Omar Barboza Gutiérrez 05 de enero de 2018
Con
humildad republicana comienzo por agradecer la confianza a los colegas
Diputados que han votado favorablemente para que asuma durante este período que
comienza, la función de presidir esta Asamblea Nacional en la cual reposa la
legítima representación del pueblo venezolano.
Esta
designación no la interpretamos como un honor o una distinción personal, sino
como el encargo de una gran responsabilidad histórica, en cuyo cumplimiento
empeñaremos el máximo esfuerzo para no defraudarlos, y sobre todo para servirle
bien al pueblo venezolano que hoy lleva la carga más pesada de la grave
situación nacional. Para ello solicito el apoyo y la comprensión de todos para
que podamos servir al interés nacional y a los mejores sueños de la juventud
venezolana.
Lamentamos
comenzar afirmando que nos encontramos
ante el riesgo cierto de la disolución de la República en medio de la anarquía
y la ausencia del Estado de Derecho. Nos corresponde entonces la tarea de un
buen médico que debe determinar la causa real de una enfermedad que puede
convertirse en terminal, y de lo acertado de su diagnóstico dependerá la
posibilidad de recuperar la salud, la vida del enfermo. En nuestro caso, el
paciente se llama Venezuela.
Pudiéramos
hoy hacer una larga lista de las calamidades que están sufriendo nuestros
ciudadanos, y del fracaso de las distintas políticas sectoriales que ha
implementado este gobierno. Podemos, incluso, proponer soluciones por separado
a cada uno de los problemas, pero esos enfoques parciales de la realidad que
pueden ser muy útiles en otro contexto, nos conducirían a concentrarnos en las
consecuencias, descuidando lo fundamental que es el origen del desastre que
vivimos.
Es
imprescindible determinar la causa matriz que ha convertido a nuestro país, con
tantos recursos humanos y naturales, en una fábrica de pobres. Para saber hacia
dónde vamos, es muy importante saber dónde estamos parados.
En ese
sentido consideramos que existen suficientes evidencias para asegurar que la
crisis general, que incluye la social, la económica, la institucional, y la
moral, tiene como causa principal la pretensión del grupo que hoy gobierna a
nuestro país, de imponerle al pueblo de Venezuela un modelo que representa un
populismo totalitario que utiliza la intervención del Estado y el control de
casi todos los poderes públicos para amparar la corrupción y la ineficacia,
mientras destruye la producción nacional y las empresas del Estado.
Con
ese propósito, desconoce los valores y reglas democráticas, utiliza la fuerza
para impedir la expresión libre del pensamiento, y al Poder Judicial para darle
apariencia de legalidad a sus atropellos. Cuando la sociedad democrática unida
se expresó claramente en contra de ese modelo por la vía democrática, tal como
ocurrió en las elecciones parlamentarias de diciembre de 2015, entonces
decidieron desconocer la voluntad popular que eligió legítimamente a esta
Asamblea Nacional, y para ello violaron todas las normas para designar a un
Poder Judicial controlado por el oficialismo; que luego para evadir el control
constitucional de la Administración Pública Nacional, declaró arbitrariamente
en lo que ellos llaman desacato a esta Asamblea Nacional.
Decisiones
como esa, por parte del oficialismo con fines totalitarios, constituyen las
razones fundamentales de la crisis general que hoy amenaza con la destrucción
del país y con enterrar los mejores valores de la auténtica venezolanidad. El
hambre, la falta de medicinas, la inseguridad personal y jurídica, el atraso,
el deterioro creciente de la calidad de vida, la inflación más alta del mundo
llegando a la hiperinflación, son consecuencias directas de las políticas de
quienes pretenden eternizarse en el poder.
Es el
cambio profundo del modelo que hoy gobierna a Venezuela, el propósito
fundamental que debemos perseguir para superar de manera definitiva la presente
crisis y evitar que se pueda repetir en el futuro. La tarea es inmensa,
reconstruir al país, restablecer la vigencia de Estado de Derecho, y crear las
condiciones para que el modelo democrático que representamos les garantice a
todos la oportunidad de progresar en libertad, impulsando el crecimiento con
justicia social, teniendo a la educación como principal instrumento de cambio,
y dándole prioridad a lo hecho en Venezuela. Debemos recuperar el tiempo
perdido, e incorporarnos junto a los
países con visión de futuro, que respetan la propiedad privada, reconocen la
realidad de los mercados globalizados, y saben que estos son los tiempos de la
economía del conocimiento, de la innovación y de la tecnología, y que esa es la
vía segura para garantizar una mejor calidad de vida y superar la pobreza en la
que se encuentra gran parte del pueblo venezolano.
