Griselda Mutual – Ciudad del Vaticano 10 de febrero de 2018
Los venezolanos en Colombia buscan
artículos de primera necesidad, alimentos, artículos de aseo personal y
medicinas. Un espacio de servicio a los más pobres y necesitados es posible
gracias a la solidaridad de los laicos y religiosos que trabajan en la zona de
frontera, más precisamente en la diócesis de Cúcuta, la principal puerta de
ingreso a Colombia desde Venezuela.
Iglesia peregrina en la frontera, la
diócesis de Cúcuta lleva más de dos años prestando su ayuda y suscitando en los
fieles la solidaridad para con los hermanos en dificultad que llegan desde
Venezuela. Desde que dos años atrás se originara la crisis humanitaria, primero
con la deportación de colombianos de Venezuela, y luego con el agudizarse de la
crisis económica que llevó a miles de sus ciudadanos a cruzar las fronteras del
país para escapar de la hiperinflación, la escasez de alimentos, medicinas y
asistencia médica, la diócesis de Cúcuta brindó su ayuda a los connacionales
que dejaron sus pertenencias emigrando hacia Colombia.
En la
Casa de Paso Divina Providencia ofrecen a los hermanos venezolanos y
colombianos atención humanitaria: al día de hoy se cuentan en 320.000 las
raciones de alimentos, ocho mil almuerzos o cenas diarios, distribuidas por los
voluntarios, sacerdotes, diáconos, religiosos y religiosas en la Casa de Paso y
en las ocho Casas de caridad abiertas en ocho parroquias circunstantes.
¿Cuántas
personas atraviesan la frontera por día y cuántos venezolanos se encuentran hoy
en territorio colombiano? Se lo preguntamos al Obispo de Cúcuta, Monseñor
Víctor Manuel Ochoa
Tenemos
un gran número de hermanos que está cruzando a través de la frontera
colombiana, que es muy grande (más de 2.200 km, ndr.) pero especialmente en
Cúcuta, en dos puentes, el Simón Bolívar y el Puente General Santander, tenemos
un flujo altísimo de migrantes venezolanos. Unas setenta mil personas
diariamente atraviesan la frontera en Cúcuta. Muchos de ellos son colombianos
que regresan, o hijos de colombianos, y cerca de la mitad son venezolanos, que
vienen a quedarse en Colombia, buscando oportunidades en Cúcuta, en Bogotá, en
Cali, Medellín, y en otras ciudades de Colombia, y de ellos, otra mitad va de
paso hacia el Ecuador, Perú y Chile. Algunos logran pasar a través de Ecuador a
Brasil. Es un número grande que ha crecido mucho en las últimas semanas. La
diócesis de Cúcuta trata desde hace ocho meses de atenderlos establemente con
café, pan y alimentos a la hora del almuerzo y de la cena. Hemos completado una
media de trescientas veinte mil raciones distribuidas a estos hermanos
venezolanos.
Tras
el agudizarse de la crisis en Venezuela ¿han visto empeorar las condiciones en
que los migrantes llegan a la frontera?
Sí. La
situación está empeorando en los últimos días, desde hace dos semanas el
números de venezolanos ha crecido al menos, el doble. La Iglesia de Cúcuta
tiene una Casa de Paso en la parroquia de san Pedro de la Parada, es una
iglesita que está a cien metros de la frontera. Allí distribuimos alimentos
calientes y también hemos abierto ocho casas de caridad en ocho parroquias, que
atienden un gran número de venezolanos y colombianos que retornan de Venezuela
con agua, café y pan a la mañana y también con la posibilidad de hacer aseo
personal, y luego repartimos almuerzos y cenas. La situación está creciendo
muchísimo en los últimos días. Vemos un deterioro muy grande en la calidad de
vida de las personas que llegan desde Venezuela, y en particular un drama en
los temas de medicina y en situaciones que requieren atención hospitalaria y
quirúrgica.
