Por Pedro García otero, 30/08/2017
La situación venezolana en
alimentación es desesperada. Y lo peor es que esas son las buenas noticias;
porque en los próximos meses, se va a agravar el desabastecimiento,
advierte Marianne
Martínez, una ingeniera agrónoma con 30 años de experiencia,
experta en producción de hortalizas.
Señala Martínez que la obcecación
del Gobierno de Nicolás Maduro de asediar al agro venezolano para sustituirlo
por importaciones está llevando a que en los próximos meses veamos un alza
mucho mayor de los precios de los alimentos, impulsada por la escasez.
Un escenario dantesco para un
país del que la gente ya emigra aceleradamente y en el que la desnutrición,
especialmente la infantil, crece mes a mes, como ha denunciado Cáritas Venezuela.
Venezuela llegó a producir
prácticamente todo su consumo de maíz, y fue excedentario en arroz. Hoy, según
estadísticas, en estos dos rubros, principales aportes de carbohidratos a la
dieta del venezolano, somos deficitarios en 70 %. Y la situación tiende a
empeorar. ¿Qué va a pasar con la alimentación de las personas?
En la historia republicana de
Venezuela no habíamos pasado una situación como esta. La declinación de la
producción agrícola viene ocurriendo, en forma sistemática, desde hace cuatro,
cinco años. En este ciclo en particular, se agravó. La superficie de siembra es
incluso superior a la del año pasado y ya el año pasado se habían encendido
montones de alertas, aunque este no es uno de los tableros de los que la gente
esté más pendiente.
La situación alimentaria tiende a
ponerse muy crítica, porque no solo no estamos produciendo, sino que tampoco
podemos tener procesos de importaciones masivas como las de otros años.
¿Puede darme cifras de las
superficies de siembra de los rubros importantes?
Para que nos hagamos una idea,
para abastecer 100 % de maíz, tendríamos que tener 1,5 millones de hectáreas
sembradas, para poder tener reservas, que en este momento no existen. En el
caso de maíz amarillo, es relativamente sencillo conseguirlo en el mercado
internacional, porque tiene mucha oferta, en países como Argentina, Estados
Unidos, inclusive Brasil. Pero en el caso de maíz blanco, solo tres países lo
producen masivamente: México, Suráfrica y, en este caso no, Venezuela. Nos toca
ir al mercado internacional a ver si conseguimos suficiente maíz blanco para
abastecernos. No es tan sencillo. Eso pone en una situación mucho más grave de
lo que las personas piensan.
Ahora, ingeniera, ¿la demanda no
se ha contraído? Porque la gente no consigue la harina de maíz, y por lo tanto
la sustituye…
Yo puedo sustituir la arepa por
pan, pero el pan tengo que importarlo completo, toda la harina de trigo. Es
decir, sube la demanda sobre la harina de trigo. Si no consigo pan ni harina de
maíz, me puedo ir a tubérculos, como la yuca. La superficie de yuca no la tengo
registrada, pero si todo el mundo está volcado hacia la yuca, evidentemente el
precio de la yuca va a subir. Otro sustituto es la papa, cuya superficie de
siembra ha descendido significativamente; y otra fécula que podemos usar es el
plátano, y la superficie ha decrecido también. Y en todos estos rubros, los
insumos, químicos y fertilizantes, están deficitarios. En papa, yuca y plátano,
afortunadamente, las semillas no son un problema.
Hace unos meses, al Gobierno le
dio por decir que iban a hacer un banco genético, y que los consejos comunales
iban a producir semillas. ¿Es eso factible?
(Risas). Deseos no preñan, dicen
en mi pueblo. La semilla no es algo que tú puedas generar de la nada, tienes
que tener genetistas, eso lleva años de años de investigación científica para
mejorar los materiales genéticos. El Gobierno, dentro de su voluntad de querer
hacerlo, no puede hacer semillas de todo. No puede hacer semillas de zanahoria,
de tomate, de repollo, de maíz, de sorgo, de girasol, de soya… Son demasiados
rubros y no hay genetistas, a los genetistas los corrieron del país con la
destrucción de Agroisleña, todo el trabajo que se venía haciendo y de
reproducción genética quedó prácticamente destruido. Toda la cultura de
semillas que había en cereales quedó totalmente destruida.
¿Y lo que en algún momento
hicieron Conicit, Empresas Polar, se
sostiene?
