar es cuándo se equivocó:
si cuando ordenó la jugada o cual hizo el line up.
Eso es
lo que ha ocurrido con el gobierno y las primarias. Se han equivocado. Lo que
hay que indagar es cuando lo hizo, si cuando decidió ningunearlas o ahora,
cuando el TSJ trata de anularlas y pretender que nunca ocurrieron.
¡Están desconcertados!, pero tampoco hay que culparlos, nadie podía imaginar esos resultados. Pensaron que lo que les salía más barato era que el proceso se cayera por su propio peso; confiaron en que los abandonos, la bajada de brazos, las limitaciones logísticas y hasta un palo de agua, lo hiciera fracasar. Se cayeron de un coco.
Este
es un buen mensaje para aquellos que, creando una versión vernácula del
síndrome de Estocolmo, afirman a pie juntillas, que el gobierno nunca se
equivoca; que tiene unas salas situacionales, “cochadas” por el G2 que lo saben
todo y lo anticipan todo. ¡Pura fantasía!
Pero
veamos, esta equivocación no es una equivocación cualquiera y ocurre en un
momento particularmente complejo para el gobierno.
No es
lo mismo equivocarse con el 60% del apoyo popular, que con el 10%.
No es
lo mismo equivocarse con la chequera petrolera de Chávez, recorriendo la
América Latina, que hacerlo más limpios que talón de lavandera.
No es
lo mismo equivocarse cuando una bolsa CLAP compraba la lealtad, que ahora
cuando el atún de cartón y los frijoles con gorgojos solo provoca protestas y
malestar.
No es
lo mismo equivocarse cuando un salario de la administración publica o un bono
de la patria, servía para comprar alguna comidita que, ahora que no da ni para
un cartón de huevos.
No es
lo mismo equivocarse y remendar el capote con populismo que funcionaba, que
tener que montar un referendo chimbo, creyendo que El Esequibo son Las Malvinas
y Guyana, el Reino Unido.
No es
lo mismo equivocarse con un cordón protector de gobiernos afines en el
continente que con una izquierda que viene palo abajo en los países del
entorno.
Y
finalmente, no es lo mismo equivocarse con una oposición fracturada que con una
que ha logrado legitimar un liderazgo en un evento singular y de tanta
trascendencia, como el que ha convertido a María Corina Machado en candidata
frente al chavismo.
Las
consecuencias de estas equivocaciones las vamos a ver en los próximos meses.
Probablemente, las más importantes tendrán que ver con el reacomodo y los
estragos que dentro del chavismo, va a tener todo este proceso. Pero esto es
harina de otro costal y objeto de otro análisis digno de comprar cotufas.
Por lo pronto, regresemos al título de la nota. ¿Cuándo es correcto tocar la
bola? Obviamente que todo depende de muchos factores.
Lo que
si sabemos es que en un equipo tienes que tener a quien sepa hacerlo. Los
bateadores largos y con fuerza son necesarios, pero no suficientes para ganar
un título. La mejor prueba de esto son los Rockies de Colorado que en la
temporada de 1997, alineaban a Larry Walker, Dante Bichette, Vinny Castilla y
nuestro Andrés Galarraga. Los llamaban “Los bombardeos de la calle Blake” y
llegaron a despachar mas de 100 jonrones y mas de 500 carreras empujadas y, aun
así, no llegaron al clásico de octubre.
El
gran encargo de María Corina Machado será integrar un equipo con los mejores
talentos y elaborar una estrategia que combine las habilidades de todos. Su
principal desafío será sortear las provocaciones del un gobierno que quiere
sacarla del camino electoral y que no escatimará esfuerzos para lograrlo.
Hasta
ahora, MC los ha sorprendido, no ha caído en ninguna de ellas. Esa capacidad es
su mejor aval para lo que viene y un signo distintivo de su liderazgo.
Por lo
pronto, que tenga que mandar a tocar o a batear hacia afuera, lo importante es
lo que todo buen manager recomienda:
¡NO
HAY QUE QUITARLE LA VISTA A LA BOLA!
Julio
Castillo Sagarzazu
@juliocasagar
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