Eduardo Gallo Llorente 07 de enero de 2018
@diario9dejulio
Hay
gobiernos de derecha que realizan buenas gestiones y también de izquierda que
hacen buenos gobiernos. Nada garantiza que la orientación política de un
presidente o primer ministro baste por si sola para realizar una buena gestión
en favor de su pueblo.
El
caso de Venezuela y de Maduro es sin embargo paradigmático, dado que ha entrado
en un proceso de hiperinflación, escasez de alimentos y represión a las
protestas populares con 150 muertos en el 2017. Muchos pensaban que no
terminaría el año y que el gobierno caería, pero en este caso parece que
siempre se puede estar un poco peor.
En la
década del 70 del siglo pasado, bajo la presidencia de Andrés Pérez y el mundo
muy necesitado de petróleo, este país caribeño tenía el PBI per cápita más alto
de Latinoamérica, hoy en día es uno de los más bajos. El PBI se contrajo 14% en
el 2017 y acumula un retroceso del 35% en 4 años, una cifra inédita para un
país que no está en guerra. En los últimos 18 años han emigrado del país más de
2 millones de venezolanos, principalmente a Colombia pero últimamente a toda
Latinoamérica. En un principio los emigrantes pertenecían a la clase alta y
media alta pero últimamente son de clase media media y media baja. En los
últimos tiempos en Buenos Aires he tenido oportunidad de escuchar las historias
de algunos venezolanos que han salido para llegar a Buenos Aires luego de 10 o
12 días de viaje por tierra, cruzando todo Brasil, vía Manaos. Hace pocos días
leí en el diario La Nación la historia de una venezolana joven y embarazada de
varios meses que realizó este largo camino en ómnibus para que su hijo naciera
en un país con más esperanza de desarrollo económico y social.
En el
mes de noviembre del año pasado por primera vez Venezuela alcanzó niveles de
inflación de más del 50% mensual y el FMI proyecta una tasa de inflación anual
del 2.400% en el 2018. Con estas tasas de inflación la economía es totalmente
inviable y de esto conocemos los argentinos.
Esta
última Navidad ha sido la más triste de la historia venezolana ya que en dicho
país existía la costumbre para estas fiestas de comer un pernil de cerdo.
Debido a la crisis económica en las bolsas de comida que reparte el gobierno no
fue incluido este año este preciado producto. Este es un mecanismo de
distribución de comida subvencionada, la versión moderna de la libreta cubana
de racionamiento. Maduro le echó la culpa a Portugal y a EE.UU. por la falta de
pernil y la crisis económica. Altos funcionarios del gobierno de Portugal
desmintieron a Maduro, diciendo que en el 2017 dicho país no exportó pernil de
cerdo ni a Venezuela ni a otro destino.
El
sistema de control de cambio y precios atribuye al estado bolivariano el
monopolio de los dólares obligando a empresarios a acudir al mercado negro,
donde el billete verde norteamericano se cotiza por encima de los 100.000
bolívares. El dólar preferencial del gobierno manejado con absoluta
arbitrariedad equivale a 10 bolívares. Los impagos de la deuda externa
dificultan también la importación. Las empresas portuguesas vendedoras de
alimentos afirman que Venezuela les adeuda 40 millones de euros desde hace más
de un año. Se trata de un caso similar a lo que sucedió con la Cooperativa
Sancor en que el gobierno venezolano demoró durante largos períodos el pago de
la leche en polvo importada, contribuyendo así a su caída.
Esta
maravilla de régimen y su Comandante Chávez, era muy admirado por Néstor y
Cristina. A él le debemos el traslado de la estatua de Cristóbal Colón cuando
durante una visita a nuestro país le dijo a Cristina “cómo tienes a este
genocida en este lugar”. Ella prontamente aceptó su sugerencia y desmanteló la
estatua.
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