Keren Torres 29 de marzo de 2018
El
profesor jubilado de la LUZ indicó que los médicos son muy respetados en Chile
El
venezolano Francisco Arocha, profesor jubilado de la Universidad del Zulia
(LUZ), especializado en microbiología, fue elegido para ser el primer director
de la recién abierta Facultad de Medicina de la Universidad de Atamaca en
Chile.
Arocha
es un zuliano de 57 años, tiene un postgrado en infectología en la Universidad
Central de Venezuela (UCV) y un doctorado en Ciencias Médicas, maneja la
consulta de infectología en el Hospital Regional San José del Carmen de
Copiapó, capital de la región de Atacama, reseñó El Pitazo.
ejos
de la tierra del sol amada, bajo otro cielo a miles de kilómetros del suyo y
rodeado de desiertos floreados, vive el médico venezolano Francisco Arocha,
escogido para ser el primer director de la recién abierta Facultad de Medicina
en la Universidad de Atacama, al norte de Chile.
Nació
hace 57 años en Maracaibo, y con el humor que caracteriza a los zulianos soltó
una risa tímida e incrédula al preguntarle si sentía que era el Andrés Bello de
esta generación, por haber impulsado y ayudado a crear la carrera universitaria
en esta región del país sureño.
–Nooooo,
tampoco así. Yo estoy en una pequeña región de Chile, grande en extensión pero
no muy poblada; tenemos alrededor un gran desierto. Andrés Bello hizo muchas
cosas, todo en la capital, en Santiago”, dijo mientras seguía riendo por la
comparación.
–¿Pero en pequeño, puede hacerse el
paralelismo?
–Bueno,
sí, imagino que cuando escriban la historia de esta Facultad mi nombre estará
allí por ser el primer director, un venezolano.
Francisco
Arocha, profesor jubilado de la Universidad del Zulia (LUZ), especializado en
microbiología, con postgrado en infectología en la Universidad Central de
Venezuela (UCV) y doctorado en Ciencias Médicas, maneja la consulta de
infectología en el Hospital Regional San José del Carmen de Copiapó, capital de
la región de Atacama.
En la
Universidad de Atacama no existía la Facultad de Medicina; sin embargo, el
proyecto de abrir esta línea estaba planteado. Hasta hace unas semanas la
oferta era de carreras relacionadas con la ingeniería, sobre todo por la zona
que los rodea: minas de cobre, oro, hierro.
“Aquí
fue donde ocurrió el accidente de los 33 mineros”, apunta el doctor durante su
relato.
Pensó
que podría ofrecer algunas horas de clases en la institución, pero en la
Universidad quisieron algo más.
“Me
contactaron desde la universidad. Vieron en mi curriculum lo que había hecho
durante 25 años en LUZ, que había publicado 15 trabajos científicos en revistas
internacionales… y les gustó. Me pidieron que les ayudará a hacer el diseño
curricular de la carrera, de las asignaturas. Comencé en junio del año pasado
(2017)”, detalló Arocha.
Un
buen día dijeron que necesitaban a alguien para el cargo de director y le
preguntaron: ¿Usted está interesado?
“Les
dije que no, yo no quería dejar mi consulta, a mis pacientes. Pero ellos
llegaron a un acuerdo con la dirección del Hospital para compartir mi tiempo
entre la atención médica y el trabajo en la universidad. Así fue que acepté el
cargo, en diciembre”, narró.
─¿Cómo se ha sentido con el trato que ha
recibido de los chilenos?
─Existe
un respeto muy fuerte por el médico venezolano.
En el
Hospital de Copiapó trabajan 40 egresados de Venezuela, entre ellos su esposa,
Mariela Elizabeth Quinteros Villanueva, en el área de oftalmología. En Chile,
hay escasez de médicos, más aún de especialistas y con doctorados.
“Hay
regiones donde el 80 % de los médicos son venezolanos. El paciente chileno es
muy agradecido; cuando apenas asomo la posibilidad de regresarme a Venezuela
unos se ponen bravísimos y otros lloran”, relató Arocha.
Recordó
que en la Universidad del Zulia era profesor de entre 300 a 600 alumnos cada
año. En Atacama, la Facultad arrancó con 38 inscritos.
“El
costo es un punto, pero también existe un régimen muy estricto de selección.
Los jóvenes deben haber rendido muy buenas notas durante su educación media y
luego, pasar con más de 750 puntos un examen que se llama PCU. No es fácil,
solo así pueden optar por la carrera de medicina”, contó Arocha.
En la
actualidad trabaja en la parte administrativa, como director, pero para el año
próximo cuando se inicien las materias de microbiología e infectología, está
planteado que enseñe en dichas cátedras.
“Cuando
la carrera avance, probablemente estaré con los alumnos en su práctica
profesional y daré clases de medicina preventiva y familiar, las cuales también
forman parte de mi especialidad”, relató el médico infectólogo.
La
inseguridad los movió a irse
rancisco
Arocha viajó junto a su esposa e hijo menor para reencontrarse con sus dos
hijos mayores, Manuel Francisco y Andreina Elizabeth, quienes decidieron en el
año 2015 emigrar a Chile después de vivir amargas experiencias con la
inseguridad y la persecución política. En el caso de su hija, por ser activista
de un partido opositor al gobierno venezolano.
