domingo, 3 de diciembre de 2017

Venezuela: La Iglesia no está con la oposición, sino con el pueblo y con el Papa, por @Zapatacar



Carlos Zapata 02 de diciembre de 2017

Una vez más, el presidente de Colombia, Juan Manuel Santos, pidió al gobierno venezolano que acepte la ayuda humanitaria de la comunidad internacional, la cual reiteradamente ha ofrecido enviar comida y medicinas a la nación sudamericana.

La oferta forma parte de una serie de desencuentros entre los gobiernos de esos países fronterizos, muchos de ellos ocurridos en la red social Twitter. Una de las más controvertidas fue la reacción del ministro de Salud y Protección Social de Colombia, Alejandro Gaviria, quien desde la red del pajarito desmintió las acusaciones de Nicolás Maduro.

“Aclaración: nunca hemos negado la venta de medicamentos a Venezuela, ni tenemos ninguna injerencia en la relación entre el Gobierno de Venezuela y la industria farmacéutica”, escribió Gaviria.

El gobierno venezolano ha acusado repetidamente a Juan Manuel Santos de prohibir la venta de medicinas que Venezuela importa desde Colombia. Incluso le llegó a decir: “Trágate tus medicinas, las estamos comprando en la India y van a llegar muy pronto a Venezuela. Trágate tus medicinas y tu droga y tu cocaína”.

Santos salió al paso y desmintió las declaraciones señalando que “es absolutamente falso” que Colombia haya bloqueado cualquier venta de medicamentos a Venezuela. Dijo además que “Maduro parece no darse cuenta que los venezolanos están sufriendo por falta de alimentos y muriendo de enfermedades por falta de medicinas”.

El mandatario colombiano reiteró que “siempre” serán solidarios con los venezolanos y sostuvo este martes que “le hemos ofrecido desde hace mucho tiempo apoyo humanitario en materia de comida y medicamentos, y el gobierno venezolano se ha negado”.

La petición forma parte de los cuatro puntos exigidos por la oposición y recordados por la Iglesia a través de la carta del Secretario de Estado de la Santa Sede al gobierno de Venezuela, lo que sigue generando fuerte movilización mundial. En las últimas semanas tuvo eco en el Consejo de Seguridad de la Organización de Naciones Unidas (ONU), y más recientemente –hace 15 días- en el seno del Tribunal Supremo de Justicia (TSJ), con funcionamiento excepcional en el exilio.

La Sala Constitucional de ese organismo exigió la apertura “inmediata” del canal humanitario y solicitó la “intervención humanitaria” de la comunidad internacional, si el gobierno de Nicolás Maduro se niega a acatar el fallo. La reacción fue en respuesta a una solicitud de implementar la ayuda humanitaria con el fin de mitigar los efectos de “la dramática situación que atraviesan los venezolanos por la carencia absoluta de alimentos y medicinas”.

Esta semana, la Conferencia Episcopal Venezolana (CEV) recibió a dirigentes políticos que participarán en una mesa de diálogo con el gobierno de Maduro, a partir del 1ero de diciembre en República Dominicana. A ellos les recordó la exigencia de la Iglesia de abrir un canal humanitario que sirva para el ingreso de alimentos y medicinas.

La Iglesia no está alineada con la oposición, sino con el pueblo y con el Papa

Aunque el presidente de la Asamblea Nacional, Julio Borges, dijo en declaraciones a periodistas después de la reunión con el clero, que “la Iglesia está absolutamente alineada en este clamor nacional de que se abra el canal humanitario de medicinas y comidas”, en conversación exclusiva con Aleteia, el secretario de la CEV, monseñor Víctor Hugo Basabe, dejó claro que los obispos “solo están alineados con el Papa” y recordó que la petición de la Iglesia para salvar vidas humanas: ni es nueva ni es político-partidista.

“Yo creo que los que primero hablamos en este país de la necesidad de establecer esta ayuda, que no lo llamamos inicialmente canal humanitario, fue la Iglesia”, recordó.

Dijo que “la primera vez que lo propusimos (oficialmente) fue el 3 de abril del año pasado cuando nos reunimos monseñor Diego Padrón (presidente del Episcopado) y mi persona con el Presidente ejecutivo de Venezuela, que en ese entonces era el profesor Aristóbulo Istúriz. Fue cuando solicitamos formalmente una autorización para recibir a través de Cáritas, la ayuda de organizaciones globales como Caritas Internationalis”.

Sostuvo monseñor Basabe, de hecho, que la propuesta fue más allá del sector netamente alimenticio o de medicinas. “Pedimos que se abriera la posibilidad de que al país pudiesen llegar medicamentos, alimentos, e incluso materias primas, porque había un ofrecimiento directo de parte de organizaciones internacionales y gobiernos europeos y de gobiernos latinoamericanos en venir al encuentro de los venezolanos para poder aliviar un poco la situación de penuria que se estaba viviendo”.

La petición se rechazó sostenidamente por distintas vías, como alertó públicamente la Cáritas local. No obstante, “hasta esta fecha nosotros nunca tuvimos una repuesta oficial a esa solicitud que se hizo al gobierno de Nicolás Maduro. Y la única respuesta que ha habido es la respuesta de negar reiteradamente que aquí hay una situación de emergencia humanitaria, que hay una situación de carencia de alimentos y medicamentos. Es la única repuesta que hemos tenido: la negativa del gobierno en asumir que hay una realidad, que hay un problema humanitario verdaderamente fuerte, y es lo que no genera muchas esperanzas (con respecto a) este proceso de diálogo”.

En ese aspecto, sostuvo el secretario de la CEV que “un proceso de diálogo sincero pasa por asumir la realidad del país, la verdad de Venezuela. Y no pretender seguir ocultándola, y utilizarlo no como un instrumento para buscar soluciones, sino como un instrumento para seguir manteniéndose en el poder”.

 Por su parte, Cáritas ha insistido en la necesidad de articular esfuerzos con organismos internacionales, en su afán por garantizar el derecho a la vida en la nación sudamericana. En este aspecto, avanza en alianzas estratégicas con el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF) y con la Organización Mundial de la Salud (OMS), en la búsqueda de una agenda común que, sin afectar principios ideológicos y doctrinales, sirva para salvar al mayor número de personas –principalmente de infantes, actualmente los más vulnerables en esta crisis sin precedentes.

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