Por Catalina
Gallo, 22/08/2017
Creo que el servicio de transporte
de Bogotá siempre ha sido un reflejo a menor escala de lo que se vive en la
capital y muchas veces también de lo que sucede en el país. Lo que está pasando
en TransMilenio con los venezolanos muestra la dimensión que está tomando su
llegada a Colombia.
La inmigración es un hecho y las
cifras que la representan son seguramente más altas de las que informa la
cancillería, porque su presencia no se ve únicamente con empresarios,
restaurantes de comida venezolana y trabajadores legales, también con ventas informales.
Y eso se nota en TransMilenio. Atrás
quedaron los desplazados colombianos que contaban historias de violencia y
despojos para que los pasajeros les dieran limosna o les compraran chocolates,
dulces o esferos.
Ahora en cada estación se sube un venezolano
que habla de su desempleo y de su familia pasando hambre en la distancia.
Algunos dicen que llevan una semana o diez días en Bogotá y venden los mismos
productos que antes ofrecían los colombianos. Ya conocen dónde adquirirlos y se
han vuelto expertos en las rutas y en las estaciones que son más rentables. De
entrada hacen énfasis en su acento que, como lo escuchan los pasajeros, es de
Venezuela; luego hacen las cuentas de un salario que no alcanza en su país y
terminan su ofertas con consejos para que todos agradezcan el país que tienen y
la comida en sus casas.
Muchos dicen que tienen títulos
universitarios: son chefs, profesores, ingenieros y abogados. Explican que no
han conseguido empleo en Colombia o que la guardia venezolana les rompió sus certificados
de estudios al cruzar la frontera.
También hay venezolanos raperos y
cantantes. Han conseguidos los mismos equipos que usan los colombianos para
mostrar sus dotes artísticas. Entienden el negocio y parecen haber sido
instruidos en Colombia para que aprendan a contar mejor su historia. No
importa qué tan ciertos sean los detalles de su presente, lo que es claro es
que les ofrece un mejor futuro que su pasado.
Ante eso, no basta la voz femenina
de las estaciones que les recuerda a los usuarios que está prohibido hacer
publicidad o promociones en TransMilenio y que quien lo está haciendo debe salir
inmediatamente del sistema. Considero que la alcaldía debe diseñar con urgencia
una política que les permita a los venezolanos integrarse a la ciudad porque el
problema es más complejo que el posible
asilo a la exfiscal Ortega
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