MAOLIS CASTRO, Caracas, 1 OCT 2017
El Inca, la cinta que representará a Venezuela
para competir por una nominación a los premios Oscar, es un misterio en su
propia tierra. El largometraje basado en la vida del púgil Edwin El Inca Valero
continúa censurado por tribunales que consideran que contiene “escenas
dantescas”, pese a su proyección en varios festivales internacionales.
El filme, estrenado
el 25 de noviembre de 2016, combina episodios de ficción con datos biográficos.
Su guion se centra en la turbulenta relación entre el deportista, dos veces
campeón de peso ligero del Consejo Mundial de Boxeo, y su esposa Jennifer Carolina
Viera; mientras que el componente político es casi imperceptible. Esa trama ha
enganchado a los gremios cinematográficos venezolanos que seleccionaron a El
Inca como potencial candidata a un Oscar en la categoría de
mejor película de lengua extranjera. “El público se puede sentir muy conectado
desde el punto de vista emocional”, argumenta su director, Ignacio Castillo
Cottin, a EL PAÍS.
Valero, el hombre que inspiró esta cinta,
había nacido en el seno de la pobreza extrema. Tras enfrentar los desmanes de
haber vivido en la calle durante su infancia se convirtió en un icono de
superación por consagrarse como un invicto en el ring. Sus victorias fueron
exaltadas por
el presidente Hugo Chávez(fallecido en 2013), al punto de invitarlo a su
programa de televisión de los domingos.
El encantamiento fue mutuo. El púgil se
había tatuado en su pecho al político junto a la bandera venezolana. Pero un dramático desenlace sepultó a la leyenda. El 18 de
abril de 2010, el pugilista asesinó a su esposa en un hotel en la ciudad de
Valencia, Estado de Carabobo (cercana a Caracas), y un día después se suicidó
en su celda. Había muerto cuatro meses antes de enfrentarse al filipino Manny
Pacquiao, el combate idílico de Valero. Su crimen despertó críticas contra el
sistema judicial que no lo condenó cuando golpeó a su esposa y otras mujeres de
su familia en el pasado.
Inspirado en este drama, Castillo Cottin
inició su segundo y controversial largometraje. “Se trata de una historia de
amor bastante universal, un reflejo de la realidad venezolana”, indica. Según
él, una marca que la distingue es la desmitificación de la gloria deportiva.
“Contamos al personaje principal como un ser humano: sin idealizarlo, pero
tampoco partiendo del prejuicio”, señala.
La pelea judicial
Convertido en el primer filme censurado en Venezuela, el
director de El Inca ha comenzado un conflicto judicial. Supone que el
desconocimiento y los prejuicios son sus principales adversarios. “La historia
fue conocida porque Edwin era famoso, pero la violencia doméstica ocurre
constantemente en varios hogares. Muchos espectadores se han sorprendido al
comprobar que no estaba enfocada en la política”, agrega.
Cuando fue retirada de las salas de cines,
en diciembre de 2016, había escalado hasta la tercera posición de las cintas
venezolanas más taquilleras. Castillo Cottin afirma que los familiares de
Valero, que introdujeron la demanda para proteger a los dos hijos del boxeador,
y el juez Salvador Mata García, encargado del Tribunal segundo de Protección
del Niño y Adolescente de Caracas, no habían visto ni una escena al momento de
la audiencia. Fue un round ganado para el cineasta.
Días después del regreso del filme a las
carteleras, el 15 de junio, la Sala Constitucional del Supremo ordenó suspender
de forma temporal su proyección y retirar todas las copias existentes. “Hasta
ahora esperamos por una audiencia que debió realizarse hace tres meses. El
filme no viola la Constitución ni los derechos ciudadanos… Se pueden hacer
demandas o denuncias personales, pero jamás aplicar la censura… Nosotros
estamos seguros de que volverá a ser vista en nuestra tierra”, explica.
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