Orlando Viera-Blanco 07 de noviembre de 2024
@ovierablanco
“La
justicia que es felicidad, comienza por la libertad de los presos políticos y
el respeto de la voluntad popular. Venezuela está lista para la transición
democrática, ciudadana y republicana. A los propios aliados de Maduro les
conviene. Y a Maduro también…”
Lula
ha adoptado una posición ambigua y pragmática respecto a Venezuela. Por un lado
mantiene predica respeto a la soberanía venezolana en línea con su política de
no intervención en asuntos internos de otros países
La política exterior de Venezuela ha cambiado notablemente en las últimas dos décadas. Pasó de mantener una posición otrora eurocentrista, caracterizada por una política exterior prudente, neutral, amigable, a relaciones con naciones como Rusia, China, Irán, Bielorrusia, Turquía y países de América Latina como Cuba, Nicaragua, Brasil, Colombia, Chile, Argentina, Honduras, México y gran parte del Caribe, cuyos mandatarios en su momento representan o representaron la izquierda retratada en el Foro de Puebla y Sao Paulo.
Bajo
el liderazgo de Hugo Chávez y Nicolás Maduro, Venezuela ha contado con el apoyo
diplomático, económico y militar de estas alianzas para enfrentar sanciones
internacionales y mantener su estabilidad interna.
No
obstante, en los últimos años, y diríamos, las últimas semanas, algunos de
estos aliados toman distancia o reducen su apoyo directo a la administración de
Maduro. Las razones: DDHH, respeto a la voluntad popular, justicia penal
internacional, capacidades reales de honrar obligaciones y el costo político de
conceder esos apoyos. Dónde está parado el gobierno bolivariano de Maduro en
estos momentos en el contexto internacional?. Demos un vistazo.
DDHH,
economía y prioridades políticas de los aliados:
Algunos
países como Rusia y China están replanteando sus estrategias internacionales,
priorizando enfoques internos o geopolíticos más amplios que requieren evitar
conflictos directos con occidente. La situación de Venezuela [lejos de sus
territorios y mercado limitado] ha dejado de ser prioridad.
Los
aliados de Venezuela también han sentido el impacto de las sanciones de EE.UU y
la Unión Europea. En particular, China y Rusia, han enfrentado sanciones debido
a temas como el conflicto en Ucrania, siendo que sus economías se ajustan a
estas presiones. Mantener un apoyo directo a Venezuela podría resultar en
mayores costos económicos, políticos y diplomáticos.
En
América Latina varios países que antes mostraban solidaridad incondicional a
Maduro como Argentina, han experimentado cambios de gobierno y una
reorientación en sus políticas exteriores. La falta de reformas económicas
profundas en Venezuela y la persistente crisis social e institucional generan
preocupación en sus aliados. Buscan oportunidades de negocio pero la
inestabilidad económica y la falta de garantías, limitan.
Sin el
apoyo de algunos de sus aliados más poderosos, Venezuela podría enfrentar
mayores dificultades y aislamientos en foros internacionales. La falta de
respaldo de grandes naciones reduce su capacidad de maniobra y afecta su imagen
en el escenario global. Rusia y China han sido cruciales para proporcionar
financiamiento y recursos a Venezuela. Con un distanciamiento progresivo,
Maduro podría tener menos acceso a financiamiento internacional, lo que afecta
su capacidad de mantener programas sociales y económicos internos. La inflación
galopa, la dolarización dejó de ser efectiva [si es que en algún momento lo fue
por carecer de base productiva sólida] y la inseguridad en las inversión
campea. La negativa de entrar al BRICS es producto de una economía insostenible,
anclada e intervenida.
Venezuela
mantiene sus lazos con países como Irán, que aún muestra disposición a ayudar
en sectores claves como petróleo, energía y comercio. Sin embargo esta
dependencia tiene sus limitaciones, tanto por la distancia geográfica como por
las sanciones a ambos países.
El
alejamiento de algunos aliados de Venezuela es un fenómeno complejo que
responde a múltiples factores: Cambios en la geopolítica global, la crisis
interna, la contumaz aplicación de políticas económicas inflacionarias,
deficitarias y confiscatorias, la violación reiterada de DDHH, civiles y
políticos, más la reciente crisis de legitimidad que arrojó la elección. Del
28J
En un
contexto internacional cada vez más volátil pero forzosamente integrado, la
situación de Venezuela será clave para lograr desarrollo y estabilidad en
América Latina y el mundo. El distanciamiento de figuras como Luiz Inácio Lula
da Silva en Brasil, Gustavo Petro en Colombia, Gabriel Boric en Chile y el
nuevo gobierno de México de Claudia Sheinbaum con respecto a la administración
Maduro en Venezuela, refleja una serie de razones estratégicas y pragmáticas
que explican su alejamiento.
La
unidad del Foro de Sao Paulo está comprometida.
Lula
ha adoptado una posición ambigua y pragmática respecto a Venezuela. Por un lado
mantiene predica respeto a la soberanía venezolana en línea con su política de
no intervención en asuntos internos de otros países. Pero el regreso de Lula al
poder en Brasil lo ha obligado a posicionarse como un líder moderado y conciliador
en la región, buscando restablecer relaciones con EE.UU. y la UE, quienes
sostienen posturas críticas hacia Maduro.
Lula
sabe que la cercanía con Maduro podría complicar las relaciones de Brasil con
sus principales socios comerciales y diplomáticos. Las constantes denuncias de
violaciones a los DDHH en Venezuela han hecho que Lula evite respaldar
abiertamente a Maduro. Su veto a Venezuela en el BRICS no sólo deriva de la
exigencia de las actas del proceso electoral del 28J, sino el cese de la represión,
la apertura económica y una transición en paz, que impida el éxodo de
venezolanos hacia Brasil y el mundo.
