JORGE NAPAL 01 de mayo de 2018
A enero
de 2016 se contabilizaban en el territorio 457 compatriotas que, en cuestión de
meses, aumentaron hasta los 1.382, según fuentes del Instituto Nacional de
Estadística. El colectivo de venezolanos residente en Gipuzkoa se ha triplicado
en un año, en buena medida por la situación dramática de la que escapan en su
país. “Mi hijo lleva catorce años viviendo aquí. Siempre me insistía en que
viniera pero me he mantenido en Venezuela hasta que la situación hace tres años
nos obligó a huir. Prácticamente no podíamos salir de casa. Estábamos viviendo
en un gueto, utilizando una furgoneta para desplazarnos de una casa a otra. La
situación en el país se hizo tan crítica que no había otra opción que salir”,
asegura Miguel Rumbos, de 68 años, que actualmente reside en Donostia.
“Huyes
porque no se puede vivir con miedo en una ciudad como Caracas con ocho millones
de habitantes. Cuando vine, lo hice pensando en mi jubilación, pero la pensión
nunca llegó, nunca me la mandaron, y en esa misma situación se encuentran
muchos vascos que tras una vida entregada al trabajo no han podido cobrar ahora
nada”.
Cuenta
Rumbos que los ahorros se terminan y las ayudas de las instituciones españolas
llegan con cuentagotas. Los afectados llevan tiempo hablando de un problema de
“exclusión social”, económico y político por “incumplir -subrayan- el Convenio
de Seguridad Social entre España y Venezuela”, en vigor desde 1990. “Esto es
una cuestión de vida o muerte, no es un capricho de alguien. Hay gente que no
come o que lo hace únicamente gracias a Cáritas. La situación es realmente
trágica”, explican los afectados.
A
diferencia de quienes huyen ahora, Ana Rodríguez lo hizo por decisión propia
hace ocho años. “Las cosas ya no pintaban nada bien por aquel entonces, no veía
mucho futuro. Estuve dos años trabajando con el Gobierno y de puertas adentro
asistí a situaciones de las que había que escapar”, admite la portavoz de la
Asociación de Venezolanos en Gipuzkoa (Asovengui).
Esta
mujer, también afincada en Donostia, observa que desde entonces la situación no
ha hecho más que empeorar. “Se conocen casos de personas que han retornado
después de muchísimo tiempo de trabajo en el país y que están en condiciones
casi de indigencia, a quienes han tenido que ayudar amigos y familiares. A
algunos -según recalca- les han facilitado plazas en albergues para que
solventen su situación”.
Fronteras terrestres
Venezuela
experimenta desde hace dos años la mayor salida de personas de su historia
reciente. Durante los primeros años emigraron venezolanos profesionales o
empresarios, que tenían por destino sobre todo EE UU, Colombia, España y otros
países de Europa. En los últimos dos años, como consecuencia del deterioro
económico y político, ha cambiado el perfil y el destino. Decenas de miles de
venezolanos pobres y de clase media están emigrando a través de las fronteras
terrestres con Colombia y Brasil. El perfil de quienes llegan a Gipuzkoa
responde al de mujeres de entre 16 y 44 años.
Janette
Orellana llegó al territorio en mayo del año pasado, en plena protesta en su
país. “He trabajado en muchos procesos electorales y en los últimos sufrí
agresiones. Aquello se convirtió en una persecución y finalmente me dijeron que
me querían muerta. Me dije que no aguantaba más. Una vez un militar me dejó 48
días encerrada en una escuela, en las elecciones de 2010. No me querían dejar
ir. Fue terrible”, cuenta esta mujer de 50 años que actualmente reside en
Beasain.
Debido
a que Venezuela dejó hace años de dar datos oficiales, se hace difícil calcular
cuántos de los 30 millones de venezolanos viven fuera y a esa tarea se dedican
expertos independientes que usan datos oficiales de otros gobiernos.
Así,
se estima que al menos dos centenares de personas que han vivido y trabajado en
Venezuela, más de la mitad de ellas nacidas en Euskadi y de vuelta tras
jubilarse, atraviesan en el País Vasco una situación dramática a la que no se
ve una fácil solución. Estas 200 personas -que podrían ser más- llevan casi dos
años y medio sin recibir la pensión a la que tienen derecho porque el Gobierno
de Nicolás Maduro decidió dejar de abonar estas prestaciones y hace oídos
sordos a las reclamaciones de un colectivo que en el Estado español llega a las
9.000 personas.
Junto
a este colectivo hay otro grupo creciente de personas que también ha venido
desde Venezuela huyendo de la crisis económica, social y política de aquel
país. Son los nuevos inmigrantes o refugiados, porque en muchos casos están
pidiendo asilo.
La
portavoz de la Asociación de Venezolanos en Gipuzkoa insiste en que salen del
país “más mujeres que hombres”. La situación es tan crítica, asegura, que se
han registrado en el Estado un total de 10.350 solicitudes de protección
internacional, unas 2.000 anuales. En Euskadi han sido denegadas 1.530
solicitudes. “En el País Vasco no se le está dando solución al problema de los
asilados. Hay personas que cuando levantan aquí un negocio se quedan en un
limbo legal. No tienen pasaporte venezolano”, recalca Rodríguez.
Muchos
de los pensionados y jubilados venezolanos que desde hace más de dos años no
reciben su pensión han creado asociaciones en varias comunidades autónomas,
empezando por aquellas en las que reside mayor número de ellos: Galicia,
Asturias, Madrid, Comunidad Valenciana, Aragón y Catalunya.
En
Euskadi se ha creado AsoPenJubBilbao, que agrupa a los afectados que residen en
la CAV, Nafarroa, Cantabria y La Rioja. El objetivo común de todas estas
organizaciones, que se han unido en una federación, es buscar soluciones y
ayudas para miles de personas que, “tras trabajar toda su vida en Venezuela,
ahora se encuentran en la indigencia”.
Tomado
de: http://www.noticiasdegipuzkoa.eus/2018/04/29/sociedad/desconcierto-en-la-diaspora-venezolana
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