Yedzenia Gainza 05 de enero de 2018
El
hambre es uno de los mecanismos de control más efectivos del chavismo. Con una
moneda que se perdió en el abismo de la inflación y una escasez galopante, a
los venezolanos cada hora que pasa les dificulta el acceso a los alimentos
básicos. El chavismo dice buscar solución a este problema con la creación de
los Comités Locales de Abastecimiento y Producción, mejor conocidos como CLAP,
una especie de promesa de alimentos al alcance del bolsillo de los ciudadanos
que puedan permitírselo.
Se
supone que los productos se entregan casa por casa a quienes muestran su
fidelidad con esa cartilla de racionamiento llamada “Carnet de la Patria”.
Oficialmente la organización de los CLAP depende de los consejos comunales, un
nido de corrupción en el que un grupito de enchufados decide quién puede
acceder a la bolsa de comida y quién no. Eso sin contar las comisiones que
cobran bajo cuerda para garantizar la entrega de la bolsa y la cantidad de
quejas de los beneficiarios que se encuentran con paquetes sin precinto donde
faltan productos.
Existen
bolsas que entrega la dictadura desde Caracas y otras que dependen de las
gobernaciones regionales, es decir, de
la dictadura en chiquito. A una señora que conozco le llegó la suya, pero no a
la puerta de su casa. Después de pagar
casi un mes antes prácticamente toda su pensión, tuvo que esperar al reparto a
las puertas de un camión donde no faltaban los empujones que ella veía de lejos
con vergüenza ajena. La desesperación era para recibir un paquete con los
siguientes productos:
7 kg
de harina de maíz
2 l de
aceite de girasol
3 kg
de arroz
1 kg
de pasta
1 kg
de caraotas negras
300 ml
de salsa inglesa
150 ml
de salsa de soja
300 ml
de salsa de ajo
340 ml
de mayonesa
350 ml
de kétchup
Esa
bolsa correspondía al mes de diciembre. Ahora la pregunta del millón de lochas:
¿Esto es suficiente para comer durante un mes? De un paquete de harina salen
veinte arepas, lo que significa que son ciento cuarenta arepas que, por
supuesto, no se rellenan con un solo kilo de caraotas. Las ciento cuarenta
arepas dan para comer casi cinco cada día. Si una familia es de cuatro
miembros, el desayuno está relativamente cubierto, la primera semana con
relleno y las siguientes sin. El resto de los días la misma familia tiene para
comer dos veces pasta, y once veces unos setenta gramos de arroz. ¿Son ideas
mías o esto no es suficiente para vivir? Si les parece que la familia es
numerosa, es importante recordar que en América Latina una familia de cuatro
miembros no es precisamente lo que más abunda, al contrario, es lo que podría
considerarse una pequeña y rara unidad familiar.
Creo
que el recuento hecho en los últimos días no es difícil entender la causa de
tanta desnutrición, tanta cola, tanta hambre. Lo peor es que para un sector de
la población esta bolsa de miseria (repartida según la cantidad de amigos que
tengan los responsables) es la única garantía de alimentos con la que cuentan,
por lo que sin importar la repulsión que genere el régimen, siguen sintiendo
miedo de que descubran que no votan a su favor durante las elecciones, ya que
el control llega incluso a llamarles por teléfono o buscarles en su casa para
asegurarse el voto “de agradecimiento”.
Ayer
llegó el CLAP, la bolsa con la que el chavismo materializa su “patria,
socialismo o muerte”, una muerte que se
acelera haciendo realidad un proyecto fríamente calculado para acabar con un
país.
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