La
Mesa de Unidad Democrática, desde su nacimiento definió la estrategia de la
acumulación de fuerzas por la vía democrática hasta obtener el poder político y
establecer un Gobierno de Unidad Nacional como la manera de lograr la
reconciliación nacional, que no podía provenir de la violencia, para así poder
emprender unidos la tarea de la reconstrucción del país y la vigencia de sus
instituciones. Esa estrategia correcta en función del interés nacional, llegó a
convertir a su tarjeta electoral en la más votada en la historia de Venezuela y
nos condujo al gran triunfo en las elecciones parlamentarias de 2015. A partir
de allí cometimos los errores de que las diferencias entre distintos factores
de la Unidad, más las maniobras del oficialismo para sembrar intrigas entre
nosotros, le permitió al gobierno cumplir con su objetivo estratégico de crear
desencuentros y desconfianza entre nosotros.
El
peor error que podemos cometer en estos momentos es tratar de determinar
quiénes fueron los responsables; lo importante es que todos demostremos
capacidad para rectificar y mirar hacia adelante.
Ante
el crecimiento sin precedentes del deterioro de la situación nacional, tenemos
el deber político y ético de reconstruir la
unidad, y para hacerlo tomar en cuenta el sentido de urgencia que
debemos darle a los pasos necesarios para lograrlo. Ninguna aspiración personal
o partidista, por legítima que sea, debe impedir que nos ´pongamos de acuerdo
para actuar unidos en función de asegurar el destino de prosperidad y libertad
que merecemos los venezolanos. Estamos ante una emergencia nacional que es el
Cambio político para que cambie la situación del país, y toda la dirigencia
democrática al lado del pueblo debe incorporarse unida de verdad para lograrlo.
Entre
los diferentes escenarios de lucha por el cambio, los venezolanos en su inmensa
mayoría estamos de acuerdo con buscar una solución democrática a la crisis que
vivimos, y que debemos llegar a ella por
la vía pacífica, ya que todos anhelamos la paz, pero no la impuesta por la
fuerza, sino la que derive del respeto al derecho de todos los ciudadanos. Lo
que está en juego es el porvenir de nuestra nación, y para determinar el rumbo
que debemos tomar solo está legitimado el pueblo venezolano expresando
libremente sin ninguna presión que pretenda torcer su voluntad, qué es lo que
quiere para Venezuela. Por eso creemos que el principal deber de la dirigencia
nacional es crear las condiciones para que se produzca una solución democrática
sobre la cual todos tengamos razones para respetarla.
En ese
sentido, se justifican los esfuerzos que están haciendo los partidos de la
Unidad Democrática con participación internacional, para lograr las condiciones
que nos permitan avanzar hacia un acuerdo a pesar de las profundas diferencias
entre oposición y gobierno. Y como quiera que en las confrontaciones como la
que se vive en Venezuela, la primera víctima es la verdad, debemos entender que
ambas partes tenemos fortalezas y debilidades, y que para tener éxito en estas
conversaciones ninguna de las partes debe pretender la rendición de la otra. Lo
importante de estos procesos es que no perdamos de vista cuáles son los
objetivos de fondo que debemos lograr, y en nuestro caso, unas elecciones
presidenciales rodeadas de todas las garantías para que cada venezolano ejerza
su derecho libremente, debe constituir el objetivo central.
Asimismo,
debe formar parte de esas conversaciones el restablecimiento de la
institucionalidad democrática, comenzando por dejar sin efecto el llamado
desacato de esta Asamblea Nacional, para que en pleno ejercicio de sus
atribuciones Constitucionales se dedique a buscar soluciones para los problemas
de la gente, defendiendo como siempre sus derechos.
En
esta ruta para lograr que las cosas cambien profundamente en Venezuela, es muy
importante la concientización, la organización, y el papel que jueguen
instituciones y factores fundamentales en el camino que nos queda por andar. En
este punto quiero hacer un reconocimiento especial a la Conferencia Episcopal
Venezolana por la valiente posición que ha tenido en la defensa de las
libertades y el llamado permanente para que se permita un canal humanitario.
Sabemos que las otras iglesias que hacen vida en el país comparten las mismas
preocupaciones.
Los
proyectos totalitarios ponen en riesgo la libertad de expresión, y la mejor
demostración es lo que ha sucedido con varios medios de comunicación nacionales
e internacionales en Venezuela. Pero tenemos la esperanza de que los medios que
han sobrevivido en el país, aún con sus limitaciones, seguirán cumpliendo con
su misión de decir la verdad junto a los medios internacionales; al igual que
lo están haciendo periodistas y articulistas nacionales y extranjeros. Para
todos ellos el reconocimiento de esta Asamblea Nacional y del pueblo
venezolano.
La
comunidad internacional del mundo democrático ha demostrado, tanto a través de
sus gobiernos como de sus parlamentarios, la convicción que tiene de que en
Venezuela los que están en juego son los valores democráticos y el respeto a
los derechos humanos. Su actitud en defensa de la legitimidad de esta Asamblea
Nacional, así como su acompañamiento en el esfuerzo por lograr acuerdos para
buscar una salida pacífica y democrática, compromete por siempre el
agradecimiento de los demócratas de nuestro país.