Ustedes
también brindan el acompañamiento espiritual…
Desde
el inicio de la crisis, que comenzó hace dos años y medio con la deportación de
32.000 colombianos de Venezuela, la Iglesia de Cúcuta comenzó - con sus
presbíteros y diáconos - a dar una atención pastoral al drama de la frontera, y
lo seguimos haciendo. En la parroquia de san Pedro de la Parada y en las otras
ocho parroquias donde atendemos a estos hermanos, se brinda también atención
espiritual. Tenemos encuentros de evangelización y la celebración de la Santa
Misa, y acompañamiento personal para muchas de estas personas que viven crisis
muy dramáticas: dejan sus bienes y sus familias, y muchas familias son rotas
por esta situación. Tenemos para ellos una mano espiritual, una caricia
espiritual con las palabras del Papa Francisco que ha estado muy cercano a
nosotros. He tenido la oportunidad de encontrar al Santo Padre en dos ocasiones
y él ha estado muy cerca de este trabajo espiritual que realizamos con estos
hermanos. También realizamos asistencia en campo psicológico y jurídico.
¿Cuáles
son las principales dificultades que encuentran los migrantes venezolanos en
Colombia?
El
número de personas es alto, y creo que comienza a crear dificultades. Destaco
la ayuda y empeño de los laicos de nuestras parroquias, de los movimientos
apostólicos, la ayuda e intervención de los sacerdotes y diáconos, religiosos y
religiosas. Pero tenemos grandes dificultades y podemos dividirlas en dos: las
que tocan las personas que regresan o vienen a Colombia y también las de la
ciudad que los acoge.
Los
venezolanos que están llegando, vienen con grandes situaciones de necesidad:
pobreza, falta de medios materiales, muchos de ellos vienen con los bolsillos
vacíos, con poco dinero que para ellos es muchísimo, pero que al cambio es
pequeñísimo. Ésa es la gran dificultad. Muchos tienen necesidades inmensas en
medicinas y en temas médicos, y también por su condición física, muchos están
probados por las situaciones difíciles.
La segunda gran dificultad es que Cúcuta es una ciudad pequeña, tienen apenas un millón de habitantes, y muchos han ingresado en los barrios pobres de Cúcuta o en las situaciones de miseria de las ciudades grandes colombianas. El número es muy grande. Colombia considera que 800.000 venezolanos se han radicado en los últimos meses, y también hay un número grande de venezolanos que han pasado a Ecuador, Perú y Chile.
¿Qué
ayuda necesita Colombia y la Diócesis de Cúcuta en particular, de la comunidad
internacional?
En los
últimos días la comunidad internacional se ha movido mucho para ayudar a estos
hermanos. La diócesis de Cúcuta con la caridad de la misma Iglesia diocesana ha
tratado de estar cercana a estas necesidades. Hoy tenemos muchas necesidades,
son ocho mil almuerzos o cenas que distribuimos cada día. Es una suma ingente
pero que con la caridad y la ayuda de san José, que nos protege siempre, hemos
logrado atender. Hemos tenido ayuda de Caritas Internationalis, que está
presente desde el inicio de esta tragedia. También Caritas española y los
fondos propios de la Conferencia Episcopal de Colombia de la campaña anual de
Cuaresma, han servido para ayudar en parte a estos hermanos. Hoy necesitamos
ayuda. Creo que es una tragedia muy grande y todos los recursos materiales son
pequeños y son cortos ante esta nueva realidad que tenemos para vivir la
caridad, y creo que al comienzo de la Cuaresma con el bellísimo mensaje que el
Papa nos ha dirigido, estamos tratando de despertar la caridad y la ayuda a
estos hermanos. Es el dulce remedio del cual nos habla el Papa, el ejercicio de
esa limosna que nos lleva a controlar la avidez y a no pensar sólo en los
bienes materiales. En nuestra página de internet de la diócesis de Cúcuta está
la posibilidad de ayudarnos para contribuir a la atención de los hermanos de
Venezuela.
"Tenemos
que agradecer profundamente al Papa Francisco - concluye el Obispo- que ha
seguido a partir de la deportación de los colombianos, con gran cuidado y con
gran atención la situación de la frontera. Hemos podido encontrar al Santo
Padre junto con monseñor Mario Moronta de la Diócesis de san Cristóbal en
Venezuela, y él ha tenido siempre una pregunta clara y precisa sobre la
situación de los hermanos venezolanos y ha tenido también una palabra de apoyo
y gestos muy concretos de ayuda para con esta crisis de la frontera".
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