Editorial El Tiempo 28 de abril de 2018
Las
cifras conocidas en los últimos días, que muestran un fuerte aumento de la
cantidad de inmigrantes venezolanos en Colombia, obligan a que el país, y sobre
todo los aspirantes a la presidencia, le den a este problema la importancia que
a todas luces merece.
Al
paso que vamos, muy pronto se superará el millón de venezolanos en nuestro
suelo. Según Migración Colombia, entre el 31 de diciembre del año pasado y el
31 de marzo del 2018 se registró un incremento del 38 por ciento en la cantidad
de ciudadanos del país vecino en el territorio nacional, entre irregulares y
aquellos con sus papeles en regla. El cálculo aproximado de la cantidad que han
cruzado la frontera por trochas es de 358.512. Estos se suman a los que
habiendo ingresado por los pasos fronterizos superaron el tiempo de
permanencia: 88.859. En total serían 447.371 los venezolanos irregulares, según
los cálculos de Migración Colombia, mientras que la otra cara de la moneda
muestra a 175.155 portadores del permiso especial de permanencia (PEP), que,
entre otros beneficios, les da la posibilidad acceder a empleos formales. Hay
que anotar que no todos tienen previsto quedarse en territorio nacional, pues
Colombia es lugar de tránsito para muchos en su ruta hacia otros países del
continente.
Frente
a un asunto tan delicado y crítico tiene que haber consensos que estén por
encima de los vientos cruzados electorales.
Todos
estos números dejan suficientemente clara la magnitud de un desafío sin precedente
conocido en la historia colombiana. Y nadie se puede llamar a engaños: todo
indica que seguirá creciendo. Las muy cuestionadas elecciones del próximo 20 de
mayo servirán para afianzar aún más en el poder a Nicolás Maduro, sin importar
que esto se produzca a costa del hambre y el sufrimiento de millones de sus
connacionales. Al tiempo, Colombia deberá seguir atendiendo a los que huyen. Lo
cual obligará a hacer un enorme esfuerzo para que estos puedan acceder a
servicios básicos, sobre todo el de salud.
El
miércoles pasado, tres candidatos a la presidencia dijeron cómo piensan
afrontar la crisis. Todos coincidieron —y tienen razón— en que la llegada
masiva de personas impone al país una respuesta en todo momento humanitaria y
solidaria. También convinieron en que la comunidad internacional debe actuar
—cada uno planteó una ruta diferente— para que haya un cambio de régimen en
Venezuela. Estuvieron, asimismo, en líneas generales, de acuerdo en que no
puede haber lugar para la xenofobia y en la responsabilidad que tiene Caracas
de ejercer un control mucho más rígido que ayude a frenar el contrabando y el
tráfico de drogas y gasolina, entre otros aspectos.
Hay
que resaltar estos consensos. Es urgente llegar a acuerdos de carácter nacional
que trasciendan los vientos cruzados electorales e insistir en que el actual
gobierno debe pedir una ayuda internacional mucho más robusta. En este sentido,
el anuncio del Programa Mundial de Alimentos de la ONU, de solicitar 46
millones de dólares para alimentar a 350.000 migrantes, es una señal
alentadora. Y es que debe entenderse que, más que ante un caso de un país
vecino en problemas, estamos de cara a una catástrofe que tiene en vilo la
suerte de millones de seres humanos.
Tomado
de: http://www.eltiempo.com/opinion/editorial/un-reto-colosal-migracion-de-venezolanos-210354
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