La
unidad del Foro de Sao Paulo se ve comprometida. Ortega desde Nicaragua no
escatimó en llamar “arrastrado” a Lula. Desde Venezuela, actores del gobierno
de Maduro piden el cese de las relaciones diplomáticas con Brasil. Mientras
tanto seis venezolanos permanecen asilados [sin salvoconducto para salir del
país], en la sede de la embajada Argentina en Caracas bajo custodia del
gobierno de Brasilia. Todos estos factores alejan a Lula-visiblemente- de
Maduro.
Gustavo
Petro-quien inicialmente mostró disposición para normalizar relaciones con
Venezuela y abrir la frontera-ha mostrado un alejamiento progresivo de Maduro
en aspectos ideológicos. Si bien su relación con Venezuela ha permitido avances
comerciales y diplomáticos, Petro ha expresado preocupaciones sobre el estado
de la democracia venezolana y la falta de garantías políticas en el país.
Recientemente
su canciller Luis Gilberto Murillo, respondió que “su país no tomará una
postura específica de apoyo a algunos de los candidatos [en Venezuela] hasta
que se revelen las actas electorales antes del 10/01/2025”. El canciller
Venezolano Yván Gil, tildó la declaración de su homólogo como “pusilánime”. Y
replicó Murillo: “La diplomacia requiere equilibrio y respeto mutuo”.
Petro
ha intentado proyectar su imagen como un presidente que respeta la democracia y
los DDHH, siendo la relación con Maduro una contradicción de este mensaje.
Colombia ha recibido millones de migrantes venezolanos generando tensiones
internas. Petro debe considerar este tema al momento de mantener relaciones
diplomáticas con Venezuela. La relación con Maduro es un tema polarizante en
Colombia. Petro podría buscar un equilibrio para no generar una división
interna y también para evitar tensiones con actores internacionales clave,
especialmente EE.UU.
Gabriel
Boric en Chile. Otro tema…
Gabriel
Boric ha sido uno de los líderes latinoamericanos de izquierda más críticos con
Maduro. Boric ha denunciado las violaciones a los DDHH en Venezuela y la falta
de libertad política. Para Boric la izquierda debe ser coherente en su defensa
de los DDHH y de la democracia, incluso si ello implica distanciarse de
regímenes que en teoría “comparten” su orientación política.
Boric
ha intentado presentar una visión de izquierda que es crítica de los regímenes
autoritarios. En Chile, la opinión pública y los partidos políticos ejercen
presión sobre Boric para que mantenga una postura firme en cuanto a la defensa
de los derechos políticos, civiles y humanos. Boric busca liderar una izquierda
democrática y respetuosa de los DDHH. Lula sigue esa línea. Petro no lo
descarta.
México
no te rajes. Claudia Sheinbaum
El ex
presidente de México Andrés Manuel López Obrador (AMLO) ha sido ambiguo
respecto a Venezuela, defendiendo a Maduro en algunas ocasiones mientras adopta
una postura neutral en otras. A pesar de ser crítico de la intervención de
EE.UU en América Latina, AMLO mantuvo una distancia prudente de Maduro y evitó
respaldarlo abiertamente en temas críticos.
Claudia
Sheinbaum nueva presidenta de México dio aviso de lo que sería su posición.
Tras una petición de la líder opositora venezolana María Corina Machado, que
reconociera la victoria de Edmundo González en las elecciones del 28J, ella
respondió: «No me corresponde a mí, para eso hay organismos internacionales».
Reafirmó la línea argumental de México respecto a la crisis en Venezuela, que
pide transparencia en el conteo de las actas. Petro en una conferencia de
prensa aseguró que “México mantendrá su postura de no intervención en ningún
asunto” por lo que lo ve más en la posición de apartarse de la discusión.
Caminante
no hay camino…
El
distanciamiento de algunos líderes de América Latina y del mundo con respecto a
Maduro, responde a una realidad: la presión internacional acompañada de los
intereses de cada nación. Aunque la tendencia es negativa en la conservación
del modelo democrático [Freedom House] también es cierto que las dificultades
de la legitimidad internacional impiden asegurar acuerdos geopolíticos
sostenibles y enfrentar los grandes desafíos sociales y económicos de cada
nación. En un mundo global, la integración y la estabilidad
política-institucional y fecunda-cuenta.
El
alejamiento de Lula, Petro, Boric y ahora Sheinbaum, de Maduro, señala un nuevo
rumbo en la política latinoamericana, donde la izquierda busca distanciarse de
prácticas autoritarias y priorizar los valores democráticos que es enaltecer
bienestar, paz y productividad. Esto no es excepción para el BRICS, europa
central; no-alineados o la liga árabe del medio o lejano Oriente.
El
camino de Maduro luce empedrado y empinado. Al momento de escribir estas líneas
estamos a horas de saber quién ganará las elecciones en EEUU. Cualquiera que
resulte vencedor hará de Venezuela parte de su agenda internacional, como
factor esencial de estabilidad en la subregión.
La
fatiga espiritual y existencial se ha convertido en un oscuro sentimiento
nacional que no la disipa la anticipación de la navidad. La carga social y económica
hace que las lealtades sean frágiles y las alianzas sanadoras. La justicia
penal internacional parece ausente pero sigue su curso. Una nueva agenda
política global demanda libertad, economías abiertas, competitivas y
sostenibles, respeto a los DDHH y una verdadera justicia social.
Y la
justicia que es felicidad, comienza por la libertad de los presos políticos y
el respeto de la voluntad popular. Venezuela está lista para la transición
democrática, ciudadana y republicana. A los propios aliados de Maduro les
conviene. Y a Maduro también…
Orlando
Viera-Blanco
@ovierablanco
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