Pasó
poco más de un año –noviembre del año 2016–, después de la graduación como
Contador Público del menor de los Arocha, para que el profesor, su esposa y
Ricardo Andrés dejaran su hogar en Maracaibo para comenzar una nueva vida,
ahora como extranjeros.
“Mis
hijos impulsaron esta decisión, ya tenía casi un año sin verlos. Ellos nos
decían que estaban preocupados, que veían las noticias sobre los disturbios y
los muertos; nos pedían que nos fuéramos y que nos ayudaban a empezar nuestra
vida en Chile”, cuenta Arocha.
Antes
de tomar la decisión definitiva, indagó sobre sus posibilidades laborales y
conversó con un colega que vivía en el país sureño, quien le explicó que podía
ejercer su carrera, pero primero debía presentar y pasar un examen llamado
Eunacom.
“Estar
en Venezuela y tener a nuestros hijos tan lejos era difícil. Ahora, para que
tengas una idea, estamos a una distancia parecida como desde Maracaibo a
Caracas. Si tomamos un avión llegamos en menos de una hora y en carro tardamos
un promedio de siete horas para llegar a la casa de nuestros hijos”, comentó emocionado.
Sus
tres hijos viven en Santiago de Chile; con ellos estuvieron las primeras
semanas cuando emigraron. Luego vivieron en Valparaíso, en la casa de su
cuñada.
La
mudanza hacia Atacama fue por motivos laborales: allí fue donde los esposos
Arocha Quinteros recibieron respuesta a la petición de empleo.
–¿Cree
que exista emergencia humanitaria en Venezuela?
–Te lo
explico así: en los últimos meses, antes de emigrar, la mayoría de mis
pacientes murieron por falta de antibióticos. Yo trato a personas con
infecciones graves, como la septicemia; es algo muy frustrante… En mi caso,
sufro de tensión alta y ni siquiera como médico podía conseguir la medicina que
debo tomar. Aquí en Chile la consigo en todos lados... Es evidente que hay una
crisis de sanidad, si no ¿cómo se explican los miles de venezolanos que a
diario atraviesan las fronteras de Brasil y Colombia en busca de un mejor
futuro?
¿Qué
piensa de los médicos que siguen en Venezuela?
–Siento
que son valientes y los admiro. Hay que ser un superhéroe para trabajar sin
tener con qué, sumado al peligro de que los agredan y la inseguridad en los
hospitales… Claro, irse a otro país también es un riesgo, no es fácil. En mi
caso tenía dónde llegar, nuestros hijos nos apoyaban, pero quienes no tienen
esa ayuda se juegan un número de lotería, a algunos le sale y a otros no.
–¿Cuál
es su recomendación para quienes emigran?
–Primero
que se asesoren bien y no se dejen engañar. Muchas personas se aprovechan de
los inmigrantes, los engañan, estafan. Cuando me venía a Chile me asesoré en el
propio consulado que está en Maracaibo, allí fueron muy amables. En cambio, sé
de colegas que han caído en las trampas de quienes les dicen que gracias a
ellos podrán pasar el examen Eunacom. En algunos casos estos individuos ni
siquiera son médicos y otros, aunque sí están graduados, ni siquiera han
presentado la prueba.
Cuando
alguien les diga: deposítame tanta cantidad dinero que yo te ayudo, duden,
sospechen.
–Usted
es un ejemplo a seguir. ¿Cómo se siente al saber eso?
–Mucha
responsabilidad, porque sientes que todo el mundo te está mirando y está
pendiente de lo que hagas… no estoy acostumbrado a eso. Aquí estamos
trabajando, es lo que hacemos y hacen todos los venezolanos que he conocido en
Chile.
–¿Qué
es lo más difícil de ser extranjero?
–Hay
muchas cosas difíciles… la comida, las costumbres… extrañar a la familia que se
quedó, mi casa, los amigos. Uno nunca termina de irse. Por ejemplo, yo comparo
esta situación con la vez que tuve que irme a Caracas a hacer el postgrado. Era
completamente diferente, porque yo decía “estudio y me regreso”. Ahora no sé si
voy a regresar a Venezuela.
–¿Extraña
el patacón?
–No,
aquí hay plátanos, se pueden hacer. La comida que extraño es el queso, aquí no
hay nada parecido al queso de Venezuela
–¿Cuando
Venezuela regrese a la normalidad, usted regresará?
–¡Sí!
Su
respuesta no tuvo lugar a dudas y de inmediato hubo un silencio nostálgico.
Aclaró que sería algo que tendría que hablar con su familia, pero sabe que su
esposa piensa igual.
“Con
los hijos es diferente; ellos están haciendo su vida aquí. Mi hijo mayor se
acaba de casar…con una venezolana”, sonrió.
Antes
de finalizar la entrevista, se puso a la orden para los médicos especialistas
que deseen preguntar sobre las posibilidades laborales.
“En
Chile cuentan conmigo”, insistió el médico, que emula, aunque sea en una parte,
las hazañas logradas por el ilustre maestro Andrés Bello cuando vivió en Chile
y dejó marcada su huella en la nación sureña.
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