WALTER ANDRADE 27 de noviembre de 2017
Es
probable que la liquidez sea a una empresa lo que la sangre al ser humano. Es
probable, digo, porque para muchos lo más importante es el producto, el mercado
o el talento humano.
Sin
embargo, para una empresa con ideas, con talento, con productos destacados pero
sin liquidez, propia o facilitada por alguien, avanzar se puede volver cuesta
arriba. Es que así como a un ser humano
la vida se le complica con deficientes niveles de sangre en su cuerpo, a una empresa le pasa igual cuando carece de recursos o los tiene limitadamente.
Por supuesto que dar un salto cualitativo o encontrar un espacio cómodo en el
mercado, no es solo y exclusivamente una cuestión de liquidez. Se necesita
administrar con sensatez.
A un
país, como a una ciudad o una región, le
puede pasar igual: necesita liquidez para vivir y no tenerla en la cantidad
necesaria para un progreso equilibrado es señal de peligro y se expone a que le
lleguen todos los males del mundo. Claro que con una diferencia respecto a las
personas: las ciudades, por definición,
no se extinguen, no desaparecen físicamente como sí ocurre con las
empresas. Lo que les llega a pasar, cuando la liquidez que circula en su
economía se reduce a la mínima expresión, es que la ciudad, región o país poco a poco entra en un proceso de lenta agonía que se expresa de
diferentes maneras. Sus habitantes reducen drásticamente su nivel de vida, pero
miles corren a buscar suerte por otros lados.
Con
ocasión de la crisis bancaria de 1998-1999, por ejemplo, hubo una emigración masiva de
ecuatorianos. España, muchos países europeos y otros tantos
latinoamericanos recibieron a miles de ecuatorianos porque huían del país que
de pronto, cualquiera haya sido la
razón, se quedó sin recursos, sin
liquidez.
Hoy
por hoy, estamos siendo testigos de la
diáspora de venezolanos por el mundo y al final es por la misma razón: falta de
liquidez en su país. El origen es distinto:
aquí fue por un fraude, en Venezuela por una irracional, incomprensible
y alucinante manera de gobernar.
Conociendo
entonces lo fundamental que es para el
bienestar de la comunidad contar con recursos para su desarrollo y
crecimiento, parecería de sentido común
que todos los esfuerzos de los gobernantes se dirijan a atraerla, a crear
condiciones para generarla para que la sociedad en su conjunto vea el panorama
claro. Y la necesidad es mayor para nosotros que tenemos
al dólar de EE.UU. como moneda.
En
teoría, por tanto, esta ciudad como todas y el país en general, la prioridad
uno es alentar la entrada de dólares a la economía.
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