De
manera especial, agradecemos la buena voluntad que han tenido muchos países del
mundo para atender y darle acogida a la inmensa cantidad de venezolanos que se
han ido porque ya no soportan las consecuencias del fracaso de este gobierno. A
esos países le pedimos, especialmente a los latinoamericanos, que cuando les
soliciten su hospitalidad no olviden que quienes se la están solicitando, son
las hijas y los hijos de la patria de Bolívar.
En
consecuencia, con lo expuesto anteriormente procuraré el mayor consenso para
orientar nuestra gestión de manera principal a lo siguiente: En lo político, la
reconstrucción de la unidad democrática como alternativa para el cambio tendrá
todo nuestro apoyo. Asimismo daremos toda la contribución que esté a nuestro
alcance para colaborar con los esfuerzos que se vienen haciendo en favor de un
acuerdo que permita una solución democrática a la crisis nacional. Siempre
estaremos dispuestos al diálogo con todos los sectores del país, incluso con
los del oficialismo que quieran dialogar sobre temas de interés nacional.
En el
ejercicio de nuestras atribuciones constitucionales seguiremos cumpliendo con
la obligación del control político de la Administración Pública, y
denunciaremos todos los actos del Gobierno Nacional que violen la Constitución
y las Leyes, o afecten al Patrimonio
Público. En cuanto al trabajo legislativo propiamente dicho, impulsaremos la
aprobación de leyes prioritarias, tal como lo hicimos con la Ley de Producción
Nacional, aunque sus trámites se lleven solo hasta la segunda discusión,
mientras dure el bloqueo inconstitucional al trabajo de esta Asamblea; pero
como nosotros sabemos que el Cambio cada día está más cerca, debemos estar
preparados dentro del Poder Legislativo con un Banco de Leyes ya tramitadas en
esta instancia, cuya aplicación en su momento le de viabilidad legal a los
cambios que vienen.
En lo
social, pienso llevar a la primera reunión ordinaria de esta Asamblea Nacional,
que será el próximo martes, la propuesta de promover con toda la fuerza posible
una Alianza Nacional para la Solidaridad Humanitaria. La idea central es
estimular a toda la sociedad venezolana, con la participación de todos los
entes privados y públicos que lo quieran hacer, a formar parte de una acción
nacional concertada para concretar la solidaridad de todos con el pueblo
venezolano que sufre como consecuencia de esta crisis. El próximo martes
llevaré la discusión de este tema a la sesión plenaria que celebraremos.
Creemos que todos los que podamos hacer algo, debemos ponernos la mano en el
corazón para apoyar a los que hoy sufren, mientras sustituimos a este modelo
generador de pobreza.
Esta
es una actividad que por su motivación y objetivos, debe ser apoyada por encima
de las diferencias políticas entre opositores y oficialistas, se trata de
ayudar a las venezolanas y venezolanos que necesitan nuestro apoyo para atender
sus necesidades básicas, y eso debe estar por encima de las diferencias
políticas. Si como Asamblea Nacional no tenemos los recursos económicos para
financiar una tarea tan inmensa, sí tenemos la voluntad y el deber de promover
la expresión de solidaridad por parte de todos los venezolanos que queramos
ayudar a nuestros hermanos.
En
esta etapa del país, presidir la Asamblea Nacional defendiendo los valores democráticos,
es una tarea compleja y difícil que muchas veces no cuenta con la comprensión
de quienes hacen exigencias como si estuviéramos en una situación de normalidad
democrática. Por eso en relación a la directiva que hoy concluye sus funciones,
es justo reconocer el gran esfuerzo de Julio Borges defendiendo esta
institución en Venezuela y ante el mundo. Asimismo, desde aquí le enviamos un
abrazo de solidaridad a Freddy Guevara; y nos complace reconocer la labor de
Dennis Fernández dejando en alto a la mujer venezolana con su inteligencia y
capacidad de trabajo.
A
pesar de las graves dificultades por las que atravesamos, quiero enviarle un
mensaje de fe y esperanza al pueblo venezolano. Vamos a rescatar la unidad
nacional por el cambio para que podamos impulsar nuestra lucha comenzando por
derrotar la resignación y la desesperanza. No debemos entregar el futuro de
Venezuela sin luchar, ni permitir que nos expropien nuestro derecho a cambiar
por la vía democrática a los responsables de este desastre.
Hoy le
rendimos un homenaje sincero y eterno a los que han caído en esta lucha y le
hacemos llegar un abrazo de solidaridad a sus familias. Es importante que los
presos y perseguidos políticos sepan que no están solos, que la gran mayoría
del pueblo y esta Asamblea Nacional está con ellos, y que uno de los objetivos
importantes de esta lucha es la libertad de todos para que puedan volver a
ejercer sus derechos constitucionales.
La
Quinta República ha fracasado estruendosamente, vamos a construir juntos la
República del futuro, la del progreso con justicia y libertad,
Que
Dios bendiga a Venezuela y nos ilumine para servirle bien al pueblo venezolano.
Muchas
gracias…
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