Zoé Valdés 10 de noviembre de 2017
¿Ven
esa furia anormal que hoy azota las calles de Barcelona, ven a ese pueblo
embravecido que ataca a policías, golpea a estudiantes, afrenta e insulta a
maestros, rompe, destroza y se confiesa capaz de matar en nombre de la
independencia? Es el mismo pueblo que tantas veces ha acabado con países
prósperos, con culturas enteras, que ha arrasado con la humanidad. Me recuerda
al pueblo cubano en las calles, a inicios de 1959, rompiendo parquímetros,
engrosando las filas de los juicios populares del lado de los verdugos,
enviando a las prisiones y al paredón a numerosos inocentes. Esa es la
furia de un pueblo incitado e incitando al odio. Eso es el odio de unos
cuantos, volcado en las mentes de otros muchos.
"No
nos asustemos", recomiendan y nos calman o intentan calmarnos
algunos. "Con España no pasará nada de eso de los que ustedes nos
cuentan", afirman. Lo mismo oímos de parte de los venezolanos, hace más de
veinte años, "si no sirve lo sacamos, los venezolanos no somos como los
cubanos", nos insistían. Y ahí tienen. Sólo la muerte pudo arrancar del
panorama político al dictador comunista Hugo Chávez, reemplazado por otro peor,
Nicolás Maduro. Eso sí, los venezolanos votaron por eso. No así los cubanos.
Porque, además, recuerden que los cabecillas manipuladores también han
encontrado la manera de inventarse dictaduras constitucionales, mediante el
voto, en un juego de falsa democracia, y buscándose la legitimidad que ningún
otro país pudiera cuestionarles.
¿Qué
es esa furia? ¿Pasión libertaria e independentista? ¿Nacionalismo pulsado?
¿Estallido social enfrentado a supuestos abusos de poder? De ninguna manera.
Tiene otra cara, se viste ahora con otros colgajos, pero es lo mismo. Se llama
comunismo. No le busquen otra interpretación ni otra definición. Es
comunismo. Cien millones de víctimas. Odio, mentiras, persecución y muerte,
sólo eso. Comunismo, lo reitero.
¿Que
en España no puede suceder jamás el advenimiento del comunismo? Como
escribí en esta plataforma hace algún tiempo. Sí, claro que puede suceder, ya
lo tienen dentro. Se llama Podemos, Pablo Iglesias, Ada Colau, Manuela Carmena,
y compañía. Se llama corrupción de todos los bandos. Se llama envidia y
podredumbre. Prefieren ver al país terminado, destrozado, a los españoles
derrotados, y hasta muertos, más que ninguna otra cosa. Es lo que los mueve, el
odio a España, el desprecio a los españoles, la destrucción antes que la
construcción, la muerte antes que la vida.
Cien
años después de la creación del sistema más letal que ha debido soportar la
humanidad, pareciera que el monstruo renaciera, en España, en Colombia,
reanimando el horror del castrocomunismo y del castrochavismo comunista.
¿Pudiera
en la actualidad presentarse a las elecciones presidenciales un exnazi? De
ninguna manera, no lo aceptaríamos. Sin embargo, en la Colombia de los Castro,
un asesino comunista, un narcoguerrillero como Timochenko puede presentarse a
las elecciones presidenciales. Lo que no dista mucho de esa entrada triunfal en
Barcelona de un terrorista como Arnaldo Otegui, cuando hace pocos días se
codeaba con Carles Puigdemont, reverenciado por los líderes de Podemos, y se
hacía selfies en la calle cual noble y famoso artista de cine.
¿Que
cómo me siento? Pesimista. El único signo sensato ha sido la
declaración de un Día Nacional por las Víctimas del Comunismo en Estados
Unidos, lo que hay que agradecer sin duda alguna al presidente Donald Trump.
Pero
la furia persiste, y multiplica sus tentáculos.
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