Richard Alexander Lameda 05 de marzo de 2018
Emigrar
implica un duelo. Atrás se deja toda una vida, proyectos y estabilidad. Una
pérdida. Así lo define la magíster en orientación María Auxiliadora Campos
Medina, a propósito de la diáspora que ocurre en Venezuela.
Indica
que el tema es un fenómeno que ha dañado nuestra niñez que ahora se llama
infancia dejada atrás. Uno de los problemas y las consecuencias de que uno de
los padres emigre es que los niños quedan en manos de terceros y no se sabe
cómo van a ser cuidados, al tiempo que les hace falta la kinestesia, es decir,
que los toquen, los acaricien con amor y cariño sus progenitores.
El que
se va cómo el que se queda percibe abandono y ello equivale a soledad. Produce
en los niños miedo, no sabe qué afrontar. Su zona de confort es movida y lo
afecta la ansiedad que se manifiesta de diversas maneras como pérdida de peso,
aunado a la desnutrición por la crisis país, precisa la especialista.
Los
niños están manifestando desequilibrios en sus órganos, como tiroides, por la
pérdida de afectos, y ven como un desconocido al que los cuida. Viven con el
temor de no volver a ver a sus padres. Qué tristeza, acota.
Cuando
se reencuentren van a ser diferentes sus comportamientos con sus padres por los
rápidos cambios en su psiquis experimentados durante su crecimiento en esa
prolongada ausencia, indica.
Precisa
que siempre habrá el miedo del niño a no fallarle a otra persona que lo cuida, porque
no lo conoce tan bien como a sus propios padres.
Aconseja
a los padres no crearles falsas expectativas a sus hijos de decirles vengo en
un mes, cuando los dejan por marcharse a otro país. Se debe fortalecer la
confianza, a pesar de la distancia comunicarles que estarán pendientes de
ellos.
“El
pensamiento no conoce de tiempo y espacio, por eso decir vamos a contarnos las
cosas, vamos comunicadnos por las redes para ver el desarrollo de sus
actividades diarias, en la distancia, es importante”, recomienda.
Cambios terribles
Cuando
se abandona a los niños porque se va a otro país, o a otro estado, los niños
pasan por un estado terrible, porque requieren el apago y pierden esa
sensación. Necesitan contemplación, cercanía, la voz y la dulzura, remarca.
Puntualiza
que los niños al cuidado de otra persona presentan retroceso en su habilidad
verbal. Se vuelven más ensimismados y tímidos. Le ocurren cambios en su estado
de ánimo, como el mal humor. Los cuidadores al no saber qué hacer los etiquetan
de mala conducta o malcriado, pero ellos lo que quieren es hablar con sus
padres
Adolescentes requieren autoridad
En los
adolescentes es necesario que el cuidador sea una autoridad. Hay que
establecerles límites. El adolescente reta al cuidador de que él no es su papá
ni su mamá, y está siempre molesto porque les dicen que los van a acusar, por
lo que se vuelven rebeldes, esgrime.
Bajan
el rendimiento académico por no encontrarse en su estructura familiar de
origen, y en otros casos se desmotivan a estudiar porque tienen que cuidad a su
hermanitos menores. Poseen un lenguaje poco asertivo. Igualmente, se les debe
supervisar las visitas a las redes sociales.
En
ocasiones presentan actitudes poco responsables y se convierten en resentidos,
“me dejaron una carga, no me dejan vivir”.
Las mujeres adolescentes analizan
Las
mujeres se vuelven más analíticas y creativas y emprenden la venta de
ponquecitos u otros productos, pero se cansan porque no tienen tiempo para sí
mismas, y sus emociones se vuelven más frías, expone la profesional de la
psicología.
Los
hijos se vuelven mendigos del amor de sus padres y dañan su autoestima. Se
acostumbran a la mediocridad, a lo que haya, sostiene.
Recomienda
Los
que están al cuidado de ellos y los padres deben estar pendientes cuando sus
hijos presentan resentimientos, hay que evitar las quejas y dejar que el niño
disfrute sin reclamarle sobre sus juegos. Los hijos son una alegría, no una
carga. No es culpa de ellos la situación económica que se vive.
Se le
debe evitar los síntomas de la depresión como aislamiento, disminución del
apatito, no se quieren asear, no quieren ir a clases, no quieren ver a los
amiguitos, tratan de buscar apoyo emocional fuera de la familia estructural.
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