DolarToday / Oct 4, 2017
«Escribir este mensaje a todos
los venezolanos y en especial a los jóvenes que arriesgan sus vidas diariamente
en las calles de Venezuela, nace del dolor y la angustia ante los trágicos
sucesos que están agobiando a mi país. Además, quiero manifestar la admiración
por la decidida actitud que les ha llevado a enfrentar a un régimen construido
sobre un modelo agotado y obsoleto que se ha empeñado en destruir los valores
humanos que son la única garantía para construir una sociedad basada en la
dignidad, el progreso y la justicia social. También quiero decirles que están
viviendo una oportunidad única, la de cambiar su propio destino y el del país.
Si mi esfuerzo en la vida para lograr ganar un lugar en el mundo
del arte pueden servirles de referencia, les digo que eso lo logré gracias a
realizarlo en un contexto de plena libertad, y la libertad solo se logra en
democracia. Una libertad sin prejuicios ni dogmas. Considero que esto último es
la condición necesaria para poder abordar seriamente la crisis de modelos que
afrontamos en Venezuela en el presente.
Durante el régimen de terror que instauró la dictadura militar de Pérez
Jiménez, que me tocó vivir y padecer, era sabido que la gente, en especial los
opositores detenidos por la Seguridad Nacional, padecían torturas y en muchos
casos desaparecían sin dejar rastros. Yo me fui de Venezuela porque eso era una
situación humillante, allí no había lugar para la cultura ni el arte. El
objetivo de un militar es destruir o demoler al enemigo. Al contrario, el arte
es generoso, un artista sirve para enriquecer el espíritu de sus semejantes. El
arte en todas sus manifestaciones, la poesía, la literatura, la música, la
danza, el teatro, la pintura, todos esos son nutrientes para el espíritu de un
pueblo.
Fueron los mismos militares junto a la resistencia civil
organizada los que derrocaron al dictador, instalando en Venezuela una junta de
gobierno que propició el retorno a la democracia, las elecciones y el pacto de
Punto Fijo. Este último fue un acuerdo unánime de los partidos políticos para
lograr la gobernanza, aunque algunos lo utilizaron para repartirse la riqueza
en lugar de administrarla. También les digo que he sido testigo de la
transformación del concepto de “país” y de “patria” en un lugar para el
usufructo y el despojo para beneficio de unos cuantos.
Sin embargo, con la democracia y durante 40 años, el país vivió una
dinámica actividad cultural sin precedentes: los grandes museos, los festivales
teatrales y el movimiento musical, entre otros, fueron motivo de reseñas
culturales en todo el continente. Solo se nombraban dos ciudades relevantes en
la cultura: Nueva York y Caracas. Después vino la “Revolución”, que es una
palabra arcaica, del siglo XVIII, esa palabra hoy no tiene sentido, carece de
significante. Vivimos el comienzo de una nueva civilización, de nuevos
paradigmas, no de una revolución. La llamada “revolución” acabó con todo lo que
se había construido en democracia.
Pienso que los conceptos políticos son propósitos para regular,
equilibrar el justo desarrollo, evolución y progreso de la sociedad. A veces
esos conceptos toman un giro cuasi religioso, convirtiéndose en doctrinas con
sus inevitables dogmas. Conducir la economía de un pueblo basándose en un
dogma, es contradictorio porque un dogma no es necesariamente una verdad ni
corresponde al comportamiento de la sociedad. El dogma es una creencia, un
supuesto que pretende volver estático e inamovible el pensar y sentir del
individuo que está en una continua evolución.
En Venezuela, ha sido trágico para el país que los desposeídos de
“entendimiento y razón”, como dice la tonada margariteña, hayan tomado el
poder, procediendo a la destrucción de las instituciones democráticas que son
la garantía de la libertad y el progreso humano. El ignorante promueve la ignorancia,
sin darse cuenta de que está provocando el aislamiento y la destrucción de su
propio país y que al final conllevará irremediablemente a su propia
destrucción. Digo esto como artista, ya que el arte no tiene ideología. Si el
arte fuese una ideología impregnada de fanatismo, necesitaría aplastar,
encarcelar, torturar o matar a sus enemigos para hacerse entender. Ningún
artista mata a otro porque no le guste su discurso. Pero vemos que no sucede
así en la política en esta hora aciaga que vive Venezuela.
A esto se suma la dificultad de los líderes, de los baquianos para ayudar
a encontrar el camino, así como la falta de motivación del ciudadano para
consigo mismo, que le permita superarse y borrar de su mente la idea de que es
más fácil ser limosnero. Cada quien tiene que pensar en ser autónomo,
autosuficiente y generar riqueza para sí y para los demás. A los jóvenes los
animo a que se planteen estos objetivos. Hay mucha gente pensante, inteligente
en nuestro país, por eso tengo la esperanza que un cambio definitivo se
aproxima. Es una certeza, de allí la motivación para compartir estas
reflexiones.
En lo personal creo en la necesidad de una educación que sirva
para razonar, crear e inventar una nueva organización social y económica de la
sociedad y sacudirse de las religiones políticas obsoletas, contribuir a
desacralizar todo aquello que ha producido falsas creencias y mitos que tanto
daño nos han ocasionado.
De no plantearnos con urgencia un cambio en las percepciones y conceptos
que nos conduzcan a una nueva manera de ver el país, las consecuencias serán
dramáticas. He visto con dolor la diáspora de jóvenes talentos que han salido
del país y las fotografías de sus partidas sobre mi obra en el aeropuerto de
Maiquetía. Solo espero que ésta sea un motivo de reencuentro en un futuro
cercano.
Los valores democráticos y éticos de los jóvenes venezolanos de
hoy en día contrastan con los de quienes han administrado el poder en los
últimos cincuenta años y más aún con los que han gobernado en los últimos
dieciocho años. Con base en esos valores, los invito a reflexionar sobre los
nuevos paradigmas que es necesario crear ante el modelo ya agotado que vive
nuestro querido país y evitar así la repetición de episodios lamentables en el
futuro.
A mis 94 años, les digo con sinceridad que les ha tocado vivir una época
extraordinaria porque todo está obsoleto y hay que inventarlo de nuevo, hay que
inventar un nuevo lenguaje político que hable de democracia, de valores éticos,
de libertad, progreso y justicia social, hay que inventar la educación y crear
un país de emprendedores, artistas e inventores, un país digno y soberano en el
contexto global, en fin, en Venezuela hay que inventarlo todo. ¡Qué maravilla!»
Carta de Carlos Cruz-Diez a los venezolanos, abril de 2017
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