Hay una fundación que sigue
haciendo trabajos en maíz blanco, en el INIAsiguen haciendo investigación científica, desconozco el
impacto directo que eso pueda tener en este momento; como todo en el país, me
imagino que estarán limitados en los medios de producción y de desarrollo,
porque la crisis afecta a todas las instituciones. Desconozco la realidad de
esas instituciones, pero conozco la realidad del campo, que es que desde hace
años la semilla ha tenido que traerse totalmente importada: En maíz, dicen
ellos que trajeron como para sembrar unas 500 mil hectáreas, y si acaso se
sembraron 350 mil. El resto, nadie sabe qué pasó.
En el caso de arroz, donde
tenemos un sistema de producción de arroz en lluvia y en secano, se podría
sembrar algo de arroz y también de maíz. Pero las superficies, sobre todo en
arroz, son menores que en época de lluvias. Estaríamos hablando de unas 70 mil
hectáreas, pero hubiéramos necesitado unas 250 mil para no depender de las
importaciones.
¿Y cuando exportábamos arroz,
cuál era la superficie? Porque Venezuela exportaba arroz, no está de más
recordarlo…
No recuerdo exactamente la
superficie. El último año en que exportamos arroz fue 2005, ya de 2007 en
adelante el sector arroz fue un desastre. El punto culminante de exportación de
arroz fue 1999, justo el año en que llegó al poder Hugo Chávez Frías.
¿Y en el tema de hortalizas, cómo
estamos? Básicamente son bienes no transables, no se pueden comprar en el
exterior porque se consumen frescos.
La superficie se ha reducido
muchísimo, principalmente por un terrible déficit de semillas, y este año ha
declinado aún más marcadamente que el año pasado. Por eso vemos los precios que
impactan en la inflación y en la situación económica interna del país. Un bien
que se convierte en escaso, porque no hay producción, se torna costoso. Podemos
decir que nosotros autoabastecíamos al país en todos los rubros importantes, y
ya llevamos casi dos años de producción muy limitada.
Rubros muy importantes para el
venezolano, como cebolla, tomate y pimentón, en los tres el déficit de
fertilizantes, agroquímicos y semillas, han hecho que los agricultores siembren
menos del 10 % de lo que suelen sembrar, por la disponibilidad de semillas y
agroquímicos.
El otro tema es el tiempo, porque
todo lo que tú te estás consumiendo hoy se produjo hace tres o cuatro meses. Si
la superficie no se siembra ahora, para diciembre no vamos a tener comida. Así
de simple.
¿Cuál es la perspectiva?
Vamos hacia un período mucho más
marcado de escasez, porque las cosechas van a estar impactadas por la falta de producción. Hay bienes que no se pueden transar
internacionalmente, quizás papa y cebolla sí, pero pimentón y tomate no, porque
además al precio que se venden los venezolanos no podemos pagarlo. Yo como
ingeniera agrónoma venezolana no entiendo qué sentido tiene privar al mercado
de agroquímicos o fertilizantes, y así abastecer a la población.
Apostar a importar cajas de
comida y dejar de producir en el país es extraño, pero pareciera que ese fue el
plan para ahorcar a los productores agrícolas de Venezuela.
¿Qué le diría usted a Nicolás
Maduro si la llamara a que lo asesorara?
La agricultura es una de las unidades de producción
que más rápido reaccionan. “Danos los medios y en cuatro meses tienes 100 %
abastecido el mercado interno, al menos en hortalizas”, le diría.
¿La infraestructura no ha
desaparecido también, las grandes haciendas?
No. Ha habido invasiones, hay
sectores profundamente deprimidos, a los que les va a costar más recuperarse,
como por ejemplo el plátano, que tardaría un año en recuperarse. En maíz,
arroz, hortalizas, la recuperación es muy rápida, en ganadería es más lenta,
pero puedes acelerar el proceso trayendo semovientes, o sementales, para
repotenciar la producción interna.
Pero todo pasa por reconocer al
mercado como mecanismo de intercambio, ¿no?
La base de todo esto es entender
que tienes que apostar a producir la comida internamente. Eso es la soberanía
alimentaria que tanto ha cacareado el Gobierno chavista a lo largo de toda la
historia. Hay que recuperar las empresas de agroinsumos, la seguridad física y
jurídica, y eliminar las alcabalas, que son un foco de corrupción.
Tomado de:
No hay comentarios:
Publicar un comentario