Por Oscar Lucien, 25 Mayo, 2012
En el contexto de la
conmemoración de los cinco años del cierre de RCTV, repaso la introducción de
un texto en imprenta, capítulo de una compilación de varios autores sobre “la
farsa del Gobierno bolivariano”, en el cual recurro al vocablo “impostura” para
calificar la conducta del gobierno del teniente coronel Chávez en relación, no
sólo con expectativas ciudadanas y reclamos de los sectores académicos sobre
los medios de comunicación en Venezuela, sino, también, particularmente con
compromisos y mandatos constitucionales.
Recordemos que entre los
inconsistentes balbuceos para justificar lo que se evidenciaba era una perversa
retaliación política, se habló del cumplimiento de lo determinado en el
artículo 108 de la Constitución para aparentar un mínimo de legitimidad para la
clausura de RCTV. Se habló en esa oportunidad de una televisión de servicio
público, de democratizar las comunicaciones, de acabar con los oligopolios
mediáticos.
¿Qué pasó en realidad? Se
improvisa una televisora que usurpa la frecuencia que usaba RCTV, se le
confiscan sus equipos (sus propietarios hablan de robo) y se coloca la nueva
emisora al servicio de la impúdica maquinaria de propaganda y de culto a la
personalidad del jefe del Estado. Se recurre a una terminología reivindicadora
de aquellos que no tienen voz, pero el nuevo canal en lugar de permitir la
expresión plural de todos los venezolanos se usa para el proselitismo y la
exclusión. Es decir, una impostura. El término “impostura” lo tomo del ensayo
Impostures intellectuelles publicado por Alan Sokal y Jean Bricmont para
criticar cierto establishment académico.
A mediados de 1996, la
prestigiosa revista norteamericana Social Text presentó a sus lectores un texto
con el curioso título: “Transgredir las fronteras: hacia una hermenéutica
transformativa de la gravitación cuántica”, en el cual el autor, Alan Sokal,
desarrollaba sus elaborados planteamientos apoyado en textos y citas de
reconocidos intelectuales franceses y norteamericanos.
Poco después Sokal confiesa que,
en realidad, su ensayo es una parodia para criticar el uso extemporáneo de
terminología científica y extrapolaciones abusivas de las ciencias exactas a
las ciencias humanas.
Al año siguiente, junto con Jean
Bricmont, profesor de física teórica en la Universidad de Lovaina, publica el
libro Imposturas intelectuales donde estos autores compilan y comentan textos
que consideran mistificaciones físico-matemáticas de Jacques Lacan, Julia
Kristeva, Jean Baudrillard, Gilles Deleuze y Paul Virilo, entre otros, para
demostrar que detrás de una jerga imponente y una aparente erudición, “el rey
está desnudo”.
Evoco el libro Imposturas
intelectuales, por analogía con el concepto de “farsa”, para tratar un capítulo
de fundamental importancia, corazón del proyecto político que lidera el
presidente Chávez: la relación entre comunicación y democracia en el
autoproclamado socialismo del siglo XXI, a partir de las constataciones
desarrolladas en mi texto Cerco rojo a la libertad de expresión.
El Diccionario de la Real
Academia Española define el vocablo impostura como “fingimiento o engaño con
apariencia de verdad”. Convencido de que el propósito último del proyecto
político del teniente coronel Chávez es su permanencia en el poder, adelanto la
hipótesis de que en el campo de las comunicaciones todo el entramado legal y
las decisiones administrativas y políticas de su gobierno ocultan un proyecto
de sometimiento y silenciamiento de la sociedad, el cual se articula desde la
confesada pretensión de lograr, la “hegemonía comunicacional.
Todas las acciones
administrativas y legales del Gobierno, como las decisiones normativas que
destacamos en sus exposiciones de motivo, aluden expresamente al propósito de
la democratización de las comunicaciones. Pero al analizar la verdadera
racionalidad de la ley o materialización de la misma, artículo por artículo,
salta la liebre. Normas que, efectivamente, en su aplicación, limitan,
restringen, censuran, criminalizan la garantía constitucional a la libertad de
expresión y al derecho a la información de los venezolanos. Fue lo que ocurrió
con RCTV.
Sin embargo, a cinco años del
cierre de RCTV, el 27 de mayo de 2007, quiero valorar la gran movilización
ciudadana que condujo a la derrota del inconstitucional proyecto de reforma del
Presidente actual y, en vísperas del proceso electoral que se avecina, con la
convicción de que elegiremos a un nuevo presidente, hacerme eco de la campaña
promocional de la gente de RCTV: “Nos vemos en democracia”.
Sigue a Oscar en twitter:
@olucien
Oscar Lucien es miembro de
Ciudadanía Activa
No hay comentarios:
Publicar un comentario