GIDEON LONG 11 de enero de 2018
A lo
largo de la vasta frontera entre Venezuela y Colombia, los cuatreros de ganado
trabajan robando y comercializando vacas, además de hacerlas cruzar ilegalmente
de un país a otro.
Coimean
a las patrullas fronterizas para lograr su objetivo. A las vacas unas 250.000
por año las matan en un improvisado matadero colombiano y la carne se vende a
tres veces más el precio en Venezuela.
El
negocio mueve unos u$s 135 millones por año, según una estimación de la
federación colombiana de criadores de ganado. Pero es apenas una de la serie de
crecientes estafas vinculadas al contrabando que incluyen nafta, cobre robado,
metales de descarte, huevos, tomates y prendas de vestir.
Es
también sólo otro síntoma del pésimo estado de la economía venezolana, que
tiene efectos secundarios en todas partes. La caída de la producción petrolera
en un país que alberga las mayores reservas de crudo del mundo ayudó a elevar
los precios globales de la energía. Los menores ingresos petroleros llevaron a
Venezuela a incumplir el pago por u$s 64.000 millones de sus bonos.
Y también
está el impacto regional. Se trata del más severo en Colombia, que recibió
cerca de 500.000 refugiados venezolanos. Debido al cuatrerismo de ganado, en
Colombia volvió la fiebre aftosa el año pasado por primera vez en casi una
década.
"El
mayor peligro que enfrentamos en este momento es el comercio de contrabando,
por sobre todo de ganado proveniente de Venezuela", dijo el mes pasado
Juan Manuel Santos, el presidente de Colombia, cuando le dio la bienvenida a la
decisión de levantar una prohibición que recaía sobre las exportaciones de
carne colombiana. "En Venezuela actualmente no hay controles para combatir
la fiebre aftosa", agregó.
El
catalizador del auge del contrabando es la hiperinflación en Venezuela y el
rentable arbitraje que ello crea. Hace catorce meses, el peso colombiano y el
bolívar venezolano estaban en paridad. El dólar cotizaba a cerca de 3000 en
ambas monedas. Ahora el peso colombiano vale 40 veces más que el bolívar.
Dados
los controles de precios que fijó el gobierno socialista del presidente Nicolás
maduro para una serie de productos, para cualquiera que tenga moneda extranjera
Venezuela es increíblemente barata.
Las
bandas de delincuentes aprovechan la oportunidad. Insight Crime, una fundación
con sede en Medellín, sostiene que dos grandes grupos de criminales
colombianos, los Rastrojos y los Urabeños, se pelean por controlar el
contrabando cerca de Cúcuta, una ciudad fronteriza separada de Venezuela por un
puente peatonal.
En los
últimos cuatro meses de 2017 hubo varios tiroteos cerca del puente. "Esto
es reciente", dijo el general mayor Gustavo Moreno de la policía nacional
de colombiana en Cúcuta. "En los primeros ocho meses del año no hubo ni un
sólo incidente", agregó.
Si
bien Maduro cada tanto arremete contra saboteadores anónimos que provocan los
problemas económicos del país, quizás esta situación se deba a la combinación
de hiperinflación y controles de precios. Algunos productores de ganado
venezolanos, por ejemplo, ya no venden la carne en el mercado local porque es
más fácil y más lucrativo operar con los contrabandistas.
"Ellos
cuidan todo el negocio", dijo un ganadero con campos cercanos a la
frontera. "Vienen a mi estancia, me pagan en pesos (colombianos), y no en
bolívares, y me compran 30, 40 o 50 animales de una vez".
Sin
embargo, el comercio más lucrativo de todos es la nafta. Se estima que se
contrabandean unos 100.000 barriles de petróleo por día. Otra vez la razón es
el arbitraje de precios. La nafta está tan subsidiada en Venezuela que es
prácticamente gratis. Los conductores llenan sus tanques por un par de centavos
de dólar, luego quitan el combustible y lo venden a bandas de delincuentes,
quienes a su vez lo comercializan en Colombia con un margen de beneficio de
2000%.
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