Sebastiana Barráez 04 de noviembre de 2024
Luego
de una homilía en La Grita, estado Táchira, donde dijo que “muchos de los
jóvenes que han sido puestos presos, no son terroristas”, Mario del Valle
Moronta Rodríguez fue declarado “persona no grata” en las instalaciones
militares
Al
sacerdote y hasta hace unos días Obispo del Táchira, Mario del
Valle Moronta Rodríguez, lo ha perseguido el haberse identificado
alguna vez con Hugo Chávez. Incluso la Iglesia Católica lo
traslada, siendo Obispo de Los Teques, muy cerca de Caracas, al fronterizo
estado Táchira, donde se gana el cariño de la población. Silenciosamente y con
su trabajo, Moronta se ha hecho muy incómodo para la barbarie del
régimen venezolano. Luego de una homilía en La Grita, donde dijo que
“muchos de los jóvenes que han sido puestos presos, no son terroristas”, lo
declararon “persona no grata” en las instalaciones militares. La Iglesia lo
releva el 1 de noviembre.
El
nuevo Obispo, Monseñor Lisandro Alirio Rivas, es designado mientras
Moronta está convaleciente en una clínica de San Cristóbal, capital del
Táchira, por un problema de salud con el estómago en estado edematoso. Hacía
solo unas pocas semanas había asistido al Encuentro de Catequistas en el
Seminario Santo Tomás de Aquino, en Palmira, municipio Guásimos del Táchira.
Fue ahí donde recibe la información que fue dada la orden para que no se le permitiera realizar las Confirmaciones en la capilla Virgen de Coromoto del Comando de zona 21, porque las misas donde hacía señalamientos que el régimen venezolano asume como críticas en su contra.
No era
la primera vez que el régimen venezolano le resultaba incómodo Monseñor
Moronta, ya antes también le habían impedido el ingreso a la misa en el
Centro Penitenciario de Occidente (CPO) en Santa Ana, estado Táchira. Ese
día el sacerdote se quedó en la puerta de acceso hasta que uno de los
funcionarios le dijo que tenían orden de no dejarlo ingresar ni a misa ni a oír
confesiones.
La
presión del régimen se acentuó cuando el pasado 6 de agosto, durante la misa de
celebración de los 414 años del Santo Cristo de La Grita, municipio Jáuregui,
Monseñor Moronta, en su homilía, y frente al gobernador Freddy Alirio
Bernal Rosales, los jefes militares y multitudinarios peregrinos hizo una
fuerte crítica a la detención de jóvenes acusados de terrorismo.
“Un
verdadero católico no persigue a sus hermanos porque piensen de manera diversa,
inventando narrativas que no corresponden con la realidad”, fue una de las
frases que frunció el ceño de las autoridades civiles y militares.
No a
la persecución
“Nunca
me he arrepentido de ser pueblo y, mucho menos, desde que estoy en esta tierra
noble y generosa”, dijo Moronta quien recordó “con la dedicación que le he
puesto a esta ciudad el único sitio donde he sido agredido físicamente ha sido
aquí por alguien que no estaba de acuerdo con ideas y propuestas por mí
presentadas en favor de la ciudad; y, por iniciativa de algunos muy pocos, fui
declarado persona no grata en esta ciudad”.
“Sé
que nunca fue la mayoría, pero hubiera podido hacer lo que también aparece en
el texto bíblico de salir y sacudir las sandalias para desprenderme del polvo
de la región. Pero, me fui a los pies del Cristo y me puse en sus manos”.
“¿Acaso
no estamos llamados a escuchar los clamores de la gente sencilla, de los pobres
y excluidos? ¿No es el momento de asumir la tarea de dar la vista a los ciegos
obcecados, de lado y lado, que parecen estar más bien en la acera de enfrente y
no en las sendas del pueblo? ¿Acaso no estamos comprometidos a dar cumplimiento
a la auténtica voluntad del pueblo manifestada en sus inquietudes, en sus
votos, en sus anhelos y esperanzas?”.
“¿Acaso
no es el momento para entender que el único y verdadero protagonista de la
democracia es el pueblo, y que nadie es dueño de ella sino
colaboradores y servidores de la misma? ¿No es el momento de que en vez de
inventar falsos positivos y promover persecuciones que ponen en vilo la vida y
futuro de los jóvenes, nos comprometamos a construir junto con ellos el futuro
que anhelamos todos?”.
Y
entre las más contundentes de las preguntas de monseñor Mario Moronta, ahora e
xobispo del Táchira: “¿Por qué no se persiguen a los irregulares
que invaden nuestros campos y a los mafiosos que esclavizan a tantos
adolescentes y hacen negocio con el narcotráfico y la trata de personas?”.
