sábado, 6 de enero de 2018

Día 16: Llegó el CLAP, por ‎@yedzenia



Yedzenia Gainza 05 de enero de 2018

El hambre es uno de los mecanismos de control más efectivos del chavismo. Con una moneda que se perdió en el abismo de la inflación y una escasez galopante, a los venezolanos cada hora que pasa les dificulta el acceso a los alimentos básicos. El chavismo dice buscar solución a este problema con la creación de los Comités Locales de Abastecimiento y Producción, mejor conocidos como CLAP, una especie de promesa de alimentos al alcance del bolsillo de los ciudadanos que puedan permitírselo.

Se supone que los productos se entregan casa por casa a quienes muestran su fidelidad con esa cartilla de racionamiento llamada “Carnet de la Patria”. Oficialmente la organización de los CLAP depende de los consejos comunales, un nido de corrupción en el que un grupito de enchufados decide quién puede acceder a la bolsa de comida y quién no. Eso sin contar las comisiones que cobran bajo cuerda para garantizar la entrega de la bolsa y la cantidad de quejas de los beneficiarios que se encuentran con paquetes sin precinto donde faltan productos.

Existen bolsas que entrega la dictadura desde Caracas y otras que dependen de las gobernaciones regionales, es decir,  de la dictadura en chiquito. A una señora que conozco le llegó la suya, pero no a la puerta de su casa.  Después de pagar casi un mes antes prácticamente toda su pensión, tuvo que esperar al reparto a las puertas de un camión donde no faltaban los empujones que ella veía de lejos con vergüenza ajena. La desesperación era para recibir un paquete con los siguientes productos:

7 kg de harina de maíz
2 l de aceite de girasol
3 kg de arroz
1 kg de pasta
1 kg de caraotas negras
300 ml de salsa inglesa
150 ml de salsa de soja
300 ml de salsa de ajo
340 ml de mayonesa
350 ml de kétchup

Esa bolsa correspondía al mes de diciembre. Ahora la pregunta del millón de lochas: ¿Esto es suficiente para comer durante un mes? De un paquete de harina salen veinte arepas, lo que significa que son ciento cuarenta arepas que, por supuesto, no se rellenan con un solo kilo de caraotas. Las ciento cuarenta arepas dan para comer casi cinco cada día. Si una familia es de cuatro miembros, el desayuno está relativamente cubierto, la primera semana con relleno y las siguientes sin. El resto de los días la misma familia tiene para comer dos veces pasta, y once veces unos setenta gramos de arroz. ¿Son ideas mías o esto no es suficiente para vivir? Si les parece que la familia es numerosa, es importante recordar que en América Latina una familia de cuatro miembros no es precisamente lo que más abunda, al contrario, es lo que podría considerarse una pequeña y rara unidad familiar.

Creo que el recuento hecho en los últimos días no es difícil entender la causa de tanta desnutrición, tanta cola, tanta hambre. Lo peor es que para un sector de la población esta bolsa de miseria (repartida según la cantidad de amigos que tengan los responsables) es la única garantía de alimentos con la que cuentan, por lo que sin importar la repulsión que genere el régimen, siguen sintiendo miedo de que descubran que no votan a su favor durante las elecciones, ya que el control llega incluso a llamarles por teléfono o buscarles en su casa para asegurarse el voto “de agradecimiento”.

Ayer llegó el CLAP, la bolsa con la que el chavismo materializa su “patria, socialismo o muerte”,  una muerte que se acelera haciendo realidad un proyecto fríamente calculado para acabar con un país.

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