Cuando
habló el Episcopado
A
propósito de las elecciones presidenciales del 28 de julio, el Episcopado
venezolano emitió una declaración el 17 de octubre, en el marco de la XLV
Asamblea Extraordinaria, convocada “para orar y reflexionar sobre la realidad
social, política y eclesial del país”.
Monseñor Ovidio
Pérez Morales, en un artículo, calificó de lacónico el mensaje de menos de
una página cuyo texto da como motivación que “ha resonado insistentemente en
nuestra mente y corazón las palabras del Señor Jesucristo la verdad los hará
libres” (Jn 8,31). Una verdad que, por tanto, incluye, pero no se reduce a sus
dimensiones legales y políticas, sino que es fundamentalmente moral, es decir,
del orden de la convicción basada en la razón”.
Dice
Pérez Morales que en tres puntos puede resumirse la substancia de la
Declaración hecha por el Episcopado. En el “proceso comicial realizado el
pasado 28 de julio (…) se evidenció la voluntad de cambio del pueblo
venezolano”.
Reiteran
“el llamado al Consejo Nacional Electoral (CNE), para que, conforme a lo
establecido en la Constitución y las leyes publique en forma detallada los
resultados del proceso”.
“La
presentación de los resultados es un paso esencial para conservar la confianza
de los ciudadanos en el voto y recuperar el verdadero sentido de la política.
Sólo así podremos avanzar juntos hacia la construcción de una Venezuela
democrática y en paz”.
Con
relación a eso el sacerdote dice que deben hacerse un un par de precisiones.
“La primera: el llamado al CNE, necesario, es con todo, insuficiente,
porque el poder se ha encargado de despojarlo de sus atribuciones
legales. La segunda: se requiere no tanto conservar la confianza,
perdida, sino recuperarla, y sobre el sentido de la política, más que presentar
resultados, es preciso restaurar la credibilidad y prestigio de la institución
electoral”.
“Luego
de esta firme toma de posición respecto del proceso comicial, los Obispos
manifestamos una denuncia formal: “Rechazamos de manera categórica la
represión de las manifestaciones, las detenciones arbitrarias y las violaciones
de los derechos humanos ocurridas después de las elecciones. Exigimos
la liberación de los detenidos, entre los cuales se encuentran menores de
edad”.
Agrega
que “el Episcopado define así el sentido de toda conducción legítima del país,
en base a fundadas urgencias nacionales, a imperativos morales, y también, de
modo claro y manifiesto, a la decisión expresa del pueblo venezolano, en el
cual, según la Constitución (CRBV 5), “reside intransferiblemente” la
soberanía”.
“En
efecto, el 28 de Julio, la ciudadanía, con mayoría multitudinaria y festiva,
manifestó su “voluntad de cambio” respecto de la conducción del Estado
eligiendo al nuevo Presidente, que lo ha de liderar, a partir del próximo
enero”.
“En
efecto, quienes salimos a votar el 28 de Julio pudimos advertir, con
satisfacción y esperanza, cómo la gente, en nutridos grupos, formaba colas en
pacífica convivencia y con una actitud espontánea de confianza y optimismo. Los
resultados que pronto comenzaron a circular, desde los más distintos sitios del
país, marcaron desde el inicio una fuerte tendencia, favorable al
cambio, la que se transformó muy pronto en impresionante mayoría a lo largo
y ancho del país”.
“Contra
facta non valent argumenta es un dicho latino que puede traducirse: contra los
hechos no valen malabarismos conceptuales ni maniobras fraudulentas. Es lo que
también a nivel internacional se ha venido convirtiendo en interpretación
compartida”.
Volviendo
al documento del Episcopado, monseñor Pérez Morales resalta que la declaración
expresa: “Manifestamos la disposición de la Iglesia a promover iniciativas que
contribuyan a la solución pacífica de las diferencias”. Aquí los Obispos
reflejamos el anhelo general nacional de un reencuentro pacífico de nuestro
pueblo”.
En lo
que va de siglo (y de milenio) el país ha sufrido un encrespamiento general;
desde los órganos del poder, se ha alimentado una división tipo maniqueo entre
“buenos” y “malos”. Se ha tratado de imponer un fundamentalismo
político-ideológico mediante un proyecto que el Episcopado ha calificado de
totalitario”.
“Dicho
proyecto excluye el pluralismo democrático y la alternancia en el poder,
meridianamente afirmados en la Constitución y expresivos de una genuina visión
humanista y una concepción cristiana del relacionamiento social. Con esta
Declaración el Episcopado ratificó que el 28 J se inició una nueva era de
esperanza para nuestra Patria”, finaliza monseñor Ovidio Pérez Morales.
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